La vida cristiana es “sencilla”: escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica, no limitándonos a “leer” el Evangelio, sino preguntándonos de qué forma sus palabras hablan a nuestra vida.
Lo afirmó el papa Francisco en la Misa del 23 de septiembre de 2014 en la capilla de la Casa Santa Marta del Vaticano.
Las palabras que decía sonaban nuevas, como “nueva” parecía la autoridad de quien las pronunciaba.
Palabras que tocaban el corazón y en las que muchos percibían “la fuerza de la salvación” que anunciaban.
Por esto, observa Papa Francisco, las multitudes seguían a Jesús. Pero eran muchos también los que le seguían por conveniencia, sin pureza en el corazón, quizás “solo con el deseo de ser más buenos”.
Jesús nos ama como familia
En dos mil años, reconoce el Papa, no ha cambiado mucho este panorama. También hoy muchos escuchan a Jesús como esos nuevos leprosos del Evangelios, que “felices” por su recuperada salud “se olvidaron de Jesús que se la había devuelto”.
“Pero Jesús continuaba hablando a la gente, la amaba, hasta tal punto que dice: ‘estos que me siguen, esta multitud inmensa, son mi madre y mis hermanos, son estos’”.
“Y explica: ‘los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica. Esta es la vida cristiana, nada más. Sencilla, sencilla”.
“Quizás nosotros la hemos complicado, con muchas explicaciones que nadie entiende, pero la vida cristiana es así: escuchar la Palabra de Dios y practicarla”.
Esta es la razón por la que, como está descrito en el Evangelio de Lucas, Jesús contesta a quien le comenta que sus parientes lo están buscando:
“Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”.
“Escuchar” la Biblia
Y para escuchar la Palabra de Dios, la Palabra de Jesús, dice el Papa, basta abrir la Biblia, el Evangelio. Pero estas páginas, afirma, no son leídas, sino que son escuchadas.
“Escuchar la Palabra de Dios, indica Papa Francisco, es leer esto y decir: ‘¿Qué dice esto a mi corazón? ¿Qué me quiere decir Dios con esta Palabra?’. Y nuestra vida cambia.
“Cada vez que nosotros hacemos esto, abrimos el Evangelio y leemos una cita y nos preguntamos: ‘Con esto Dios me habla, ¿me está diciendo algo?’ Esto es escuchar la Palabra de Dios, escucharla con las orejas y con el corazón. Abrir el corazón a la Palabra de Dios”.
“Los enemigos de Jesús escuchaban la Palabra de Jesús, estaba cerca de Él para encontrar un fallo, para hacerlo equivocarse y que perdiese autoridad. Pero nunca se preguntan ¿Qué me quiere decir Dios con esta Palabra?’”.
“Y Dios no habla solo a todos; sí, habla a todos, pero también a cada uno de nosotros. El Evangelio ha sido escrito para cada uno de nosotros”.
Poner en práctica
Cierto, prosigue papa Francisco, poner en práctica lo que se ha escuchado no es fácil, ya que “es más fácil vivir tranquilamente sin preocuparse de las exigencias de la Palabra de Dios”.
Pistas concretas para hacerlo, son los Mandamientos, las Bienaventuranzas.
Contando siempre con la ayuda de Jesús, también cuando nuestro corazón escucha pero finge no hacerlo.
Él, concluye el Papa, “es misericordioso y perdona a todos”, “espera a todos porque es paciente”.
“Jesús recibe a todos, también a los que van a escuchar la Palabra de Dios y después la traicionan. Pensemos en Judas, ‘Amigo’, le dice, en el momento en el que Judas lo traiciona”.
“El Señor siempre siembra su Palabra, solo pide un corazón abierto para escucharla y buena voluntad para ponerla en práctica. Por este motivo ofrecemos la oración de hoy, que sea la del Salmo:
“Guíanos Señor sobre el sendero de tus mandamientos”, es decir sobre el sendero de tu Palabra y para que yo aprenda con tu guía y la ponga en práctica”.