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San Sabas nació en el año 439 en Mutalasca, en la Capadocia (actual Turquía). Hijo de militar, al destinar a su padre a Alejandría pasa al cuidado de sus tíos y con ellos tiene la terrible experiencia de ver que pelean por su patrimonio.
Sabas, el "joven viejo"
A los 18 años, decide ingresar en el monasterio de Flaviano para recibir educación, al poco tiempo, descubre su vocación religiosa.
Viaja entonces a Tierra Santa y ve que Dios lo llama a la vida de anacoreta. Se le llamará "el joven viejo" por su madurez, viviendo una vida entregada a la oración y mortificación, siendo un ejemplo para quien lo conociera.
Las personas que sabían de sus acciones de santidad, se sentían atraídas, siguiendo los pasos de San Sabas. Porque no solo se dedicó a rezar, sino que fundó lugares de caridad, como hospitales, para las personas necesitadas y enfermas.
Se entregó a la vida de apartamiento en una cueva, apreciando la soledad y austeridad como punto de reflexión, queriendo imitar el ejemplo de Jesús en el desierto.
Falleció a los 94 años en el año 531 en Mar Saba, donde actualmente se veneran sus restos. La consecuencia de su vida tan devota, fue la iniciativa de personas católicas que empezaron a fundar monasterios.
Tiempo después, el Patriarca de Jerusalén lo proclama exarca (es decir, su representante) de todos los monjes, eremitas y anacoretas del desierto.
San Sabas es venerado también en las Iglesias orientales.
Oración
Señor, te pedimos que la intercesión del santo abad Sabas nos haga agradables ante ti. Que su austera manera de vivir, centrada en Ti, nos ayude a reconocerte como nuestro Dios y a desprendernos de todas las cosas superfluas que nos estorban. Quisiéramos obtener por sus peticiones lo que no podemos esperar conseguir por nosotros mismos. Por Jesucristo, tu hijo. Amén.