La ausencia de una imagen del Papa desde el inicio de su hospitalización en el policlínico Gemelli, el 14 de febrero, ha suscitado interrogantes. Pero más que a una sacralización de la figura papal, la invisibilidad del pontífice parece responder a una simple lógica de pudor y discreción médicaCampaña de Cuaresma 2025
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"Cada uno es libre de elegir cómo y cuándo ser visto": la elíptica respuesta dada esta semana por fuentes vaticanas a las preguntas de los periodistas sobre la ausencia de una foto del Papa en el hospital puso de relieve que el Papa Francisco, incluso en su estado de debilidad, sigue controlando sus comunicaciones e imagen. Las imágenes deepfake generadas por Inteligencia Artificial que circularon al inicio de su hospitalización solo sirvieron para ilustrar la falta de regulación de estas herramientas, que pueden inducir a error a algunos usuarios de las redes sociales.
La cuestión de los derechos de imagen ha sido central desde el desarrollo de la prensa popular. Uno de los ataques más graves a la imagen de los Papas se remonta a la muerte de Pío XII, en octubre de 1958. Su médico personal, el doctor Riccardo Galeazzi-Lisi, un hombre que coqueteaba con la charlatanería y las redes mafiosas, se atrevió a hacer una foto del pontífice moribundo. Poseedor del título de Arquiatra Pontificio, y por tanto jefe del equipo médico, este doctor usó y abusó de su poder hasta las últimas horas de vida de su ilustre paciente en la cama de Castel Gandolfo, vendiendo información e imágenes a medios de comunicación sin escrúpulos. "Impulsado por su irreductible perversidad, Galeazzi-Lisi aprovechó esta dramática situación para colarse en la habitación del paciente".
"Más tarde nos enteraríamos de que escondía una cámara Polaroid bajo la chaqueta", relata el periodista y médico argentino Nelson Castro en su libro La salud de los papas (SUDAMERICANA, 2021). Sus fotos, vendidas a Paris-Match, provocaron un escándalo mundial. El doctor Galeazzi-Lisi empeoró las cosas para sí mismo al utilizar una técnica experimental de embalsamamiento a base de hierbas que, en lugar de preservar el cuerpo, aceleraba su descomposición… hasta el punto de que el cadáver del pontífice fallecido explotó literalmente durante su traslado de Castel Gandolfo a Roma. Apodado "el hombre que hizo explotar al Papa" o "el arquiatra corrupto", el Dr. Galeazzi-Lisi fue expulsado de por vida del Vaticano y de la Asociación Médica Italiana.
Juan Pablo II: una imagen controlada
Estos recuerdos surrealistas y traumáticos de 1958 llevaron a los sucesores de Pío XII a tomar un mayor control de su salud e imagen. En 1996, en la constitución apostólica Universi Dominici gregis, Juan Pablo II estableció una norma clara:
"Nadie tiene derecho a tomar, por ningún medio, imágenes del Sumo Pontífice encamado, enfermo o difunto, ni a grabar por ningún medio sus palabras para reproducirlas después".
También se especifican normas para las fotos póstumas del Pontífice. "Si alguien, después de la muerte del Papa, desea tomarle fotografías con fines documentales, deberá solicitarlo al Cardenal Camerlengo de la Santa Iglesia Romana, quien, sin embargo, no permitirá que se tomen fotografías del Soberano Pontífice a menos que esté vestido con los ornamentos pontificios", afirmaba Juan Pablo II en esta Constitución, que, por tanto, debía aplicarse en primer lugar a él mismo.
Durante el calvario del Papa en el hospital en 2005, se tomaron fotos del pontífice polaco, vestido con ornamentos litúrgicos, participando en la Misa en la capilla del hospital con su secretario, monseñor Stanislaw Dziwisz. También se tomó una foto de grupo con el personal médico antes de su salida del hospital el 13 de marzo de 2005. Pero, naturalmente, no se difundieron imágenes de sus últimos días y de su agonía en su piso del Palacio Apostólico: sus últimas imágenes son las de sus dolorosas apariciones en la ventana los días 20, 27 y 30 de marzo de 2005, durante las cuales, a causa de su traqueotomía, no pudo hablar.
Juan Pablo II no ocultó su sufrimiento y lo convirtió en parte integrante de su magisterio, pero no se dejó fotografiar. Las imágenes del atentado del 13 de mayo de 1981 dieron la vuelta al mundo, pero se integraron plenamente en la historia de un pontificado durante el cual el Papa polaco se enfrentó cara a cara con el mal y la violencia, siguiendo a Cristo.
Pocos días después, aceptó hacerse una foto durante su convalecencia en el Gemelli. La fotografía, tomada por Gianni Giansanti, mostraba al Papa bien atendido y su rostro sereno, a pesar de que aún tenía los brazos vendados y estaba conectado a un gotero. Se trata de la única imagen oficial de un Papa en una cama de hospital.
La discreción de Francisco
Durante sus anteriores hospitalizaciones en 2021 y 2023, se difundieron imágenes del Papa Francisco en las que se le veía haciendo su "trabajo papal", reuniéndose con otros pacientes e incluso bautizando a un niño. Pero en consonancia con su fuerte temperamento y su poca disposición a mostrar su debilidad, no fue fotografiado en su cama.
Más allá de los recordatorios históricos del papado, la cuestión central sigue siendo naturalmente la del derecho a la "intimidad" de un hombre de 88 años que no quiere necesariamente exponerse al gran público en un estado físico deteriorado, sobre todo teniendo en cuenta que está sometido a un sistema de asistencia respiratoria bastante restrictivo. "¿Pero mostraría a su madre nonagenaria en pijama?", respondieron secamente los médicos del Gemelli a un periodista cuando éste les preguntó por la ausencia de una foto del Papa hospitalizado en su rueda de prensa del 21 de febrero.
El jueves por la noche, la difusión de un mensaje de audio del Papa agradeciendo a los fieles que rezaban por él en la Plaza de San Pedro reveló su sufrimiento y su dificultad para respirar y hablar. No podemos descartar la posibilidad de su regreso en imágenes o video en los próximos días o semanas, pero es probable que por el momento sea necesaria cierta cautela para evitarle fatigas innecesarias.
Escucha el audio del Papa Francisco en el siguiente video: