Aleteia logoAleteia logoAleteia
viernes 26 abril |
San Isidoro de Sevilla
Aleteia logo
Actualidad
separateurCreated with Sketch.

Lo que se oyó antes del impacto del avión: “Ay, Dios mío” en 3 idiomas

D-AIQS Airbus A320-211 Germanwings © Dean Morley-CC – es

© Dean Morley-CC

https://www.flickr.com/photos/33465428@N02/4555705459

Rafael Navarro-Valls - publicado el 08/04/15

Un vídeo grabado con un móvil en el interior del A320 de Germanwings muestra que Dios sigue vivo en el corazón de las personas

El picado suicida del avión A320 de Germanwings, se acelera a 300 metros de la montaña y colisiona a más de 750 km/h contra el macizo de los Trois Evêchés de los Alpes.

El aparato se desintegra y los 150 ocupantes  sucumben instantáneamente por la insania y la insidia del joven copiloto Andreas Lubitz.

A partir de ese momento se desencadena -junto con un movimiento de solidaridad mundial- una avalancha de opiniones sobre las causas del accidente: estudios, análisis técnicos, psiquiátricos y legales.

Forenses, pilotos, psicólogos, especialistas en ADN, psiquiatras, juristas, policías, políticos, técnicos en indemnizaciones … todos hacen notar sus puntos de vista.

Probablemente es el desastre aéreo más intensa y extensamente cubierto de toda la historia de los acontecimientos mediáticos.

Un video grabado en el interior del A320, obtenido de la tarjeta SIM de un móvil, resalta un nuevo aspecto más trascendente, hasta ahora en penumbra.

Según la transcripción  difundida  por  Paris Match y el diario alemán Bild , lo más impactante de la grabación de pocos segundos es el sonido.

Un sonido en el que,  junto a las exclamaciones de terror, se escuchan tres frases nítidas de idéntico significado en  idiomas distintos: “Ay, Dios mío”, Oh my God Oh mein Gott. Menos claramente se escucha también la expresión: “Señor, Señor”. Luego, el silencio.

Es una muestra estremecedora de que cuando ya nada funciona, cuando el miedo y el horror hacen que la esperanza se derrumbe; cuando todo se ha perdido, y cuando a la persona humana   ya no le queda otra cosa que rendirse ante el desastre, es entonces cuando parece llegar el momento de  Dios.

A los familiares de las víctimas les queda el consuelo de aquella inscripción encontrada en una vieja tumba: “Cuando me necesitéis en la tierra, buscadme en el cielo”.

Una muestra más de que omitir a Dios en la historia humana es tanto como pensar que una novela que no tiene autor pueda sostener un argumento. 

¿Por qué a mí, por qué a los míos, por qué así?

Pero este sentimiento de consuelo para los cercanos a las víctimas no siempre se impone sobre otro más inquietante: ¿ Por qué a mí, por qué a los míos, por qué así? Es como obligar a una persona abrazarse a una verdad tan lejana como una cumbre nevada.

Es ese aspecto trascendente al que antes me refería y que se contiene en esta pregunta clave: ¿Es Dios responsable de los actos que un copiloto suicida realiza? Desde luego Dios podría impedirlos, pero a costa de la libertad humana.

Es curioso cómo la llamada  libertad de contrariedad  (posibilidad de elegir el bien o el mal) es  una prerrogativa del hombre. Dios no tiene esa libertad, es decir, no puede hacer el mal ni  quererlo positivamente, sólo permitirlo.

Recuerdo, con este motivo, que los debates y desencuentros sobre la independencia entre Gandhi y Lord Irwin (el Virrey de la India) eran tan constantes que llevó a una notable tensión entre ellos.

Un día, estando en el ashram (oratorio) de Gandhi, un amigo y seguidor quiso apaciguar las diferencias diciendo: "Mahatma, debe usted saber que lord Irwin jamás toma una decisión sin rezar antes".

Gandhi reflexionó unos minutos sobre lo oído. Después dijo: "¿Y por qué cree usted que Dios le aconseja mal por sistema?". Era evidente que el culpable no era Dios sino la libertad de decisión de los contendientes en la trifulca.

¿Ha muerto Dios ?

Probablemente una mayor formación teológica ayudaría a explicar mejor la perplejidad del creyente o no creyente ante una de las cuestiones más endiabladamente complejas de la existencia humana: la presencia del mal.


Sin embargo, este aspecto de la formación es poco valorado. Un  profesor de la Harvard Divinity School (una especie de Facultad de Teología existente en algunas universidades americanas) decía quejoso:  “Siempre nos recortan el presupuesto. No somos científicos ni capitalistas. No combinamos genes, ni creamos software. No amasamos grandes fortunas. Nos dedicamos a Dios, así que, al parecer,  no somos importantes”.

Coincido con él  en denunciar el error de enfoque de aquellas  autoridades académicas.

El gran no-acontecimiento del siglo XX fue la llamada “muerte de Dios”. Los intelectuales de fin de siglo no coincidían con Nietzsche en su afirmación de que Dios había muerto, pero confiaban en que habría muerto para comienzos del siglo XXI. 

Suponían que la creencia en Dios desaparecería de Occidente, y que sólo las sociedades retrógradas conservarían la superstición religiosa.

Pero –como dice Paul Johnson– “aquí estamos, al cabo de lo que presuntamente era el primer siglo del ateísmo, con Dios vivito y coleando  y presente en el corazón de miles de millones de personas en todo el mundo”. Incluidas las asesinadas en el avión A320 de Germanwings.


Por Rafael Navarro Valls, catedrático y académico/secretario general de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación 

Tags:
catastrofes naturalesdios
Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.

ES_NEW.gif
Oración del día
Hoy celebramos a...




Top 10
Ver más
Newsletter
Recibe gratis Aleteia.