Comunicación para el “peregrino existencial”

Felipe de Jesús Monroy González, director Vida Nueva México, ha hecho una reflexión sobre el recién anunciado tema que el Papa Francisco eligió para la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: “Comunicación al servicio de una cultura del encuentro”.

En su reflexión, Monroy González , quien cubrió el último viaje de Benedicto XVI a México y Cuba y la JMJ de Brasil, apoteosis del Papa Francisco, apunta que el pontífice dibujó, con este tema “una condición humana interesante: el peregrino existencial. En su mensaje insiste en que se debe acompañar a este peregrino, ir a su paso, encender su corazón y encontrar juntos una casa de referencia”.

Acto seguido, el director de Vida Nueva México responde en tres puntos, tanto la esencia del peregrino existencial como aquél que lo acompaña de manera misericordiosa, enseñándole que su meta es Jesús; aquél que le comunica la buena nueva.

Acompañar, ir al paso.

Para Monroy González una de las principales angustias modernas es el futuro. “La necesidad de saber a dónde vamos como sociedad, como seres humanos, exige cada vez una mayor cantidad, agilidad y certeza de la información que recibimos del exterior. Así de pronto nos encontramos en medio de una gran nube de datos, sucesos y acontecimientos”.

Con la imagen de la nube de información se presenta a los ojos del crítico el tema propio de la era de la incertidumbre, nuestra era.  “Frente a este escenario, Bergoglio rescata la regla del peregrino: ir a su paso, acompañarlo”.

En materia de comunicación esta propuesta significa la compartición del camino entre la comunicación y el viandante.  “La comunicación –subraya Monroy González– no puede prescindir de la realidad y acompañar al ser humano en su búsqueda de trascendencia no es posible esgrimiendo prestidigitación ilusoria, ‘manipulando las conciencias’, como critica Francisco. Aquí hay mucho que aprender para quienes aún inmersos en la nube, se cubren los ojos o intentan cubrir los de los demás”.

Encender los corazones

El tema segundo que aborda el director de Vida Nueva México es –después de la nube—la niebla. Sin una brújula el camino se hace errático, la ruta se vuelve amarga.  La pregunta obligada, desde la reflexión que hace el Papa Francisco a la comunicación es, justamente, qué comunicar.  El propio Papa, enlista Monroy González, da la pauta: comunicar “la belleza de todo lo que constituye el fundamento de nuestro camino y de nuestra vida, la belleza de la fe, la belleza del encuentro con Cristo. También en el contexto de la comunicación es necesario que la Iglesia consiga llevar calor, que enardezca los corazones… Tenemos un tesoro precioso que transmitir, un tesoro que da luz y esperanza”.

“Sin embargo, aquel tesoro por transmitir –por muy cierto y urgente que nos parezca-, no puede ser manipulado, no puede ser ‘inyectado’ a fuerza como lo anuncia la teoría hipodérmica de la comunicación, no es ‘un lavado de cerebro teologal’ ni el ‘acoso’ que el ‘ingeniero espiritual’ desea provocar, como apunta Bergoglio. Pero tampoco debe ser dado con la indiferencia que el mecenas anónimo del relato da la limosna pues queda claro que sólo provocó discordia”, concluye en este punto Monroy González.

Encontrar una casa

El tercer punto es la parte nodal del mensaje del Papa para la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales: acercarnos al prójimo,  Monroy González señala que la comunicación no es un instrumento, sino un acontecimiento.

“En comunicación –dice el periodista mexicano– esto no es simplemente ética, es corresponsabilidad. Si entre los objetivos fundamentales de los medios es que en el ámbito social se promueva la justicia, la búsqueda de bien común y el auxilio a las personas a encontrar la verdad esto sólo puede hacerse cuando entre todos los sectores de la sociedad se propicia el intercambio de ideas y de informaciones y cuando ofrecen a todas las opiniones responsables la oportunidad de hacerse oír”.

Hoy mismo, el panorama comunicativo se ha convertido en un ambiente vital y virtual donde no ciertamente abunda el encuentro.  Por ello el objetivo es que la comunicación se inserte en el diálogo contemporáneo en que hombres y mujeres cada vez más van perdiendo la capacidad de tener una “casa de referencia”.

De esto saca Monroy González una serie de enseñanzas: insertarse en el diálogo para comprender y auxiliar, escuchar y resolver “no con sentencias ni pronunciamientos sino caminando, buscando aquello anhelado por cada uno y que al mismo tiempo es lo anhelado por todos”.