La presentación y la promoción de la “teología de la mujer” depende sobre todo de las mujeresHay mucho por aclarar, hoy, sobre las características propias de la feminidad (el llamado por san Juan Pablo II “genio femenino”) y sobre la aportación de las mujeres a la Iglesia y a la sociedad. Lo ha señalado más de una vez el papa Francisco, por ejemplo en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium.
“Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente”.
En su viaje de vuelta de Brasil, el 28 de julio de 2013, respondiendo a los periodistas en el avión, el Obispo de Roma dijo:
“No nos podemos limitar a las mujeres monaguillo, a la presidenta de Cáritas, a la catequista… ¡no! Tiene que haber algo más, hay que hacer una profunda teología de la mujer”.
Él mismo ha realizado su aportación personal en esta búsqueda de lo característico de la mujer. En su discurso a los participantes del seminario organizado por el Consejo Pontificio para los Laicos en el 25º aniversario de la Mulieris dignitatem, destacó de las mujeres una particular sensibilidad hacia las “cosas de Dios”, especialmente en la ayuda a una mejor comprensión de la gracia, la ternura y el amor que Dios tiene a cada uno de nosotros.
Para el papa Francisco, la función de la mujer no se reduce a una actividad concreta. Él habla de una manera de ser.
Muchos dones a ofrecer
En este sentido, la secretaria de la Comisión Pontificia Bíblica Núria Calduch-Benages, destaca la necesidad de promover -sin infravalorar nunca valores como la maternidad o la virginidad- los dones intelectuales, espirituales y pastorales que las mujeres pueden ofrecer a la Iglesia.
“¡Son muchos! –indica a Aleteia-. Lo que falta en la Iglesia es una presencia más incisiva de la mujer. Sobre todo en los lugares en los que se toman decisiones importantes. Pero la cuestión de fondo sigue siendo la exclusión de las mujeres del ejercicio de la autoridad en la Iglesia”.
Calduch-Benages también subraya la “impresionante e indiscutible” contribución de las mujeres a la Iglesia a lo largo de la historia.
Y afirma que “el feminismo ha conseguido unir a miles de mujeres de todo el mundo en la lucha por una sociedad más digna y más justa en la que se respeten los derechos humanos por encima de todo”.
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El ser, más importante que el hacer
El papa Francisco ha recordado, entre otras cosas, que María es más importante que los apóstoles. ¿Qué significa eso, en los ámbitos de la Iglesia y la vida social?
A esta pregunta respondió el nuncio apostólico en Irak y Jordania, Giorgio Lingua, el 25 de septiembre de 2013 en Amán (Jordania), en su discurso de bienvenida al Congreso Las mujeres creyentes al servicio de la vida, la dignidad y el bien común.
“Significa que ser cristiano es más importante que el papel, la función, que uno desempeña en la comunidad; que el “sacerdocio común” (el sacerdocio que todos recibimos en el bautismo) es más importante que el “sacerdocio ministerial”; significa que la “caridad” es más valiosa que la “autoridad”; que el “testimonio” es más valioso que las “palabras”, significa que “ser” es más importante que “hacer”, el “servicio” más que el “poder””.
Dar la Palabra a través de la vida
Pueden decirse muchas cosas sobre la esencia de la mujer. Pero sólo una mujer que viva su feminidad será capaz de transmitir esa esencia, de permitir a los demás percibir lo que es el “genio femenino”.
Por eso, la tarea de presentar y promocionar una teología de la mujer depende en particular de las mujeres, destacó el nuncio en Irak y Jordania ante las líderes católicas del mundo.
Según monseñor Lingua, las mujeres son las que mejor pueden llegar a presentar “una teología desde el punto de vista de la mujer, con su sensibilidad, su inteligencia, su metodología, con su diversidad”.
Respecto a la manera femenina de llevar el Evangelio, el nuncio apuntó que “quizás una peculiaridad de las mujeres en la evangelización es precisamente esta: dar la Palabra -la Palabra de Dios, por supuesto- más que a través de “palabras”, a través de vida, a través de su testimonio”.
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