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Curia Romana: la reforma será profunda y llevará tiempo

Pope Francis meets with the Council of Cardinals – es

© ServizioFotograficoOR/CPP

Pope Francis meets with the Council of Cardinals that will help him in the government of the universal Church and to study project for the review of the Apostolic Constitution Pastor Bonus on the Roman Curia, in the private library of the papal apartment in the Vatican Apostolic Palace

Jesus Colina - Alfa y Omega - publicado el 13/12/13

Se trata de mostrar el verdadero rostro de la Iglesia, afirman los cardenales

La reforma de la Curia que ha emprendido el Papa será profunda, llevará tiempo, y exigirá una conversión de corazones. Estas tres conclusiones se deducen de la segunda tanda de reuniones del Papa con el Consejo de 8 cardenales, del 3 al 5 de diciembre. Participó también el nuevo Secretario de Estado. «Será una reforma según el Espíritu» que ayudará a mostrar mejor «el verdadero rostro de la Iglesia», confía monseñor Parolin

Tras la primera tanda de reuniones, en octubre, en la que se analizó la reforma del Sínodo de los Obispos como órgano de consulta permanente del Papa, en esta ocasión se ha comenzado a hacer un repaso de los diferentes organismos del Vaticano (las Congregaciones, los Consejos Pontificios, etc.) El Papa sólo se ausentó para participar en la Audiencia general del miércoles, en la que el frío y el cansancio le provocaron un ligero malestar.

En el primer día de esos encuentros, el padre jesuita Federico Lombardi, director de la Oficina de Información de la Santa Sede, dejó claro que la reforma de estos organismos, que reúnen a unas dos mil personas, no se puede hacer en pocos días. Recordando que la reforma tiene lugar por petición de las congregaciones de cardenales previas al último cónclave, el portavoz aclaró que «es oportuno recordar que no se trata de dar unos retoques o modificaciones» a la Constitución Pastor Bonus, publicada por Juan Pablo II en junio de 1988 y que hoy determina la organización de la Santa Sede. Más bien, los cardenales junto al Papa están trabajando en una Constitución totalmente nueva.

Estamos hablando de una reforma que, más que meses, llevará algún año, como suele suceder con cuestiones importantes en la Iglesia. De hecho, el análisis que se ha hecho de los diferentes organismos vaticanos en estos días no se da por cerrado, según aclaró el padre Lombardi. «Se trata más bien de una primera consideración que, claro está, tendrá que ser retomada en el marco de una sucesiva consideración de conjunto».

En general, según ha declarado en varias ocasiones el coordinador del Consejo, el cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, los cardenales buscan unificar y simplificar las instituciones existentes, según los objetivos fundamentales. La tarea es realmente enorme: en pocas palabras, es como si un Estado reescribiera los estatutos de todas sus instituciones de gobierno, administración y justicia. Al fin y al cabo, la Curia romana es un organismo de servicio al Papa en su tarea de comunión de una Iglesia que cuenta con más de mil millones de bautizados.

La tercera tanda de reuniones del Consejo tendrá lugar del 17 al 19 de febrero, antes del consistorio del Colegio cardenalicio previsto para los días 20 y 21, y del consistorio para la creación de nuevos cardenales del 22.
Protección a los menores

Y mientras el Consejo afronta las cuestiones organizativas de fondo, el Pontífice está creando comisiones específicas para afrontar asuntos particularmente graves o urgentes, que no pueden esperar a la reforma general. Al concluir los encuentros del C8, se informó de que el Papa ha decidido acoger la propuesta de los cardenales de crear de una Comisión que tendrá como objetivo específico prevenir decididamente y de manera permanente cualquier caso de pedofilia dentro de ambientes eclesiales. Comisiones semejantes el Papa ha creado para revisar cuestiones financieras de la Santa Sede. Esta Comisión deberá «aconsejar al Papa Francisco sobre el compromiso de la Santa Sede en la protección de los menores y en la atención pastoral a las víctimas de los abusos», explicó a los periodistas el cardenal Sean O'Malley, OFM Cap, arzobispo de Boston, miembro del Consejo cardenalicio.

