Campaña de Cuaresma 2025
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En la Ciudad Vieja de Jerusalén, bajo las antiguas piedras de la Iglesia del Santo Sepulcro, los arqueólogos han descubierto vestigios de lo que una vez fue un jardín, con olivos y vides. El descubrimiento, del que informa el Times of Israel, ofrece un sorprendente eco del Evangelio de Juan, que sitúa la crucifixión y el entierro de Jesús en un jardín.
El Evangelio dice: "En el lugar donde fue crucificado había un huerto; y en el huerto, un sepulcro nuevo, en el que nunca se había acostado a nadie. Y como era el día de la Preparación judía… pusieron allí a Jesús" (Jn 19,41-42).
El equipo arqueológico, dirigido por la profesora Francesca Romana Stasolla, de la Universidad Sapienza de Roma, hizo el descubrimiento durante una excavación a gran escala bajo el suelo de la basílica.
Mediante análisis arqueobotánicos y de polen, hallaron pruebas del cultivo del olivo y la vid que se remontan a hace unos 2.000 años. Los estratos pertenecen a la época precristiana, lo que confirma que no se trataba solo de terreno urbano, sino de tierra viva, probablemente agrícola, antes de convertirse en suelo sagrado.
"Esta zona, en la época de Jesús, estaba todavía fuera de las murallas de la ciudad", explicó Stasolla en una entrevista con The Times of Israel. "Solo décadas después pasó a formar parte de la Aelia Capitolina romana".
Esa cronología apoya la narración evangélica: un tranquilo jardín, labrado con tumbas en una cantera en desuso, justo más allá de las murallas de Jerusalén.
La iglesia del Santo Sepulcro, que hoy comparten comunidades ortodoxas, católicas y armenias, señala los lugares tradicionales del Gólgota -donde Jesús fue crucificado- y de la tumba donde fue depositado.
Santa Elena, madre del emperador Constantino, identificó el lugar en el siglo IV, y poco después se construyó la primera basílica.
Bajo las modernas baldosas de piedra -algunas datan del siglo XIX-, el equipo de Stasolla ha descubierto capas arqueológicas que se remontan hasta la Edad de Hierro. Cerámica, lámparas de aceite y enterramientos revelan la larga transformación del lugar: de cantera, a cementerio y jardín, al santuario más sagrado de la cristiandad.

Sección por sección
Las obras comenzaron en 2022 como parte de un proyecto de restauración más amplio, la primera gran reforma desde el siglo XIX. Las tres iglesias que comparten la responsabilidad de la basílica superaron décadas de desacuerdo para sustituir el viejo suelo. Con ello llegó un acuerdo poco frecuente: permitir el acceso de los arqueólogos bajo él.
"No podemos excavar todo a la vez", explica Stasolla al Times of Israel. "Trabajamos sección por sección, cerrando cuidadosamente cada zona para que los peregrinos puedan seguir accediendo a la iglesia, especialmente cuando se acerca la Semana Santa".
Aunque aún están pendientes las pruebas de radiocarbono, los hallazgos ofrecen nuevas resonancias a la historia de la Pasión.

