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"La ciudad se prepara para lucir aún más bella de lo que ya es, y poco a poco irán desapareciendo las obras que han puesto a prueba la paciencia de todos en los últimos meses". En una rueda de prensa, a menos de dos meses de la inauguración del Jubileo 2025 en Roma, Mons. Rino Fisichella, coprefecto del Dicasterio para la Evangelización, que organiza el acontecimiento, expresó la expectación y el cansancio de muchos romanos y turistas.
Desde hace más de un año, la Ciudad Eterna está cubierta de obras al aire libre. Andamios, hormigoneras, cables, cinceles y montones de escombros han invadido las plazas, espumando las aceras, haciendo retroceder a los peatones, reteniendo a los vehículos de dos ruedas, tensando las vías en las estaciones y estrangulando las galerías.
Los trayectos de los conductores de autobuses y taxis se convirtieron en una carrera de obstáculos, ya que Roma se transformó en una jungla de desvíos, carreteras bloqueadas y carriles estrechos.
La industria de la construcción se ha enriquecido con esta maraña, pero la vida cotidiana de los residentes locales se ha animado con el constante parloteo de los martillos neumáticos.
"Qué carnicería", se oye en los mostradores de los bares, en torno a los humeantes cafés de los clientes habituales. Un turista holandés que pasaba por allí unos días con su hija de 20 años expresó su sorpresa: "¡No se ve ni un monumento! Ayer pasamos por la Piazza Navona, e incluso allí solo había grandes carteles advirtiendo de las obras.
Un túnel en la autopista para tranquilidad de los peregrinos de camino a San Pedro
Las grandes grúas de la Piazza Pia han sido la comidilla de la ciudad. Se esperaba con impaciencia la presentación de este proyecto, que prevé la construcción de un túnel para coches que permitirá a los peatones ir del Castel Sant'Angelo a la Via della Conciliazione sin tener que cruzar una de las vías más transitadas de la ciudad, el Lungotevere (a lo largo del Tíber, en italiano). Se trata del proyecto más ambicioso lanzado con motivo del Jubileo, que ha costado a las autoridades italianas 85 millones de euros.
El 17 de julio, el Ministro de Infraestructuras y Transportes, Matteo Salvini, anunció que el túnel estaría terminado antes de Navidad. Las obras parecen ir según lo previsto, pero no es el caso de todas las obras de la ciudad: el 25 de septiembre, monseñor Rino Fisichella, principal coordinador del Jubileo, expresó públicamente su molestia por la ausencia de trabajadores en otra obra importante, la plaza del Risorgimento.
Gorras para los empleados del Vaticano
Esta última se encuentra bajo las Murallas Leoninas, al noreste del Vaticano, y es una de las principales rutas para muchos peregrinos que viajan al Vaticano en metro o autobús. La plaza, al igual que la vía Traspontina, que sirve de desvío para las obras de la Piazza Pia, está permanentemente atascada, para disgusto de los romanos, poco conocidos por su paciencia con los coches.
Esta situación tiene consecuencias directas para los empleados del Vaticano, a quienes les resultará muy difícil acceder en coche a la Puerta de Santa Ana, una de las entradas más concurridas del pequeño Estado. En respuesta a este problema, las autoridades vaticanas abrirán una nueva puerta a partir del 4 de noviembre. Esta puerta, que da directamente a la Piazza del Risorgimento, facilitará el acceso al Vaticano de los empleados motorizados.
A diferencia de la aldea gala, que sigue resistiendo a los invasores, el pequeño Estado de más allá de la frontera, oculto tras los muros de las Murallas Leoninas, no se ha librado del trabajo y, como Roma, sufre a la espera de una nueva oportunidad. Una espera que ahora "se ha vuelto febril", coincidió el arzobispo Fisichella.