Según los reportes existentes, cada año más de 100,000 niños indocumentados tratan de cruzar la frontera. Este éxodo de jóvenes es una consecuencia de la violencia y la pobreza en América Latina, especialmente en América Central.
La mayoría de los niños vienen de El Salvador, Guatemala y Honduras. Muchos han perdido a sus padres y algunos buscan a familiares después de años de separación. Los que no tienen familia y reciben asilo, comienzan a formar parte de una compleja red de programas de “foster homes” (hogares de acogida) y el resto son deportados.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, reporta en una noticia reciente que las autoridades de Estados Unidos detuvieron entre el 1 de octubre del 2014 y el 1 de junio del 2015, a 22.869 menores sin acompañante en la frontera con México, un 51 % menos que en el mismo período del año pasado. Durante estos mismos ocho meses del período anterior, correspondiente a 2013-2014, en plena crisis migratoria, fueron más del doble, 46.858, los niños sin acompañante que intentaron cruzar la frontera.
La avalancha de jóvenes que intenta cruzar a Estados Unidos, llega a la frontera tras un largo peregrinaje por varios países en los que sufren muchas penurias. En muchos casos son extorcionados por contrabandistas sin escrúpulos y policias corruptos. Pasan hambre, sed, cansancio y realizan largas caminatas, generalmente de noche para evitar ser detectados. Sus vidas están en un constante peligro y frecuentemente muchos de ellos son secuestrados y la familia es extosionada para que pague altas sumas de dinero. En otros casos, los obligan a pasar drogas al territorio norteamericano.
La noticia en cuestión reporta que la mayoría de los menores de 17 años que trataron de cruzar la frontera en los últimos ocho meses son originarios de Centroamérica y México, con Guatemala a la cabeza (8.048), seguida de México (7.487), El Salvador (4.458) y Honduras (2.533).
En conjunto, la cifra de menores sin acompañantes que han sido detenidos en la frontera entre Méjico y los Estados Unidos se ha reducido en un 51 %.
Quienes intentan cruzar a través del Paso, Texas, tienen la bendición de encontrar en Norma Luján, residente del estado y madre de tres hijas, el cariño maternal que les consuela y alivia sus tristezas. A través dela Iglesia San Pío en el Paso, Luján junto a su esposo Rolando y de forma conjunta con Monseñor Arturo Bañuelas, empezó el ministerio Refugio Infantil Comunitario (RICO) para asistir y consolar a los niños indocumentados detenidos en la frontera. "Cuando empezamos el ministerio hace casi cinco años, había 70 chicos y dos centros de detención", dice. "Ahora hay cuatro centros y 267 chicos".
Hoy son unos 60 catequistas los que participan en manera voluntaria en el ministerio, dividido en cuatro grupos asignados a visitar los cuatro centros de detención cada domingo.
Gracias al apoyo del Servicio Diocesano de Migrantes y Refugiados (DMRS), el ministerio RICO se conectó con los centros de detención para niños y logró que a los niños indocumentados se les permita asistir semanalmente a la iglesia y para ocasiones especiales como Bautizos, Primera Comunión y otras celebraciones.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza también publicó en la noticia las cifras relativas a las detenciones de miembros de unidades familiares, es decir, de aquellos que, siendo o no menores de edad, trataron de cruzar la frontera acompañados por otro miembro de su familia.
Entre el 1 de octubre de 2014 y el 1 de junio de 2015, 20.850 personas fueron interceptadas mientras trataban de cruzar la frontera en compañía de un familiar, un 47 % menos que en el mismo período de 2013-2014, cuando fueron detenidas 39.113 personas. En el caso de las familias Guatemala fue el país de origen de la mayoría de los detenidos (6.914), y como dato interesante, Honduras con 5.337 y El Salvador con 5.054 se situaron por encima de México que contabilizó 2.882 detenidos.
Las historias de estos niños son ejemplos de una fe profunda. "Aunque ellos experimentan uno de los peores traumas de la vida, sus espíritus no están completamente rotos. Están heridos, asustados, solos, y sin embargo, se llenan de alegría", expresó Monseñor Bañuelas. "Las historias que comparten, sus oraciones diarias son para reconectarse con sus familias o gratitud por la vida, los alimentos, y por unos y otros. Es sorprendente que a pesar de todo, estos niños profundamente agradezcan a Dios", dijo con emoción Monseñor.
Hoy celebramos a...