Los últimos seis pontífices han estado presentes en el histórico conflicto entre Israel y Palestina, procurando una solución fundada en la común dignidad humana, la común vocación y derecho a vivir en paz, la justicia y, principalmente, el perdón y la caridad.
Son tantas las heridas mutuas, enraizadas en la historia presente (la del acuerdo de partición territorial mediado por la ONU) y prolongadas en la historia antigua veterotestamentaria, que ninguna de las partes saldría viva, sana e íntegra si se aplicara la ley del talión: “... vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe” (Ex 21,23b-25).
Resulta imposible vivir el presente y construir el futuro en paz y armonía, absorbiendo la ancestral savia de odio, rencor, y sed de venganza. Vivir así no es vida.
Si bien es cierto que la Doctrina Social de la Iglesia reconoce y promueve la verdad, libertad y justicia como valores fundamentales de la vida social, también lo es que, por encima de todos ellos, la caridad se lleva la corona del valor supremo que rige la ética social por estar en perfecta sintonía con la dignidad humana y con el bien común.
“La caridad (...) debe ser reconsiderada en su auténtico valor de criterio supremo y universal de toda la ética social. De todas las vías (...) la ‘más excelente’ (1 Co 12,31) es la vía trazada por la caridad”.
“Los valores de la verdad, de la justicia y de la libertad, nacen y se desarrollan de la fuente interior de la caridad”.
“Ninguna legislación, ningún sistema de reglas o de estipulaciones lograrán persuadir a hombres y pueblos a vivir en la unidad, en la fraternidad y en la paz; ningún argumento podrá superar el apelo de la caridad. Solo la caridad (...) puede animar y plasmar la actuación social para edificar la paz, en el contexto de un mundo cada vez más complejo. (...) En esta perspectiva la caridad se convierte en caridad social y política: la caridad social nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas, consideradas no sólo individualmente, sino también en la dimensión social que las une”.
Los sumos pontífices han avanzado, fatigosa pero tenazmente, en la vía de la caridad. La historia reciente da cuenta de ello y aquí resumimos algunas de estas acciones:
Pio XII
El 24 de octubre de 1948, en pleno desarrollo del conflicto entre Israel y Palestina, el Santo Padre Pio XII, publicó la encíclica In multiplicibus curis en la que hizo una entrañable exhortación a la protección de los lugares santos, y al diálogo y negociación para alcanzar la paz y respeto entre las partes. Esta encíclica quedó enmarcada en una serie de acciones diplomáticas y pastorales encaminadas a conseguir la paz. Destaca su oferta de mediación y la ayuda a los refugiados de este conflicto.
San Juan XXIII
El 11 de abril de 1963, publicó su octava y última encíclica Pacem in terris, en la que hizo una urgente exhortación a la paz mundial, particularmente en el contexto de la “Guerra fría” entre los países occidentales capitalistas y los orientales socialistas.
San Pablo VI
En enero de 1964, el Santo Padre Pablo VI peregrinó a Tierra Santa. En esta coyuntura, animó al pueblo judío y musulmán a generar acuerdos para favorecer la paz entre sus pueblos.
El 25 de marzo de 1974 publicó la Exhortación Apostólica Nobis in animo, sobre las necesidades de la Iglesia en Tierra Santa, en la que exhortó a toda la Iglesia a la generosidad para mantener la labor de la Iglesia en los lugares santos.
San Juan Pablo II
Las gestiones en favor de la paz en Medio Oriente realizadas por el Santo Padre Juan Pablo II fueron abundantes y proféticas. Fue el primer Papa que visitó una sinagoga (la de Roma, en 1986), y una mezquita (la de los Omeyas, en Damasco, en el año 2000).
En su viaje a Medio Oriente visitó y oró en los lugares santos del cristianismo, el judaísmo y el islam; y visitó al presidente de Israel y al líder de Palestina. A ambos les exhortó a trabajar incansablemente por la paz, y a la salvaguarda de los lugares santos.
San Juan Pablo II fue el primer Papa que manifestó apoyo explícito al proyecto internacional de creación de dos estados; el palestino y el israelí. Y animó a estos últimos a poner fin a la ocupación de territorios palestinos.
Benedicto XVI
El Santo Padre Benedicto XVI continuó la labor conciliadora de sus antecesores con abundantes gestiones que sumaron importantes activos en favor de la paz.
En el 2005 visitó la sinagoga de Colonia, en Alemania, en la que estrechó relaciones con la comunidad judía.
Al año siguiente, en 2006, hizo esto mismo con la comunidad musulmana en una visita fraterna a la mezquita Azul, de Estambul.
En el 2009 visitó Tierra Santa, en plena crisis por la ocupación de Israel a la Franja de Gaza, manifestando su cercanía con las víctimas sufrientes de esta batalla. También oró en el Muro de las Lamentaciones y visitó el memorial del Holocausto. En dicha ocasión abogó por la solución planteada de dos Estados independientes.
En la declaración final del Sínodo de los Obispos del 2010, urgió a poner fin a la ocupación de territorios árabes y condenó el que se use la Palabra de Dios para justificar erróneamente la injusticia.
En el 2012, se sumó a la comunidad internacional que admitió a Palestina como Estado observador en la ONU.
Francisco
Solo desde la Doctrina Social de la Iglesia, llevada a la praxis por los Papas citados, y animado por el celo apostólico de San Pedro, se entiende la vehemencia del Papa Francisco llamando a las partes a un diálogo respetuoso y constructivo, así como la convocatoria a toda la Iglesia para orar por el fin de las guerras, incluyendo esta del Medio Oriente:
En mayo de 2014, peregrinó a Tierra Santa. Ahí confirmó lo que sus antecesores habían planteado en relación a la existencia de dos Estados independientes. Ese mismo año visitó la sinagoga de Roma en la que estrechó la amistad con el pueblo judío. Y realizó un gesto sin precedentes: Recibió la visita de los presidentes de Israel y de la Autoridad Nacional Palestina para orar juntos y estrechar lazos por la paz entre sus pueblos.
En el 2015, se firmó un tratado entre los Estados de Palestina y el Vaticano. Dos años más tarde se abrió la embajada palestina en el Vaticano.
En 2019 visitó la mezquita de Al-Azhar, en El Cairo, donde firmó el Documento sobre la Fraternidad Humana.
A raíz del ataque terrorista de Hamás, del 7 de octubre de 2023, a objetivos israelíes, y ante el anuncio de respuesta masiva, el Papa volvió a levantar su voz al afirmar:
“Sigo con aprensión y dolor cuanto está sucediendo en Israel, donde la violencia ha estallado aún más ferozmente, provocando centenares de muertos y heridos. Expreso mi cercanía a las familias de las víctimas, rezo por ellas y por cuantos están viviendo horas de terror y angustia. ¡Que los ataques y las armas se detengan, por favor! ¡Comprendan que el terrorismo y la guerra no conducen a ninguna solución, sino sólo a la muerte y al sufrimiento de muchos inocentes! La guerra es una derrota: ¡toda guerra es una derrota! ¡Recemos por la paz en Israel y Palestina!”
Esta mínima reseña da cuenta de la labor de la Iglesia en favor de la paz en Medio Oriente. A nosotros, los fieles laicos, nos corresponde tomar conciencia de ello y sumar nuestra oración a fin de que las autoridades y pueblos de Israel y Palestina acepten la mutua convivencia pues todos somos obra de Dios, cuya imagen y semejanza no llama a vivir en paz fraterna.
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