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¿El Papa Francisco contra el “Lobby Gay” secreto vaticano?

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Aleteia Team - publicado el 12/06/13

Admitir que existe es un paso importante, pero detenerlo puede ser más difícil de lo que parece

Un rumor estuvo rondando en el Vaticano durante la renuncia del Papa Benedicto XVI, respecto a que ésta se debía a que un “escándalo gay” estaba por ocurrir que implicaría a altos miembros de la curia. La prensa de todo el mundo publica hoy los comentarios que el Papa Francisco habría hecho durante un encuentro con miembros de la Confederación de religiosos y religiosas para América Latina y el Caribe:

“Sí, es difícil. En la curia hay gente santa, verdadera gente santa. Pero también hay una corriente de corrupción, existe, es verdad… hablan de un “lobby gay” y es verdad, está ahí… tenemos que ver lo que podemos hacer…”.

(Nota del editor: Hoy la CLAR ha hecho público un comunicado en el que aclara que las palabras del Papa procederían de una síntesis de esta reunión que estaba destinada a la memoria personal de los mismos participantes y de ninguna manera a la publicación para la cual, de hecho, no se había pedido autorización alguna. “Es claro que sobre esta base no se pueden atribuir al Santo Padre, con seguridad, las expresiones singulares contenidas en el texto, sino solo su sentido general”, ver http://es.radiovaticana.va/news/2013/06/12/declaraci%C3%B3n_de_la_clar_sobre_conversaci%C3%B3n_con_el_papa_/spa-700702)

La existencia de un significativo número de hombres homosexuales en el sacerdocio católico ha sido discutida abiertamente durante algún tiempo. El libro de Michael Rose en 2002 Goodbye Good Men impresionó a muchos católicos al exponer la rampante subcultura homosexual dentro de los seminarios estadounidenses.

Cualquiera que haya estado cerca de un sistema de seminario en Gran Bretaña o Estados Unidos tiene historias similares para contar como la que me contó un joven, quien en su primera noche en el seminario fue invitado a una obvia fiesta gay en donde el rector del mismo apareció usando una camiseta que ponía enfrente, “¿Soy gay?” y en la parte de atrás, “Pregúntale a mi novio…”.

Abundan historias de primera mano de jóvenes convencionales que reciben proposiciones por parte de miembros de grupos homosexuales y que luego son perseguidos y, finalmente expulsados por no estar conformes con la prevaleciente subcultura gay. En 2005 el Vaticano ordenó una investigación en los seminarios de Estados Unidos y las cosas han mejorado considerablemente desde entonces. El Papa Francisco ha indicado ahora que una subcultura homosexual similar existe dentro del Vaticano y que él quiere hacer algo al respecto.

Quizá sea más difícil de lo que él piensa. La “mafia de lavanda” en los seminarios estadounidenses se había vuelto evidente. Los profesores de los seminarios no sólo participaban de relaciones homosexuales, sino que defendían “los derechos de los homosexuales” y promovían activamente las opciones homosexuales. Habían muchos testigos y evidencias.  Era comparativamente fácil, por lo tanto, erradicar el problema.

La situación en el Vaticano es mucho más oculta. Pueden haber homosexuales activos en el clero y el personal en el Vaticano, pero es muy poco probable que sean defensores de los gays. Por el contrario, si hay un “lobby gay” es mucho más probable que esté relacionado con un club de principiantes. La homosexualidad en sí misma nunca será mencionada. Todo será comunicado con un guiño o un empujoncito. Los nombramientos se otorgarán a los favoritos, los pecadillos serán colocados bajo la alfombra y los ojos vendados se volverán hacia la indiscreción sexual.

¿Qué se puede hacer acerca de la sociedad secreta que no tiene miembros obvios y que permanece siendo nada más que una colección de amigos imprecisos? No mucho. No es pecado para un hombre experimentar atracción por el mismo sexo; ni está prohibido tener amigos cercanos. De hecho, un sacerdote célibe necesita amistades cercanas, que le apoyen, y que se aliente un fuerte espíritu fraternal entre el clero.

No sería correcto lanzar una caza de brujas – sospechando que cada sacerdote con amigos cercanos hombres forme parte de un grupo homosexual; ni tampoco sería posible investigar cada habitación en el Vaticano para ver si existen comportamiento ilícitos. ¿Qué podemos hacer? ¿Mandar a la policía católica de las habitaciones? ¿Monitorear las actividades extra laborales de cada sacerdote? ¿Revisar cada compañero de vacaciones, reserva de hotel y “amigo especial”?

Es incluso más complicado: es posible que existan homosexuales activos en el Vaticano, pero que el “lobby gay” al que se refiere podría ser un grupo de hombres que son homosexuales célibes – hombres que funcionan dentro de las redes de otros hombres que comparten las mismas propensiones no sólo sexualmente, sino también en materia de gusto litúrgico, política eclesiástica y puntos de vista teológicos.

Pensamos en activistas homosexuales como liberales radicales, pero existe esta otra categoría de clero católico de orientación homosexual que son conservadores teológica y litúrgicamente, y estrictamente célibes. Si estos sacerdotes conservadores son el “lobby gay” al que se refiere, entonces la situación es incluso más compleja. No pueden ser removidos porque no están haciendo nada malo; además sus enemigos podrían ser los liberales radicales que no están de acuerdo con su postura conservadora, y con el hecho (en su opinión) que estos hombres son “homosexuales reprimidos” hipócritas. Por lo que, en un intento por socavar su postura conservadora, los liberales podrían estar apuntando a este grupo como el “lobby gay” secreto que necesita ser sacado a la luz y reorientado.

Si el Papa Francisco decide emprender acciones contra este secreto “lobby gay” la mejor forma de ir adelante no sería purgar o hacer una caza de brujas, sino hacer un llamamiento positivo a los miembros de la curia de vivir de acuerdo a sus votos sacerdotales. No importa cuan compleja es la situación, el problema se resolverá no castigando y rechazando, sino renovando y reformando desde dentro el corazón humano. Esta renovación y esta reforma requieren un regreso a los ideales del Evangelio de Cristo como son la sencillez, el sacrificio y el servicio – ideales que el Papa Francisco vive y que el resto de los sacerdotes de la Iglesia Católica deberían imitar.

P. Dwight Longenecker es el párroco de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario en Greenville, SC. Visita su blog, hojea sus libros y permanece en contacto en dwightlongenecker.com

Tags:
homosexualidadpapa francisco
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