"Invito a la comunidad internacional a actuar para perdonar la deuda externa, reconociendo la existencia de una deuda ecológica entre el Norte y el Sur", escribe el Papa Francisco en su mensaje para la 58ª Jornada Mundial de la Paz, que se celebra el 1 de enero de 2025. En este mensaje, publicado el 12 de diciembre de 2024, el Papa pide la abolición de la pena de muerte, la reorientación de los fondos destinados al armamento hacia la lucha contra el hambre y la defensa de la vida.
En su felicitación de Año Nuevo, traducida a nueve lenguas, entre ellas el ruso, el Papa se dirige a los líderes mundiales -jefes de Estado y de gobierno, líderes religiosos, responsables de organizaciones internacionales-, pero también a toda la humanidad, especialmente "a quienes se sienten abatidos por su condición existencial". "Nadie viene a este mundo para ser oprimido", insiste el Pontífice.
En vísperas de un año en el que la Iglesia católica celebra un Jubileo -un gran acontecimiento que tiene lugar cada 25 años-, el 266 Papa denuncia "desafíos sistémicos" que representan "una amenaza real para la existencia de la humanidad en su conjunto". Menciona el "trato inhumano de los migrantes", la degradación del medio ambiente, la "confusión generada culpablemente por la desinformación" y la "enorme financiación de la industria militar".
Las "acciones filantrópicas episódicas" no bastarán, afirma Francisco, que desea "transformaciones culturales y estructurales" para el planeta. Propone tres acciones a escala internacional.
Resolver la "crisis de la deuda"
El pontífice se centra en particular en la "crisis de la deuda" de los países más desfavorecidos, víctimas de una "lógica de explotación". La deuda externa, analiza, "se ha convertido en un instrumento de control a través del cual ciertos gobiernos e instituciones financieras privadas de los países más ricos no dudan en explotar, sin discernimiento, los recursos humanos y naturales de los países más pobres, para satisfacer las necesidades de sus propios mercados".
Al considerar que los países más desarrollados tienen una "deuda ecológica" con los más pobres, instó a la comunidad internacional a "actuar para condonar la deuda externa, reconociendo la existencia de una deuda ecológica entre el Norte y el Sur". Haciéndose eco de las palabras de su predecesor Juan Pablo II durante el Jubileo del año 2000, pidió una "reducción significativa, si no la anulación total, de la deuda internacional que pesa sobre el destino de muchas naciones".
Pero la sostenibilidad de este alivio de la deuda requiere "una nueva arquitectura financiera", con "una Carta Financiera Mundial, basada en la solidaridad y la armonía entre los pueblos", añade.
Defender la vida y luchar contra el hambre
Segunda línea de acción: el Papa pide "un compromiso firme para promover el respeto de la dignidad de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural". En este contexto, pide una vez más "la abolición de la pena de muerte en todas las naciones". Aún más recientemente, durante el Ángelus del 8 de diciembre, el Papa Francisco pidió el indulto para los presos estadounidenses condenados a muerte.
Por último, el Papa sugiere una tercera iniciativa, consistente en reorientar "un porcentaje mínimo fijo del dinero gastado en armamento para la creación de un Fondo Mundial que elimine definitivamente el hambre y facilite las actividades educativas en los países más pobres".
En un mensaje dirigido a los participantes en la cumbre del G20 del pasado mes de noviembre, el pontífice argentino ya había respaldado esta propuesta, apoyada desde hace tiempo por la Santa Sede.
Dirigiéndose a las generaciones más jóvenes, el Papa Francisco pide un cambio real para que no vean el futuro como "una espera para vengar la sangre de sus seres queridos". Y el Papa subraya "el desarme del corazón", un gesto "que concierne a todos".