Puede ser más o menos conveniente, pero no es una herejíaEn estos momentos en que expertos sanitarios desaconsejan comulgar en la boca para frenar la expansión del coronavirus COVID-19, algunos dudan sobre si es lícito y conveniente recibir la comunión en la mano. Recuperamos para la ocasión esta respuesta de un sacerdote experto de Aleteia:
En 1969, Pablo VI, en la Instrucción Memoriale Domini sobre el modo de recibir la comunión, aunque no alteraba el uso tradicional, dejó la puerta abierta para que las conferencias episcopales pudieran permitir la recepción en la mano.
La española, aprovechando esta provisión, lo autorizó. Eso sí, lo autorizó como posibilidad, lo que quiere decir que la persona en cada caso puede decidir el modo de recepción; no se puede imponer. Hoy sigue vigente este régimen.
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Sinceramente, creo que la introducción de esta modalidad no ha traído buenos frutos. Se hace más fácil un trato menos reverente, y, lo que es peor, la posibilidad de robos sacrílegos.
Y en muchos lugares se ha olvidado que la recepción de la Eucaristía en la mano incluye un signo de reverencia –normalmente una inclinación de cabeza- previo a la recepción.
De ahí que, por ejemplo, en la diócesis de Madrid se haya recordado recientemente que debe recibirse siempre de cara al altar y sumir la Hostia antes de girarse, además del signo previo de reverencia.
No me parece aventurado decir que la tendencia actual es la de acabar suprimiendo esta posibilidad –o, si se prefiere, de reservarla al clero-.
Es sabido que el primero al que no le convencía es Benedicto XVI, que dispuso que en las misas que él celebre se comulgue siempre en la boca.
Pero, claro, tengo que añadir que no soy profeta ni hijo de profeta, y por tanto no sé si seguirá vigente la autorización de comulgar en la mano, y por cuánto tiempo.
No hay razones teológicas que avalen este tipo de recepción. La única que se ha esgrimido –que no es propiamente teológica- es la semejanza con los primeros cristianos.
Pero lo que muestra la historia de la liturgia es que ya muy al principio, y precisamente por la reverencia que merecía el sacramento, se separó la celebración eucarística de la cena fraterna y se buscó la mejor manera de dignificar la comunión.
En cuanto a razones prácticas, no las hay. Hace poco, con la infundada alarma de la gripe A, se pensó que comulgando en la mano disminuía la posibilidad de contagio, pero de nuevo se vio que no era así.
De todas formas, una cosa es ser partidario de que se vuelva a la tradicional recepción en boca de modo generalizado, y otra muy distinta es decir que la recepción en la mano es signo de herejía, o un sacrilegio. No es así.
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