En cuanto conoció su verdadera historia, decidió dedicarse a ayudar a casos como el suyo
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Kristi Hofferber, fue concebida en una violación sexual incestuosa y su demanda a las madres que como la suya han pasado por esa violencia es: “Por favor, no matéis, abortándolos, a bebés como yo”.
Ella siempre supo que era adoptada… Apenas tenía tres días de haber salido del vientre materno cuando sus padres adoptivos la tuvieron en sus brazos por primera vez. Ellos no podían concebir hijos y estaban orgullosos. Jamás ocultaron que Kristi era adoptada. Con el tiempo la pequeña, aunque sentía deseos de conocer sus orígenes, lo negaba si le preguntaban, por temor a herir a quienes le entregaban todo su amor.
“Tuve una infancia maravillosa, mis padres me dieron todo lo que necesitaba”, cuenta a Life News. Pero, como muchos otros adoptados, llegado un momento quiso conocer a su familia biológica. “Intenté hacerlo sin decírselo a mis padres adoptivos, pero no conseguí mucha información y al mismo tiempo sabía que no era correcto, que tenía que ser honesta con mis padres. Así que les pregunté directamente. La respuesta no fue fácil de escuchar…”.
Violaciones repetidas
Cuando Kristi tenía 13 años sus padres adoptivos leyeron en el periódico que se estaba celebrando un juicio en los tribunales, en el que una mujer denunciaba a su propio padre por años continuados de violación. Los padres adoptivos de Kristi reconocieron en los apellidos y las circunstancias de esa mujer a la madre biológica de Kristi, de la cual tenían algún dato previo.
La violación incestuosa padecida por la madre biológica de Kristi había tenido como resultado seis embarazos se informó en los tribunales. Cinco acabaron en aborto, uno “espontáneo” (debido al maltrato físico) y cuatro provocados -ejecutados al amparo de leyes pro aborto- para encubrir el incesto. El sexto embarazo llegó a concluir, y la niña que nació, Kristi, fue dada en adopción.
“No me esperaba algo así. Ni se me había pasado por la cabeza. Me llevó varias semanas pensar si debía seguir investigando. Si aquello era así, ¿qué iba a suponer para mi madre que yo apareciese?”, recuerda Kristi, que tiene ahora 30 años.
Gracias por la vida
¡Hay que ser valiente para enfrentar esta situación! Pero en su alma Kristi suponía que el plan de Dios era que hallase a su madre. No tardó mucho en conocerla. A los dos días, tras enviar un e-mail a la persona que creía era su madre biológica, tuvo rápida respuesta. La encontró y se vieron. Conoció además a una hermanastra y a otro niño que esta última acababa de tener.
Kristi estuvo varios días en casa de su madre biológica, donde supo del horror que esta padeció en veinte años de violación a manos de su padre. Su madre tenía 16 años, cuando Kristi fue concebida por su abuelo-padre.
“Estoy muy agradecida de haber elegido seguir buscándola hasta encontrarla”, confiesa Kristi: “Me sentía a la vez triste y favorecida porque me hubiese traído a este mundo. Lo único que sé del por qué no me mataron mediante aborto legal, es que mi madre biológica decidió ocultar el embarazo durante un tiempo. Luego, tampoco estuvo segura de si yo vivía, porque no me vio después de dar a luz y más tarde recibió un informe de una infección que yo habría contraído al nacimiento. Me llevaron a otro hospital, le dijeron, para tratarme y que probablemente no había sobrevivido”.
La relación entre ambas no ha sido fácil, pero hablan regularmente. Kristi cree que en verdad Dios las ha reunido y agradece el poder verla. También agradece, dice, que le respetara su derecho a la vida.
“¡Son tantas vidas las afectadas por la pérdida de un solo niño abortado!”, reflexiona: “Es difícil sólo imaginar lo diferentes que habrían sido las cosas. Le agradezco mucho a mi madre biológica haberme protegido y dado en adopción. Llegué a una familia maravillosa que me acogió con los brazos abiertos y me dio el amor y el cuidado que necesitaba. También por eso estoy eternamente agradecida”, exclama Kristi, que está casada con un adoptado y tiene también un hijo adoptado.
En cuanto conoció su verdadera historia, sus objetivos en la vida cambiaron y decidió dedicarse a casos como el suyo. Hoy es trabajadora social y su objetivo es ayudar a mujeres que se enfrentan a una situación difícil a consecuencia del embarazo.
Respecto a lo ocurrido con su padre-abuelo, este sólo pasó en prisión 18 meses porque no se consiguieron reunir pruebas suficientes para incriminarle más. En el momento del juicio la madre biológica de Kristi desconocía su existencia -que sin duda habría agravado la pena-. El hombre murió hace un año, pero Kristi nunca tuvo deseos de conocerle.
“Sean cuales sean las circunstancias de la concepción de un niño, no se debería castigar al bebé por el crimen de su padre. A todos los niños debería dárseles la oportunidad de vivir la vida que han recibido”, concluye Kristi.
Artículo originalmente publicado por Portaluz