La Hermana Petra Mohorko es Hermana de la Milagrosa Virgen María, responsable de la comunidad del pueblo de Štepanji (Eslovenia) y directora pedagógica de dos jardines infantiles. Es maestra de profesión y educadora Montessori para niños de uno a seis años.
Cada día se maravilla de nuevo de cómo Dios la ama inconmensurablemente y la acompaña amorosamente, y de que nada sucede sin Su amorosa voluntad. En el silencio de su corazón, le encanta llevar ante el Señor la misión que lleva a cabo y a todas las personas que encuentra y que se encomiendan a ella en la oración. Le conmueven especialmente las historias de personas que atraviesan diversas pruebas y sufrimientos. Las lleva con amor ante el Señor y desea estar cerca de ellas.
Le encanta leer, la naturaleza, caminar rápido y hacer senderismo en verano, con sus amigas o hermanas. Le gusta el orden, le atrae la belleza, un entorno bonito donde trabajar y vivir… Su corazón se alegra con la música bonita, le atrae especialmente el canto coral, canta en coros desde niña, y también le gusta la música rítmica con un toque espiritual. Le encanta aprender cosas nuevas, estar en compañía de personas de corazón alegre y estar cerca de los necesitados y de quienes son pequeños a los ojos del mundo.
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Aleteia: ¿Cuándo sentiste que Dios te llamaba? ¿En qué etapa de la vida te encontrabas en ese momento?
La primera vez que escuché la invitación del Señor a seguirle fue cuando me preparaba para la Confirmación. Nuestro Padre Minorita jugó un gran papel en ello. Fue el primero que me llevó por el camino de la oración en la Palabra de Dios. Rezando durante la novena en la Cruz Franciscana y en la Palabra de Dios, sentí que el Señor me llamaba. Desde entonces hasta la decisión final, hubo muchas luchas, preguntas, alegría, miedo…
Tomé mi decisión final en Asís, al final del bachillerato, porque esta llamada suya era más poderosa que todos los obstáculos y oposiciones. Soy hija única, mis padres esperaban mucho de mí, vengo de un ambiente en el que no había tradición religiosa. Como mi decisión por el Señor no estaba de acuerdo con su voluntad y sus expectativas, experimentaron una gran conmoción y sufrieron mucho.
Hoy miro todo esto con amor, incluso las cosas difíciles. Llevo más de 30 años de vida religiosa y me siento muy feliz y agradecida.
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¿Qué le atrajo de la comunidad de las Hermanas del Santuario Milagroso de María?
Me atrajo mucho su sencillez, su modestia, su laboriosidad y la forma en que su vida se entrelazaba con la acción y la contemplación. También me atrajo la espiritualidad mariana que vivían las hermanas, en el sentido en que la vemos en la Biblia. La presencia silenciosa de María allí donde hay una necesidad.
Hoy también veo que Dios escribe con renglones torcidos, porque siempre me ha gustado jugar y soñaba con trabajar con niños. Dios ha fundido ambas misiones en una y no ha descuidado los dones y talentos que ha puesto en mí.
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¿Qué es lo que le hace más feliz cuando trabaja con niños?
Es increíble ver el milagro que es el desarrollo de un niño desde que nace hasta que cumple seis años. A veces charlo con un niño y le digo que lo conozco desde que estaba en la barriga de su madre, porque suelo conocer a las madres cuando están embarazadas. Algunos niños vienen a nuestra guardería con 11 meses y se quedan con nosotros hasta que van a la escuela. Es un periodo muy rico y muy importante en la vida de un niño.
Durante este tiempo, podemos experimentar los primeros pasos de un niño, sus primeras palabras… Recuerdo un ejemplo de cómo un niño que no había sido bautizado iba a menudo al rincón de oración a buscar una estatua de María, una vela, y traía todas estas cosas a la alfombra que utilizamos para rezar. El niño quería que el profesor rezara con él.
Me preguntaba cómo era posible que tuviera tanto amor por Jesús, por María. En una conversación con la profesora, llegamos a la conclusión de que esto sucede porque un niño tan pequeño aún tiene fresco el recuerdo de su Creador, y por eso esta conversación u oración le resulta tan cercana.
También es bonito ver cómo los niños tejen sus relaciones, aprenden a resolver disputas y problemas, a disculparse, a darse un abrazo sincero y a seguir adelante en un ambiente amistoso.