La Comisión tendrá tres objetivos. Ante todo, «informar sobre el estado actual de los programas para la protección de la infancia en la Iglesia». En segundo lugar, formulará «sugerencias de nuevas iniciativas por parte de la Curia, en colaboración con los obispos, las Conferencias Episcopales, los Superiores religiosos y las Conferencias de Superiores religiosos». En tercer lugar, deberá «proponer nombres de personas aptas para la actuación sistemática de estas nuevas iniciativas, incluyendo laicos, religiosos y sacerdotes con competencias en la seguridad de los menores, en las relaciones con las víctimas, en la salud mental, en la aplicación de las leyes».

La Comisión, cuyos miembros todavía no se han dado a conocer, establecerá «códigos de conducta, certificación de idoneidad para el ministerio sacerdotal, detección y verificación de antecedentes penales; estado de las solicitudes de evaluación psiquiátrica; cooperación con las autoridades civiles, denuncia de los delitos, respeto de las leyes civiles; comunicaciones relativas a los clérigos culpables». Asimismo, dará «apoyo pastoral a las víctimas y sus familias; atención espiritual, servicios de salud mental, colaboración con expertos en la prevención del abuso contra los niños, en psicología, sociología, Derecho etc.»

El verdadero rostro de la Iglesia

La única persona externa que ha participado en las reuniones de este Consejo, celebradas en la residencia de Santa Marta, donde vive el Pontífice, ha sido el arzobispo italiano Pietro Parolin, nuevo Secretario de Estado. En un encuentro con los periodistas, monseñor Parolin aclaró que las reformas que está promoviendo el Papa Francisco «se proponen mostrar el verdadero rostro de la Iglesia». Por eso, «espero realmente que sea una reforma según el Espíritu. Por supuesto, las estructuras deben ser reformadas para ser cada vez más reflejo del Evangelio y para ser aún más eficaces en el ejercicio concreto del servicio que deben brindar, pero lo importante es que -como nos pide el Papa- nos encaminemos todos en esta dimensión de renovación personal -para usar una palabra cristiana-, de conversión continua». La esperanza de monseñor Parolin es que esta reforma de las instituciones vaticanas sirva también para llevar «el Evangelio a todas las personas», que es el objetivo primario de la Iglesia.

Al día siguiente de la conclusión de la reunión de este Consejo, el Papa y sus colaboradores de la Curia romana dejaron sus actividades ordinarias para escuchar la primera meditación de Adviento, el período litúrgico de preparación a la Navidad, del predicador de la Casa Pontificia, el padre Raniero Cantalamessa. El fraile capuchino, que escogió como tema Francisco de Asís y la reforma de la Iglesia por el camino de la santidad, aseguró que toda reforma debe comenzar por la conversión personal. Francisco de Asís, dijo, «nunca pensó en ser un reformador de la Iglesia». Él sólo quería «revivir en el mundo la forma y el estilo de vida de Jesús».

Al escribir la Regla para los frailes, Francisco comenzó con estas palabras: «La Regla y vida de los Hermanos Menores es ésta, a saber, guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo». Como se puede ver, comentó el predicador del Papa, «Francisco no teorizó su descubrimiento, haciendo el programa para la reforma de la Iglesia. Él realizó en sí la reforma y, de este modo, indicó tácitamente a la Iglesia el único camino para salir de la crisis: volver a acercarse al Evangelio, a los hombres, y en particular a los humildes y a los pobres».

Francisco, siguió diciendo Cantalamessa, hizo lo que se propuso el Concilio Vaticano II: «Romper el aislamiento de la Iglesia, volverla a poner en contacto con la gente. Uno de los factores de oscurecimiento del Evangelio era la transformación de la autoridad de servicio a poder, creando conflictos infinitos dentro y fuera de la Iglesia. Francisco, por su cuenta, resuelve el problema en sentido evangélico. En su Orden, novedad absoluta, los superiores se llamarán ministros, es decir, siervos, y todos los demás frailes, es decir, hermanos».

Para reformar la Iglesia, concluyó el padre Cantalamessa, es necesario comenzar por la reforma de uno mismo: significa «poner siempre en primer lugar, en nuestras intenciones, la gloria de Cristo».

Artículo publicado originalmente por Alfa y Omega

Tags:
curia romanapapa francisco
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