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¿Las mujeres pueden usar sombrero en la iglesia?

mujer con sombrero

Toscana Oggi - publicado el 29/09/15

Tras la reforma conciliar no hay indicaciones explícitas sobre la vestimenta en la iglesia más que la llamada a un comportamiento decoroso y de profundo respeto

Últimamente, al participar en la misa dominical, me ha sorprendido una situación que me ha dado curiosidad… Algunos señores, señoras y señoritas entran a la iglesia con sombrero, pero luego los hombres se lo quitan mientras las mujeres lo conservan puesto durante toda la celebración. Quisiera saber si es apropiado, en particular para una señora, usar sombrero en la iglesia (frío o motivos de salud) o si en cambio sería más apropiado quitárselo.

Responde Roberto Gulino, profesor de liturgia

La celebración del misterio salvífico pascual, en todas sus formas (Eucaristía, Bautismo, Reconciliación) y dimensiones –tanto en una pequeña capilla en el campo como en la Basílica de San Pedro– requiere siempre una participación total, capaz de involucrar cada aspecto de nuestra persona y nuestra vida.

En cualquier acción litúrgica sacramental no se puede uno limitar sólo a la presencia física, dejando fuera de la iglesia nuestro pensamiento, atención, corazón.

Por este motivo los documentos del magisterio, en varias capacidades y grados (la constitución conciliar Sacrosanctum Concilium, la carta encíclica Ecclesia de Eucharestia, la Instrucción General del Misal Romano), insisten mucho en una participación plena, activa, conciente, piadosa y fructífera en cada celebración, capaz de una implicación total de la persona tanto del punto de vista interior como exterior.

Teniendo muy clara esta perspectiva de fondo, se comprende cómo también nuestro comportamiento, la vestimenta, el modo de presentarse físicamente, con nuestro cuerpo, en la iglesia asume gran importancia para la calidad, autenticidad e intensidad de nuestra participación.

La cuestión del sombrero indicada por nuestra amiga lectora debe leerse dentro de este contexto.

Antes del Concilio Vaticano II las mujeres debían expresamente cubrirse la cabeza, con un velo o un fular, cuando entraban a la iglesia (así como ocupar un espacio distinto y separado de los hombres), pero se comprende bien esta norma de comportamiento pensando en el modelo cultural y sociológico que se tenía hasta los años setenta, donde seguramente esta diferencia era marcada en muchos otros ámbitos de la vida cotidiana.

Además, incluso en las primeras comunidades cristianas, para atraer al orden y la formalidad del comportamiento exterior durante la participación en la Eucaristía, encontramos la explícita exhortación de san Pablo, durante la celebración, de que el hombre “no lleve velo en la cabeza” y la mujer “con el pelo cubierto por un velo” (cfr 1Co 11,1-16).

Después de la reforma conciliar no existen indicaciones explícitas de comportamiento sobre la vestimenta que se debe tener en la iglesia más que la frecuente y viva llamada a un comportamiento decoroso y de profundo respeto por el lugar y por la presencia del Señor (y los hermanos).

Se diría que valen las reglas del sentido común y la educación que siempre deberían distinguir la madurez humana y todavía más la dimensión cristiana de todos nosotros.

Si, por lo tanto, por respeto y caballerosidad un hombre debe siempre quitarse el sombrero cuando encuentra o saluda a una persona por la calle, y sobretodo cuando entra en la casa de alguien, con mayor razón es oportuno y debido que lo haga cuando entra en la iglesia y se pone en presencia del Señor.

Seguramente para las mujeres esta indicación pierde importancia y a causa de la antigua tradición y su manera de presentarse en situaciones públicas y oficiales, ir con la cabeza cubierta por un velo indica modestia, humildad y recogimiento, sin embargo, eso no indica la obligación de llevarlo cuando entran en la iglesia.

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