En Copacaguanas, que en lenguaje quéchua significa “miradero de la piedra sagrada”, comienza la advocaciónLa Virgen de Copacabana tiene origen en una revelación sobrenatural vivida por un indígena de nombre Tito Yupanqui, quien convertido al cristianismo, buscaba propagar la fe y la conversión de sus hermanos de raza, en la población de Copacaguanas, hoy territorio boliviano.
El nombre exacto de la Virgen era “Copacaguanas”, pueblo ubicado “entre los repartimientos y pueblos indios de la ciudad de La Paz, hoy Bolivia”, en la Península de igual designación, en el Lago de Titicacas.
En Copacaguanas, que en lenguaje quéchua significa “miradero de la piedra sagrada”, comienza la advocación de Nuestra Señora de Copacabana, según escribe el historiador venezolano Lucas G. Castillo Lara, en la obra Nuestra Señora de la Copacabana de Guarenas, apuntes para su historia colonial.
En este pueblo moraba un indígena llamado Don Francisco Tito Yupanqui. No era escultor ni artista; y aunque tampoco tenía las cualidades de un artesano, sí contaba con una fe inspirada que lo hacía buscar en lo plástico la misticidad que llevaba por dentro.
Cuenta la tradición que un día tuvo una revelación y vio en su cuarto a una señora de dulce y grave aspecto, vestida de amplio manto que le caía en numerosos pliegues.
En su brazo izquierdo sostenía un niño cuya cabecita se recostaba en el materno seno, y en la mano sostenía un cirio.
“Yupanqui como no tenía ninguna técnica, hizo una imperfecta y tosca imagen de barro”, que pudo ir modelando poco a poco con la ayuda de algunos conocedores del arte, tanto en Copacaguanas como en Potosí, a donde se fue a radicar en su empeño de mejorar la imagen por él realizada.
Un especial apoyo fue el que le brindó Francisco de Viracocha, un pariente de los más principales de la familia imperial de Los Incas, quien le permite, previo acuerdo con las tres tribus más importantes de la zona, regresar del Potosí la tosca imagen.
Fue así como ayudado por artistas y otras personas, que la irregular imagen tomó forma definitiva y aparece en 1583, como patrona de la población de Copacaguanas.
“Desde allí vino a Venezuela una copia de la imagen y fue colocada en la primitiva Ermita de San Pablo, según Arístides Rojas, por intermedio del obispo Fray Antonio Alcega, allá por los años 1607 a 1608.
Pero, al parecer, “la devoción llegó mucho antes por intermedio del Capitán Sebastián Díaz de Alfaro, fundador de San Sebastián de Los Reyes, quien la dotó en su testamento de mandas para el culto”.
Comenta Lucas Castillo Lara, que “el autor del nombre de Copacabana para Guarenas debió ser el mismo Gobernador La Hoz Berrío, quien era muy devoto de esa virgen y propagaba el culto”.
“Entre los objetos litúrgicos que los Encomenderos debieron suplir para la Iglesia (…) estaba la imagen de la patrona. Al principio debió ser un pequeño cuadro, que poco después fue sustituido por una imagen en madera de cedro, en cuyo pie estaba grabada la fecha de 1626”, tal como se conoce hoy en día.
“Es la imagen labrada en cedro y representa a la madre de Dios, en pie, con las manos cruzadas sobre el pecho… Su altura es de 16 centímetros; y descansa sobre una peana de madera que tiene forma de florero y que mide 11 centímetros en su mayor anchura”, refiere Castillo Lara.
La diminuta imagen de madera fue bañada en oro en 1982; pero debido a su antigüedad, no es la que se lleva en procesión sino una réplica donada por la comunidad boliviana a principios de los años 90s.
Desde lo alto de la nave central entrega a todos el maternal afecto, cual homenaje para la posteridad al empeño de Tito Yupanqui.
“Las oraciones se seguirán elevando a la intersección de la Virgen de Copacabana que desde tiempos inmemoriales, recibe y escucha a quien busca su consuelo”, en palabras del nuncio en Venezuela Aldo Giordano.