El demonio existe y puede actuar sobre el ser humanoEs dogma de fe que el demonio existe y puede actuar sobre el ser humano. El Catecismo de la Iglesia dice:
Detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora, opuesta a Dios que, por envidia, los hace caer en la muerte. La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo. La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios… pero ellos se hicieron a sí mismos malos (§391).
El diablo “peca desde el principio” (1Jo 3,38), “padre de la mentira” (Jn 8,44). Jesús lo llama “homicida desde el principio” (Jn 8,44). “El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del Diablo” (1Jn 3,8), dijo san Juan.
La Iglesia enseña que el demonio puede poseer a una persona, asumir el control de sus facultades y, ante eso, tiene el Rito del Exorcismo para expulsarlo.
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Jesús realizó muchos exorcismos: “Pero si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios” (Mt 12,28). La Iglesia recibió de Jesús el poder y el encargo de exorcizar.
Cuando la Iglesia exige públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona u objeto sean protegidos contra la influencia del maligno y sustraídos de su dominio, se habla de exorcismo.
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Bajo una forma simple, el exorcismo es practicado durante la celebración del Bautismo. Visto que el Bautismo significa la liberación del pecado y de su instigador, el diablo, se pronuncia un exorcismo sobre el candidato.
Este es ungido con el óleo de los catecúmenos y entonces el celebrante le impone la mano, y el candidato renuncia explícitamente a Satanás.
El exorcismo solemne, llamado “gran exorcismo” sólo puede ser practicado por un sacerdote, con el permiso del obispo”.
En él es necesario proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. Es importante, pues, asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, si se trata de una presencia del maligno o de una enfermedad mental.
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La Congregación para la Doctrina de la Fe, el 24 de septiembre de 1985, dio una instrucción sobre el Exorcismo, donde recuerda lo siguiente:
El canon n. 1172 del Código de Derecho Canónico declara que a nadie le es lícito ejecutar un exorcismo sobre personas poseídas, a no ser que al Ordinario del lugar le sea concedido el peculiar y explícito permiso para ello (1º). Determina también que este permiso sólo puede ser concedido por el Ordinario del lugar a un presbítero dotado de piedad, sabiduría, prudencia e integridad de vida.
No les es lícito a los fieles cristianos utilizar la fórmula del exorcismo contra Satanás y los ángeles apóstatas contenida en el Rito que fue publicado por orden del Papa León XIII, y menos aplicar el texto entero de este exorcismo.
A los obispos se les pide vigilar para que –incluso en los casos que parezcan revelar algún influjo del diablo, con exclusión de la auténtica posesión diabólica– personas no debidamente autorizadas no orienten reuniones en las cuales se hagan oraciones para obtener la expulsión del demonio, oraciones que directamente interpelen a los demonios o manifiesten el deseo de conocer la identidad de los mismos.
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