Tiene una leyenda muy particular y está relacionada a un Papa
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Sí, a papa Sixto V. Un papa que hizo mucho por la urbanización de Roma, en solo 5 años de pontificado (1585-1590) dejó una marca en la historia de la Iglesia como un reformador tenaz y un hábil financiero: un hombre de hierro y severo con el poder absoluto, pero también “rugantino” (individuo que generalmente se queja y critica duramente, a menudo de una manera arrogante e incluso amenazante.) y “loco”, como lo llamó el poeta Gioachino G. Belli en el famoso soneto “Papa Sisto”.
Por dar un ejemplo: Un día fue llamado a ver una cruz que se decía emanaba sangre por las heridas. El papa al ver el crucifijo tomó un hacha y rompió la imagen diciendo: “Como Cristo te adoro, como madera te destrozo”. Y así se encontraron dentro de la madera. Del cual nace el proverbio “Papa Sixto no perdonó ni siquiera a Cristo”.
Por lo tanto en muchas historias de curiosidades, sean realmente verdaderas o no, tendrán como protagonista a nuestro “duro” papa Sixto V, como lo es la historia de este rostro en un muro.
Dicen que era común que el papa dejara sus investiduras pontificias colgadas para mezclarse entre la gente y saber que pensaban de él. Así un día se sentó en una taberna en la plaza Navona a beber un buen vino, y pudo escuchar, al tabernero que decía palabras muy poco halagadoras sobre él. Los comerciantes de la plaza, en memoria del episodio y del tabernero, hicieron colocar una cabeza de mármol en el muro arriba de su taberna.
Hoy la cabeza sigue ahí, algunos piensan que la pusieron como una advertencia para no hablar de manera imprudente y otros para recordar el coraje de aquellos que murieron por no renunciar a la libertad de expresión…