Propuestas para ayudar a los niños a comprender qué es lo que celebramos realmente
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Ayer me dijo mi hija de siete años que le tenía que contar cómo celebraba Halloween yo de pequeño, porque tenía que llevar al cole eso como tarea. ¿Cómo celebraba yo Halloween de pequeño? No lo celebré nunca.
Hablo de mi casa. Yo viví mi infancia y adolescencia en Coruña, en el noroeste de España, y allí no había nada de calabazas, ni de brujas, ni de esqueletos. ¡Y con eso que es tierra de “meigas”! En el cole tampoco. Nada de nada. Mi hija no se quedó muy conforme, no se lo creía.
Por otro lado, veo hoy a algunos reivindicar la fiesta de Todos los Santos. Veo niños disfrazados de santos y propuestas surrealistas y forzadas que, lo siento, tampoco viví yo en mi infancia. Mi familia era cristiana, lo es, y siempre vivimos y celebramos en casa las “fiestas de guardar”.
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En Todos los Santos no hacíamos nada especial. Yo no recuerdo nada. Tal vez me acuerdo que no entendía muy bien eso de celebrar todos los santos y que, mi hermano y yo, hacíamos la “gracia” de felicitarnos y felicitar a todos por el día de su santo…
La verdadera tradición en mi tierra y en el conjunto de España siempre fue celebrar el día de Difuntos. Día de cementerios, flores, atascos…
Yo iba todos los años a ponerle flores a mi abuelo y allí, delante de la lápida, rezábamos tres avemarías después de que mi abuela la hubiera lavado y hubiera colocado bien las flores compradas. De eso sí guardo un recuerdo limpio y entrañable.
En mi casa, hoy, no celebramos Halloween. Yo no pongo calabazas, ni muertos, ni telas de araña por el pasillo. Pero sería un poco imbécil si pretendiera que mis hijos vivieran lo que yo viví.
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Porque para ellos, que tienen 10, 7 y 4 años, Halloween es algo connatural. Ellos no saben si hace 30 años no se celebraba. Ellos saben que, desde que tienen uso de razón, en su ciudad, en su país, en la tele, en el cole, en su círculo de amigos… existe algo llamado Halloween y que la gente lo celebra.
Yo no puedo luchar contra eso y menos “inventando” una celebración de Todos los Santos a todas luces “sinsentido”. Lo que intentamos es lo siguiente:
1. Pregunto a mis hijos por qué se celebra Halloween. Como no saben exactamente por qué, reflexiono con ellos que cuando uno celebra algo, debe saber lo que celebra…
2. No hago propaganda a Halloween. Se habla de ello cuando ellos lo sacan. No más.
3. Les recuerdo que es festivo no por Halloween sino por Todos los Santos y Difuntos.
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4. Hablamos de los santos durante todo el año. Celebramos el santo de cada uno, conocemos su vida, felicitamos a nuestros amigos y nos enteramos de los “nuevos” que van llegando.
5. Vamos al cementerio para recordar a los que se han ido y que viven ahora en el cielo. Vida, vida y vida… pero asumiendo la muerte. Les pedimos a los que están arriba que nos ayuden , que nos echen una mano, que nos protejan…
6. Vivimos todo con humor y sin tensiones. Quitamos hierro, nos echamos unas risas en la tienda probándonos una peluca y dejamos que no sean los “raros” de un cumpleaños si les piden ir disfrazados de Halloween.
La fe y el amor a Cristo no nos los jugamos con Halloween. Como los discípulos de Emáus, a veces caminamos ofuscados, discutiendo y charlando sobre lo que sucede y, mientras, no reconocemos al Señor que nos sale al paso.
@scasanovam