¿Qué tipo de arma llevó a esta pequeña siria a rendirse inmediatamente?
La fotoperiodista Nadia Abu Shaban posteó en una red social la imagen de una niña siria de 4 años de edad con las manos en alto, en gesto de rendición, con una expresión facial que mezcla miedo, fragilidad, resignación y apatía. La foto viralizó y fue compartida por dos millones de internautas.
Pero no fue ante un arma de verdad que la niña se rindió. Lo que ella confundió con un arma era sólo la cámara de la fotógrafo.
Y eso, quizás, sea aún más alarmante que una escena de niños ejecutados salvajemente.
Miles de millones de niños nacen, crecen y sobreviven en permanente estado de miedo, tan asombrados por el fantasma de la violencia, hasta el punto de reaccionar con resignación instintiva ante cualquier apariencia de amenaza. La característica curiosidad infantil, que llevaría a un niño en ambientes normales a querer conocer y tocar el nuevo objeto, se transforma en una casi certeza subconsciente de que eso no es más que una de las incontables herramientas de muerte con las que son torturados todos los días en su propio país.
La guerra en Siria ya dura cuatro años, ha matado a 215.000 personas, ha obligado a 4 millones a huir del país y ha transformado a 7 millones de ciudadanos sirios en refugiados internos sin perspectiva de paz. El terrorismo fanático del grupo fundamentalista Estado Islámico ha transformado el escenario ya cruel de la guerra civil en una sanguinaria persecución religiosa de exterminio de las minorías, entre ellas los cristianos, los yazidíes e incluso los musulmanes de otras vertientes.