Si bien la esclavitud se abolió en las colonias francesas en 1848, su desaparición en el continente se remonta a mucho antes: se remonta a un edicto de Luis X promulgado en 1315, un edicto que, en sí mismo, no hacía sino confirmar una realidad que existía desde hacía varios siglos, en el reino de Francia pero también entre sus vecinos.
Mucho antes de Voltaire y la filosofía de la Ilustración, las sociedades occidentales ya no toleraban esta práctica. La esclavitud en tierras cristianas estaba en vías de desaparición… ya en el siglo VIII.
Cambiar las mentalidades antes que las leyes
¿Cómo fue posible este proceso? Jesucristo no es un revolucionario en el sentido marxista del término. No abordó directamente la cuestión de la esclavitud, pero aportó nuevos valores que condujeron a un nuevo comportamiento. A los ojos de Dios, los poderosos no son superiores a sus súbditos. Al hacer del amor al prójimo la condición imperativa para la felicidad eterna, al lavar él mismo los pies de sus apóstoles, Cristo, con sus palabras y sus actos, "subvirtió" las concepciones morales de la época y socavó los cimientos de la esclavitud. En el cielo, "los primeros serán los últimos, y los últimos, los primeros" (Lc 13, 30).
Al cambiar los paradigmas de la gente, la Iglesia católica consiguió mejorar las condiciones de vida de los esclavos, elevando después su estatus jurídico antes de lograr su emancipación total. Es fácil olvidar que la esclavitud prácticamente desapareció del continente europeo a mediados de la Edad Media y nunca ha vuelto.
La Iglesia ha logrado esta hazaña defendiendo la naturaleza universal del ser humano, considerando a cada persona como un ser humano de pleno derecho por el que Cristo se sacrificó. Ha proclamado que todos los hombres son hermanos en Cristo, todos iguales en dignidad, todos salvados por la misma redención y todos llamados a la misma felicidad eterna. Antes de cambiar las leyes, cambió las mentes. "Rodney Stark, historiador de la religión, señala que solo ella llegó a la conclusión teológica de que la esclavitud era un pecado".
Esclavos canonizados
Desde los primeros siglos, la igualdad de los seres humanos se reflejó en el acceso de todos a los sacramentos, desde el sacerdocio hasta el más alto cargo. Calixto I fue esclavo. La Eucaristía no estaba reservada a los hombres libres.
En cuanto a la confesión, condenaba indirectamente la esclavitud. Somos responsables de nuestros actos, de todos nuestros actos. Pero, ¿cómo podemos serlo si somos esclavos? Por último, la canonización de los esclavos también desempeñó un papel importante en esta revolución de la mente. En un mundo extremadamente consciente del estatus social, los propietarios de esclavos se arrodillaban ante un santo, que a veces había sido esclavo en su vida terrenal.
Una vez establecidos los principios morales, la Iglesia Católica tuvo que encontrar la manera de ponerlos en práctica, sin provocar una revolución o una guerra civil que habría hecho más mal que bien. Se utilizaron varios medios, cada uno de los cuales aportaba una piedra a la construcción de una sociedad sin esclavos.
Por ejemplo, la servidumbre -una realidad radicalmente distinta- sustituyó a la esclavitud. Además, la proclamación de la paz de Dios prohibió la deportación de poblaciones civiles y su esclavización. Estos son solo dos ejemplos; ha habido muchos otros.
Un problema moral
Para comprender este cambio de paradigma, basta con observar el nuevo concepto de guerra que surgió en la Edad Media. Además de la paz de Dios para la población civil, se introdujo un sistema de rescate para los soldados hechos prisioneros.
En la antigüedad, ser hecho prisionero significaba la muerte o la esclavitud. En la Edad Media, la práctica del rescate no solo evitó los montones de cadáveres en los campos de batalla, sino que sustituyó a la esclavitud.
El rescate era una fuente de beneficios considerables y no convertía al prisionero en una bestia de trabajo: su carcelero tenía que darle alojamiento, comida y ropa mientras esperaba el pago. Tampoco podía obligarle a realizar trabajos pesados y le interesaba mantenerle en buen estado de salud. Un preso muerto suponía una pérdida de ingresos.
La revolución mental que supuso para el cristianismo la abolición de la esclavitud allanó el camino para la entrada de Occidente en la Modernidad
Los monasterios también desempeñaron un papel fundamental, sobre todo al promover el valor del trabajo manual para las élites. Una comparación con otras civilizaciones (china, india, musulmana, etc.) muestra claramente cómo el pensamiento cristiano representó una auténtica ruptura con el pasado.
Ninguna otra civilización consideró la esclavitud como un problema moral y no tuvo problemas de conciencia al practicarla a gran escala. Por ejemplo, muchos negreros musulmanes financiaban su peregrinación a La Meca mediante el comercio de esclavos. Poseer muchos esclavos era signo de riqueza y poder.
El cristianismo, en cambio, desarrolló una visión diferente del hombre y sembró la noción de culpa en la mente de la gente. Una práctica percibida como natural se convirtió en un grave pecado.
Entrar en la modernidad
Más tarde, a partir del Renacimiento, el retorno de la esclavitud en ciertas colonias, y solo allí, sacó a la luz un aspecto poco conocido de este periodo: la llegada de costumbres más paganas vinculadas en particular a la exaltación de la Antigüedad.
El desarrollo de la mitología en la pintura y el retorno de un pensamiento más esclavista son algunas de sus consecuencias. La Iglesia católica tuvo grandes dificultades para combatir este nuevo estado de ánimo, sobre todo porque algunos de sus prelados, más preocupados por sus prebendas que por los cuerpos y las almas de sus fieles, no transmitieron las numerosas condenas romanas.
Por último, la revolución mental llevada a cabo por el cristianismo, al abolir la esclavitud, permitió a Occidente entrar en la Modernidad. No en vano dominó el mundo durante siglos gracias a su ventaja técnica y científica, ventaja que demuestra la exactitud y la profundidad de las palabras de Cristo: "Buscad primero el reino de Dios y lo demás se os dará por añadidura". (Mt 6, 33)