¿Qué tienen en común el programa de esterilización y eutanasia Aktion T4 y las nuevas técnicas genéticas como el diagnóstico prenatal o los ‘bebés a la carta’?
Dos noticias publicadas a mediados de enero pasado vienen a recordar la obsesión de esta sociedad por lo ‘normal’, o mejor dicho por lo ‘perfecto’. Se trata de los avances en diagnóstico prenatal generalizado, para evitar a toda costa cualquier nacimiento con discapacidad; y la selección genética o ‘bebés a la carta’, que pueden acabar creando dos bloques de ciudadanos: los que pueden costearse esa selección y los que no.
Salvando las distancias del tiempo y las técnicas empleadas, ambos avances tienen preocupantes cosas en común con el programa nazi de esterilización y eutanasia Aktion T4, que tenía como objetivo principal una mejora de la raza.
¿Se podría considerar que los nuevos avances en genética buscan objetivos similares o los que pretendía el nazismo? ¿Estamos ante la posibilidad de la realización del sueño nazi en nuestros días?
Aktion T4: contra la ‘vida indigna de ser vivida’
Del programa eugenésico nazi Aktion T4 no se ha hablado demasiado, quizás por tratarse de un escalofriante sistema de selección para determinar quién tenía derecho a vivir, y quien no, de entre los ciudadanos más vulnerables.
¿De dónde surge el nombre de estos planes? Pues de los cuarteles generales de la organización que los llevaba a cabo, situados en Berlín, en la Tiergartenstrasse 4 (calle del Jardín Zoológico, número 4).
Su aplicación para eliminar a personas señaladas como enfermos incurables, niños con taras hereditarias, delincuentes, enfermos mentales, discapacitados físicos, pedófilos, homosexuales y, en general, adultos o ancianos considerados ‘improductivos’, fue llevada a cabo bajo la responsabilidad principal de los médicos.
La Aktion T4 se materializaba en dos vías de actuación: la eutanasia, practicada sobre personas con esa tipología, y la esterilización masiva, para que no hubiera descendencia con lo que los médicos consideraban taras que hacían infelices a las personas. Y estamos hablando de pacientes alemanes.
Cada una de esas personas era considerada y presentada por los médicos como una ‘vida indigna de ser vivida’ (Lebensunwertes Leben) y se calcula que fueron asesinadas sistemáticamente ‘por compasión’ entre 200.000 y 275.000 personas, mientras que los programas de esterilización masiva alcanzaron a más de 400.000 personas; siempre, en todos los casos, contra su voluntad o sin el consentimiento del paciente.
Las raíces, eugenesia internacional
Pero, cuando se habla de Aktion T4 no se habla exclusivamente del período en que los nazis pusieron en marcha su ‘solución final’, durante la guerra, sino que se trata de un proyecto con raíces anteriores a ese tiempo.
Viene de la doctrina eugenésica internacional de organizaciones a favor de la esterilización masiva, aplicada a gente señalada como enfermos hereditarios y establecida en países como Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Suecia, Noruega, Francia, Finlandia, Dinamarca, Estonia, Islandia o Suiza.
De hecho, democracias impecables hicieron barbaridades eugenésicas en nombre de la ciencia durante la primera mitad del siglo XX. Ya en 1931 el Papa Pío XI condenó las esterilizaciones y leyes eugenésicas de países como Dinamarca, Suecia o Noruega.
El salto a nuestros días
Llegados a este punto, cabe preguntarse: ¿cuáles son las conexiones de este plan exterminador con los avances genéticos actuales?
Nos referimos concretamente al diagnóstico prenatal, una técnica cada vez más utilizada en España, entre otros países, para evitar que nazcan niños con carencias genéticas. Cuando aparece la mínima señal adversa, el embarazo suele acabar en un aborto.
No son pocos los que se preguntan si con estas técnicas no se está recurriendo a una ‘caza’ y destrucción de los discapacitados, porque el examen prenatal habitual afecta a valores relacionados con el respeto hacia la vida humana, el respeto hacia la vida de esas personas discapacitadas.
El diagnóstico prenatal generalizado eliminaría a grupos enteros de personas, como las afectadas por el síndrome de Down, las que presentan cuadros de enfermedad mental por vínculos genéticos, como el trastorno bipolar, o los sordos.
Asimismo, la noticia de que, a primeros de enero, nació una niña en Londres sin el gen del cáncer de mama gracias a que el embrión fue seleccionado genéticamente para reducir el riesgo de padecer un futuro tumor, plantea cuestiones éticas, pero también de desigualdad social.
Además de que en el proceso se destruyen embriones, hay que tener en cuenta que sólo podrán optar a este tipo de selección de ‘bebés a la carta’ aquellos que dispongan de medios económicos suficientes para pagárselo. O sea, mientras se desmantelan cada vez más los servicios básicos de sanidad o el sistema de pensiones, al mismo tiempo se apunta hacia una selección genética para los que puedan costeársela.
De esta manera, se crearán dos bloques de ciudadanos: los hijos seleccionados y privilegiados genéticamente y los hijos de una masa de población que no tendrá medios para acceder a esa selección.
Las diferencias con la Aktion T4
Los nazis, a diferencia de los tiempos actuales, no utilizaban la genética, sino que recurrían a la eutanasia pura y dura y a la esterilización. Los médicos estaban de acuerdo y, en conjunto, se ejercía una presión sobre la sociedad que acababa por surtir el efecto deseado.
El argumento principal es que esas personas eran una carga para la familia, para la sociedad y para ellos mismos, infelices, con una vida no digna de ser vivida. Es lo que se llamaba la Volksgemeinschaft, el beneficio de la comunidad en general.
Ahora, en cambio, lo que ha cambiado fundamentalmente son las técnicas empleadas, que lejos de tener una apariencia cruenta se basan en el diagnóstico prenatal, en los bebés a la carta y en la idea de la eutanasia como modo de alcanzar una muerte digna.
Sólo cambia el aspecto técnico y el hecho de que no se impone contra la voluntad del afectado, sino que sólo lo hacen quienes quieren hacerlo. Tampoco se practica, en teoría, sin el consentimiento del paciente.
Así pues, ya no se recurre a la esterilización, sino al diagnóstico precoz, donde el médico está obligado a participar. Y se practica el aborto eugenésico ante el mínimo defecto a considerar por parte de quien se somete a las pruebas.
Como ocurría entonces, también se ejerce una gran presión social para que estas prácticas se consideren, no sólo normales, sino recomendables.
En cuanto a la eutanasia, la presión social se ve reflejada en el hecho de que cada vez se fomenta más entre las sociedades occidentales la idea de que, ante una vida no digna de ser vivida, y sin que se ofrezcan al paciente alternativas para que eso no sea así, es mejor recurrir a la solución de una ‘muerte digna’.
Cabe recordar que, sin ir más lejos, en marzo de 2006 un ministro italiano comparaba la eutanasia de la ley holandesa con el nazismo. Carlo Giovanardi, titular de Relaciones con el Parlamento, se refería al programa nazi de eutanasia infantil Aktion T4.
“La legislación nazi y las ideas de Hitler están resurgiendo en Europa, por ejemplo en Holanda, a través de la eutanasia y el debate sobre cómo se puede matar a los niños afectados por patologías”, dijo Giovanardi.
Por otra parte, mientras con el programa Aktion T4 uno de los argumentos era el sentido patriótico nacional, “es bueno para el país”, ahora se utiliza el ‘buenismo’, el hacerles sentir que son una carga y que es mejor acabar con esa situación.
Artículo originalmente publicado por Forum Libertas