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En Córcega, nadie sabe exactamente cuántas cofradías hay, ni siquiera -según confesión propia- el cardenal Bustillo. De hecho, es difícil llevar la cuenta debido a las creaciones regulares, la última de las cuales es la de la cofradía de Saint-Antoine-du-Mont, entronizada una semana antes de la visita del Pontífice.
"Cada año hay dos o tres cofradías más", confirma Jean-Charles Adami, uno de los pioneros del movimiento de "renacimiento de las cofradías". Este cofrade del pueblo de Pianello, profesor de lengua corsa y agricultor, calcula que en la actualidad hay casi un centenar de cofradías en la Isla de la Belleza, con más de 2 mil cofrades.
Hombres y mujeres, estos cohermanos se reúnen en estas asociaciones laicas, llevando sus colores y estandartes, con el objetivo de servir a la Iglesia y a sus vecinos. Desempeñan un papel esencial en la organización de procesiones -especialmente durante la Semana Santa-, el mantenimiento de las iglesias, el canto de himnos litúrgicos y la promoción de la solidaridad dentro de la misma comunidad.
"Estaremos presentes durante toda la visita del Papa Francisco, para darle la bienvenida y acompañarle", dice Christian Andreani, de la Cofradía de San Martín en Patrimonio. Cuando baje del avión, él y el grupo Caramusa interpretarán "O Ciucciarella", una canción de cuna escrita en el siglo XIX por un antiguo obispo de la isla, monseñor Paul-Jean Matthieu de la Foata.
Un renacimiento
La vitalidad de las cofradías, que se pondrá de relieve en el simposio que clausurará el Papa Francisco, es fruto de un renacimiento. Aunque existen en la isla desde el siglo XV, casi desaparecieron en los años sesenta. Ello se debió a la secularización, la estandarización de la liturgia provocada por el Concilio Vaticano II y la pérdida de interés por las tradiciones locales.
Al comienzo del movimiento cultural "Riaquistu", en los años 70, solo quedaban una decena de cofradías. Este movimiento intelectual y artístico corso, a menudo cercano a las reivindicaciones independentistas, propició una fuerte recuperación del patrimonio cultural de la isla y, en particular, de su repertorio musical tradicional, que a menudo se enseñaba en el seno de las cofradías. El canto polifónico sagrado sirvió así de cemento para la reconstrucción de las cofradías.
Jean-Charles Adami señala que la cofradía también se impuso como una necesidad social para mantener los vínculos en una sociedad rural gravemente sacudida por la urbanización.
El papel de los obispos corsos
"Durante un tiempo, las cofradías se contentaban con venir a las fiestas", señala Pierre-Jean Francheschi, diácono de Penta di Casinca. Destaca el importante papel desempeñado por monseñor André Lacrampe, obispo de la isla entre 1995 y 2003, uno de los primeros en interesarse realmente por las cofradías. De hecho, fue durante este periodo cuando se refundaron varias cofradías, entre ellas la de Jean-Charles Adami, la cofradía del Santísimo Crucifijo, relanzada en 1992 en Pianello.
Por iniciativa de monseñor Lacrampe y de varios cofrades comprometidos, la cuestión se abordó en profundidad en un sínodo diocesano convocado en 1999, durante el cual se habló del lugar que ocupan los cofrades en la liturgia.
Sin embargo, para Pierre-Jean Franceschi, el verdadero regreso de las cofradías se remonta a los últimos diez años, cuando "los jóvenes tomaron la antorcha".
"Esto empezó con mi predecesor, monseñor de Germay", explica el cardenal Bustillo, actual obispo de Córcega. "Esto es así tanto en las zonas rurales como en las urbanas, con una participación activa tanto en la vida social como en la eclesial".
Lejos de la obsesión por el laicismo
Este sentimiento es compartido por el cohermano Christian Andreani, que observa un "auge" con la participación de muchos jóvenes, así como de mujeres, que desempeñan un papel clave en todos los momentos importantes de la vida, desde las celebraciones hasta los funerales.
"Esto ha alimentado muchas vocaciones sacerdotales y diaconales", explica, señalando con orgullo que su diócesis cuenta actualmente con siete seminaristas, algunos de los cuales son antiguos cofrades.
El éxito de las cofradías, subraya el miembro de la cofradía de San Martín, que recientemente participó en la apertura de una ruta de peregrinación entre Patrimonio y Bastia, también puede atribuirse a la identidad cultural de Córcega.
"Aquí estamos muy lejos de las obsesiones por el laicismo que vemos en Francia", afirma. Explica que la cofradía es "la manifestación concreta de una dimensión sagrada muy presente en nuestro mundo rural, antaño estructurado por las órdenes mendicantes, en particular los franciscanos".
"Es una forma de aprovechar nuestras raíces, nuestras bellas tradiciones, pero evitando el lado folclórico, porque se trata de poner nuestros recursos al servicio de los demás", añade el cardenal Bustillo.
Las cofradías, subraya, son un "órgano intermediario" en la Iglesia y en la sociedad corsas, y ayudan a "mantener los vínculos".