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Dicen que la educación es siempre un proceso de aprendizaje bidireccional. ¿Qué aprende de los niños más pequeños?
De los niños aprendo el asombro, la concentración, la repetición hasta alcanzar el objetivo, concentración… Muchas veces, cuando observo a los niños, puedo ver con qué actitud interior observan una pequeña cosa, puedo decir que están en actitud de contemplación. Aprendo la sinceridad de los niños, la alegría, la diligencia…
¿Se le ocurre alguna pregunta simpática que le hayan hecho sus hijos sobre su vida religiosa?
Los niños que tenemos en la guardería no hacen esas preguntas porque me han visto de uniforme desde su primer día en la guardería. Pero con los niños del colegio ya surgen preguntas sobre la maternidad o por qué no tengo marido.
Les parece extraño que no tenga hijos propios cuando me gustan tanto los niños. Es una buena oportunidad para hablar de la maternidad espiritual, del amor de Dios, de lo que significa para mí la llamada a la que he respondido.
¿Qué quiere transmitir a sus hijos para toda la vida?
Quiero ayudarles a lograr la independencia, una imagen positiva de sí mismos, una actitud positiva hacia sí mismos y hacia sus vecinos. El amor por el aprendizaje, por el trabajo, por la exploración, por la curiosidad. Ante todo, quiero ayudarles a acercarse a Dios y decirles que son muy valiosos y amados a los ojos de Dios.
Y quiero vivir y actuar de tal manera que vean en mí un buen ejemplo, porque sabemos muy bien cuánto les gusta a los niños imitar lo que ven.
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¿Cómo entiende y ve el sentido de su vida?
Intento ver el sentido en todas las situaciones que me plantea la vida. No se encuentra el sentido de la vida de una vez por todas, sino que es una decisión de cada día y momento. Buscamos el sentido en los momentos bonitos y también en los difíciles.
Veo sentido en poder vivir la maternidad como hija amada del Padre en las tareas cotidianas de la vida, que a primera vista no son especiales, pero sí preciosas en el plan de Dios.
Veo el sentido de preparar el entorno del jardín de infancia día a día para que vengan los niños, de verter pintura en la botella día a día para que puedan pintar, de doblar cuidadosamente toallas, paños, hojas de papel y todo lo demás, y creo que así estoy ayudando a los niños a tener un orden interior y una sensación de seguridad, una construcción interior holística.
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¿Cómo ves la presencia de Dios y su ayuda en los momentos difíciles que toda persona afronta?
Cuando una persona está pasando por un momento difícil, puede ser difícil ver Su ayuda y Su fuerza. Pero si lo hace, es una gran gracia y un toque de Dios. Cuando miro mi propia vida, cuando me han pasado cosas difíciles, he buscado mucho la respuesta del Señor, su cercanía.
Ciertamente puedo decir que he recibido pistas y consuelo. Si no en ese momento, sí cuando he mirado los acontecimientos desde la distancia del tiempo, en retrospectiva o cuando estoy en el silencio de mi corazón. Sobre todo, el Señor me ha consolado a través de la Palabra de Dios, los Sacramentos, mis hermanas, mis amigos.
Cuando me encuentro con personas que han pasado por grandes pruebas, por ejemplo la pérdida de un cónyuge, hijos que pierden a un padre, padres que pierden a un hijo, veo la cercanía del Señor, porque entonces se reza mucho, se ofrecen Santas Misas, nos acercamos en nuestras relaciones, buscamos soluciones diferentes, podemos ser muy creativos en nuestras dificultades.
En lugar de desesperación, se despierta una inmensa voluntad de vivir, un deseo irresistible de transformar el sufrimiento vivido en una experiencia de sentido. La dolorosa experiencia del sinsentido, del sufrimiento que atraviesa la vida, puede ser una palanca para encontrar un nuevo camino, para encontrar el sentido.
Cuando uno descubre el sentido, sobre todo en situaciones de sufrimiento y desesperanza -y ninguno de nosotros escapa a esas situaciones-, entonces todo lo demás en la vida funciona de alguna manera. Si la vida tiene sentido, el sufrimiento también debe tenerlo. A menudo es el sufrimiento lo que nos purifica, lo que hace que nuestra visión sea más clara y profunda.
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