​¿Es peligroso tener o administrar dinero? Responde un cura de Andorra

En una reciente reunión de sacerdotes, cuando se revisaban los ingresos y los gastos, a uno de ellos se le escapó en voz baja el comentario: “En Andorra os pierden los bancos y el dinero…”. Lo recuerda el custodio del santuario de Meritxell, Ramon Rossell, en un artículo publicado el 17 de mayo en el Diari d’Andorra.

Y se defiende: “¿Qué Estado, incluido el Vaticano, qué banco está libre de pecado? ¿Qué político, qué banquero, qué sacerdote de la Iglesia puede tirar la primera piedra?”.

Este sacerdote, conocido en toda Andorra -y más allá de las fronteras de este pequeño estado de intensa actividad financiera- por su labor educativa con niños y jóvenes en la casa de colonias AINA, asegura: “He aprendido la lección de Judas; por culpa de 30 monedas de plata acabó colgado en la rama de un árbol. Por esta sencilla razón, del dinero tanto de AINA como de la iglesia Sant Serni no quiero sentir ni el olor ni el mal olor”.

Tras explicar que la gestión la delega en una secretaria de toda confianza, asegura que “el dinero es un formidable medio para sostener el mañana, pero igualmente es un grave peligro de caer en el “cada uno para sí mismo y los demás que se fastidien”".

“Tener dinero y administrarlo es algo bueno –afirma-. El pecado radica en hacer del dinero el fin de nuestra vida. O que el dinero, como el Pequeño Príncipe de Saint-Exupery denuncia, se convierta en la única medida de las cosas”.

Conocido como “Ramon de Canillo”, este sacerdote cita al financiero especializado en aeronáutica Yann, quien señala que “una empresa debe tener un rincón para anticiparse a las curvas que dentro de cinco años nos vendrán, y de esta manera evitar las decepciones y las lágrimas”.

“Uno puede tener mucho dinero y ser un pobre desgraciado –constata el cura andorrano-. La riqueza se encuentra, para mí, muy lejos del problema del dinero”.

Y tras repasar las cuentas y servicios que proporciona AINA, con 200 camas y una obra social que permite acceder a colonias de verano a niños con problemas familiares, confiesa que sus profesores en economía han sido los poetas.

“Georges Bernanos, novelista de la desesperanza y de la gracia, autor de Diario de un cura rural, lamenta que ‘por primera vez en la historia del mundo el dinero se haya constituido señor sin limitaciones ni medidas ante el espíritu’”.

“Las fuerzas espirituales en la historia del mundo han sido chafadas por los poderes materiales”, añade citando a Charles Péguy.

También cita a Leon Bloy, maestro de Bernanos y de Péguy: “Cuando no habláis a Dios o para Dios, es al diablo del dinero al que habláis”. Y finaliza sus referencias económicas con el Papa Francisco, citando su carta El rostro de la misericordia:

“No caigamos en la trampa de pensar que la vida depende del dinero y que todo lo demás está vacío de valor y de dignidad. No nos llevaremos el dinero a la otra vida. La corrupción es una obstinación en el pecado que pretende sustituir a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder”.

Ramon Rossell acaba su reflexión con el canto del Magnificat de la Virgen María: Dios colma de bienes a los pobres, y añade: “Me siento seguro cuando contemplo a su Hijo dando la mano a los más humildes, a los menos queridos, que siempre son los pobres de Yahvé”.