Algunos dicen que hay miembros de la masonería entre los católicos, incluso en las más altas esferas, pero…La masonería es una institución –quizás fuera mejor hablar de “instituciones”, pues hay distintas “obediencias”- que tuvo su origen supuestamente en gremios de albañiles especializados (mason significa albañil en inglés), y evolucionó, conservando símbolos originales –de instrumentos de construcción- hasta una sociedad que englobaba a intelectuales, con un ideario propio. Este cambio ya es apreciable a inicios del siglo XVIII.
Se autodefine como una sociedad filantrópica, simbólica y filosófica, fundada bajo el sentimiento de fraternidad, de carácter iniciático, discreta y ritualizada.
“Discreta” se utiliza para decir que no es secreta, lo cual es solo parcialmente cierto: es verdad que está registrada y se conocen sus dirigentes, pero también lo es que la pertenencia se suele ocultar.
No es propiamente religiosa, pero eso no significa que se desentienda de la religión.
En realidad su filosofía es contraria a cualquier religión que tenga pretensión de revelada, y muy particularmente a la Iglesia católica.
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La masonería anglosajona original profesaba un deísmo, muy difundido en círculos intelectuales de las islas británicas, que venía a sostener la existencia de un Dios que ha creado el mundo, para dejarlo después a su suerte.
Cuando cruzó el Canal de la Mancha y se estableció en Francia, dio lugar a la que ha sido el modelo de masonería continental: la francmasonería.
Esta adoptó y promovió el ideario de la llamada Ilustración. Un racionalismo que con respecto a Dios podía ser deísta, agnóstico o ateo, pero que en todo caso tildaba de supersticiosa e irracional cualquier fe revelada, y se ha mostrado más beligerantemente anticatólico que sus ramas anglosajonas.
La filantropía es sin duda un ideal masónico, pero en la práctica se encuentra bastante diluida por una ética que no suele ir más allá de las buenas intenciones, a la que por tanto podría calificarse de aburguesada. Eso se refleja también en la fraternidad, que no suele trascender la mutua asistencia entre sus propios afiliados.
En cuanto a las formas, la masonería es claramente hija de su tiempo, que es el barroco. Está fuertemente ritualizada, desde la vestimenta hasta los templos masónicos y las ceremonias.
También propio de esa época es que fuera una sociedad exclusivamente masculina. Solo en tiempos muy recientes se ha abierto la puerta a las mujeres, aunque más frecuentemente con la creación de logias femeninas que con la admisión de mujeres a logias tradicionales.
La masonería tiene una compleja historia en la que no han faltado conflictos internos y escisiones, aunque en la medida de lo posible se haya tratado de ocultar cualquier episodio de conflictividad. En general, esto ha dado lugar a la existencia de varias agrupaciones conocidas como obediencias, cada una con rituales distintos.
En España ha habido dos obediencias principales, agrupadas en torno al llamado Gran Oriente de España y la llamada Gran Logia Española, de forma que cualquier otro exponente ha sido residual.
La organización es doble. Por una parte, se estructura en pequeños grupos llamados logias, de pocos componentes por lo general, cada una con su propio lugar de reunión –a la que también se le suele llamar logia– y sus propias reuniones –tenidas-, con escasa comunicación entre ellas.
Sus componentes pueden tener tres grados: aprendiz, compañero y maestro. Por otra parte, se organiza teniendo en cuenta los llamados grados, escalafones en su plena integración.
En el rito más común, llamado escocés antiguo, hay 33 grados. Especialmente a partir del grado 17, forman círculos concéntricos con reuniones más informales, el último de los cuales es el Supremo Consejo del Grado 33, al que pertenecen quienes han alcanzado el último grado.
Influencia
Resulta clara la influencia masónica en la política en aquellos países en los que está bien asentada. Parece algo exagerado decir que el laicismo contemporáneo es obra exclusiva de la masonería, pero es más que claro que lo promueven y apoyan con una militancia activa, al menos en el continente europeo y otras zonas como Latinoamérica.
Haría falta un extenso estudio de cada país para dar detalles al respecto. Un análisis más detallado también sacaría a la luz que ciertos acontecimientos se explican por los conflictos existentes entre logias, lo cual no aparece nunca en las historias de la masonería que publican los propios masones, pues difiere de la imagen que se quiere dar.
Con respecto a la Iglesia católica, conviene distinguir entre la compatibilidad y la beligerancia. Esta última se puede discutir: los masones la niegan, pero suele ser una realidad en la masonería continental y está mucho más atenuada en la anglosajona.
Pero lo que está fuera de cualquier duda es que el ideario masón es incompatible con en credo católico, y lo es en sus mismas raíces.
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Esto ha sido declarado por la Iglesia en reiteradas ocasiones, también recientemente, y el hecho de que hoy no esté vigente la automática excomunión de quien ingrese en la masonería como sucedía en el pasado, no significa nada a este respecto.
¿Hay masones en el Vaticano? Lo cierto es que lo que he leído y oído hasta la fecha no va más allá de la rumorología, sin pruebas ni nombres. Y, la verdad, no es algo que merezca mucho crédito.
Imposible no es, pero en todo caso estaríamos hablando de una oveja negra en el redil, como puede haberla por otro motivo.
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Con todo, cuando se oye decir que alguien es masón, conviene no perder de vista un detalle. Los masones, salvo expulsión, no admiten bajas. A quien ha dejado la organización lo llaman durmiente, pero siguen considerándole masón.