Liberado tras siete semanas retenido en Nigeria afirma que sus captores no eran monstruos sino sólo jóvenes entregados a la banalidad del mal
Jóvenes normales: así ve a sus secuestradores el padre Georges Vandenbeusch, retenido en Nigeria durante siete semanas por la secta islamista Boko Haram, y le inspiran una reflexión sobre la banalidad del mal.
“No son terroristas, son como cualquier joven; en nuestras mentes persiste siempre la idea de que son monstruos, pero la monstruosidad es más compleja, invisible –explica a Radio Vaticano el sacerdote tras su liberación, el 31 de diciembre-. Es la realidad del mal lo que debe hacernos vigilantes; si el mal es monstruoso, se le puede reconocer, verlo y preservarse de él”.
“Siempre se cree que los que hacen el mal son extraterrestres”, continúa el padre Georges al diario Figaro, pero “son jóvenes como los demás, se parecen a los jóvenes de mi parroquia”.
Su objetivo durante estas semanas de cautiverio: continuar vivo y no deshumanizarse. “Mis días eran muy simples porque no había casi nada. El mejor momento de la jornada era el pequeño espacio de aseo que hacía porque entonces cada gesto tenía sentido. Quería continuar vivo. Me ocupé de hacer mi aseo como si fuera una especie de pequeño rito para no deshumanizarme. El inodoro, el plato de pastas. Escogía los horarios de mis comidas por ejemplo, para crearme un pequeño ritmo, una pequeña coherencia diaria, para no perder el hilo”, explica.
“Al verlos vivir, les di pequeños nombres”, continúa: “había quien se cuidaba de sí mismo y quien se peinaba, quien se tropezaba con todo, el que comía mucho, los que reían, el que sospechaba, el curioso,… cada uno tenía su nombre”.
El 5 de enero, domingo de Epifanía, el padre Georges celebró su primera misa dominical tras su secuestro, ocurrido el 10 de noviembre. En la catedral de Nanterre, el padre Vandenbeusch fue acogido por un “estruendo de aplausos”, relata France Info.
“Para esta misa de Epifanía un poco especial, se habían desplazado hasta allí muchos creyentes pero también sacerdotes de todo el mundo. El sacerdote (···) fue acogido como un héroe y tenía derecho a un baño de multitudes”.
“Es providencial que mi primera misa de domingo desde mi vuelta sea la de la Epifanía, y el día de la colecta para las Iglesias de África”, destacó a Radio Vaticano. “Ahora aspiro a volverme hacia el futuro, a no ser ya más un ex secuestrado, sino el padre Georges”.