¿A qué no adivinas quién es el que más está gozando este Adviento en casa?Me encanta la Navidad. Trae aires de inocencia. Las cosas se ven transparentes, puras y sencillas.
Con los hijos grandes, la vida cambia.
Recuerdo que hace algunos años visitamos una familia para estos días, el papá se me acercó y me comentó entristecido: “Este es el primero año que no compramos el arbolito juntos. Los hijos crecen y se van“.
“Es verdad”, le respondí, “pero te queda la alegría de saber que los educaste bien“.
He aprendido con Luis Felipe, el pequeño de la casa, que la alegría de la Navidad, depende de nosotros. Va por la casa colocando adornos de navidad en todos lados. Tiene una sonrisa permanente. Una felicidad que se le desborda.
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Todo es ilusión en él. Probar el ponche que prepara Vida (mi esposa), adornar el arbolito…
Estoy en la computadora escribiendo y de pronto escuchas su voz infantil cantando: “Ya llegó la Navidad, la familia alegre está”.
Se me acerca y quita todo lo que tengo en el escritorio, para poner uno de los pastores del nacimiento.
“No lo toques papá”, me indica, “hay que adornar la casa para Navidad”.
Emocionado me pregunta: “¿Cuántos días faltan para la Navidad?”.
Y los va restando a medida que se acerca el gran día.
¿A qué no adivinas quién es el que más está gozando este Adviento en casa?
Te daré una pista…. tiene el alma pura.