Sobre todo países de Oriente Medio y África
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Para la mayor parte de los países de Occidente, la separación entre Iglesia y Estado es un hecho incontrovertible. Sin embargo, todavía existe –sobre todo en Oriente Medio y en el norte de África- un grupo de países que exigen a quien encabece el Estado que pertenezca a alguna religión.
Así lo muestra un artículo de la investigadora Angelina Theodorou basado en la más reciente investigación al respecto del Centro de Investigaciones Pew. Treinta países que hacen el 15 por ciento de la totalidad de los países del mundo son los que no han emprendido esa separación que, por ejemplo para el Papa Emérito Benedicto XVI era una “bendición” que así sucediera.
La lista de los países en los que los candidatos y los jefes políticos deben pertenecer a una religión incluye a Líbano, en donde se requiere que su presidente sea miembro de la Iglesia Cristiana Maronita.
La mayor parte de los países que especifican la pertenencia del jefe de Estado a una religión son musulmanes. En efecto, hay 17 países en los cuales se obliga a que el presidente o el jefe de gobierno sea un musulmán entre los que destacan Jordania, Túnez, Malasia, Pakistán y Mauritania, entre otros.
Solamente hay dos países –Líbano y Andorra—en los que quien encabece el Estado debe tener una afiliación cristiana. Líbano tiene, también, otro requerimiento: que el primer ministro debe ser un musulmán suní. Otros dos países obligan a que el jefe de Estado sea budista: Bután y Tailandia.
Por el lado contrario, 8 países, incluyendo a Bolivia, México y El Salvador, específicamente prohíben que un clérigo compita en las elecciones presidenciales, mientras que en Myanmar, el presidente tiene prohibido ser miembro de una orden religiosa.
El 85 por ciento de los países en la tierra permiten que ciudadanos con cualquier afiliación religiosa puedan llegar a ser jefes de Estado o de gobierno.