La voz española del cónclave, nuevo secretario general de la CEE
Hace años un cura estirado me dijo que no era bueno que yo fuese tan amigo del sacerdote José María Gil Tamayo, recién nombrado Secretario de la Conferencia Episcopal Española. Me urgía a “mantener distancias” por supuestas diferencias entre su cargo y el mío, ambos en el ámbito de la Pastoral de las Comunicaciones Sociales.
Yo le dije que hablaba no sólo como si la Iglesia fuese una empresa sino, lo que es mucho peor, como si fuese un conjunto de empresas compitiendo agresivamente entre si. Menos mal que hace unos meses el Espíritu Santo nos mandó un Papa que nos recuerda todos los días que la Iglesia no es una empresa, y que los eclesiásticos no debemos hacer carrera y menos a base de dar codazos a diestra y siniestra.
La elección por parte de los obispos españoles de José María Gil como secretario de su principal órgano de comunión que es la Conferencia Episcopal es un inmenso acierto del episcopado español. Han elegido a un sacerdote sabio y humilde, un hombre de comunión y de diálogo.
Ayudará a que la Conferencia Episcopal sea no sólo estructura de comunión, sino escuela de comunión, escuela de espiritualidad de comunión, como decía Juan Pablo II, entre los obispos, entre las comisiones, entre todos. Conoce bien esa casa, tras años de dedicación al servicio de la Comisión de Medios, y tiene la gran habilidad de ni dejarse encasillar ni encasillar a nadie, que es una gran tentación clerical. José María Gil no entiende de conservadores y progresistas, de grupos o de capillas, entiende sólo de personas, de personas que quieren a la Iglesia y que deben ser queridas por la Iglesia.
Y también ayudará a la mejor presencia de la Conferencia Episcopal ante la sociedad española a través de los Medios de Comunicación. El nuevo secretario de la Conferencia es un magnífico comunicador. No por casualidad la Santa Sede le puso como segundo portavoz del Vaticano, junto al Padre Lomabardi, en el intenso periodo informativo desde la renuncia de Benedicto XVI a la elección del Papa Francisco. Se lleva muy bien con todos los periodistas especializados en información religiosa, desde los más afines a los más críticos con las instituciones de la Iglesia, y tiene además un trato directo y asiduo con los principales comunicadores de este país y con los principales empresarios de los medios. Seguro que con él ganará mucho la imagen mediática de la Iglesia española y su fluidez y trasparencia informativa.