Durante su visita, el cardenal Matteo Zuppi pudo entrevistarse con el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov. La repatriación de los niños ucranianos deportados a Rusia sigue siendo una cuestión central en la delicada mediación emprendida por el cardenal italiano.
El comunicado oficial emitido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede el 17 de octubre afirma que "el cardenal Matteo Zuppi, enviado del Santo Padre, acompañado por un funcionario de la Secretaría de Estado, realizó una segunda visita a Moscú, continuando la misión que le encomendó el Papa Francisco".
El abanico de encuentros fue más amplio que durante su primera visita: además de Yuri Ushakov, consejero del presidente Putin para asuntos de política exterior, y Maria Lvova-Belova, comisaria presidencial para los derechos del niño, el cardenal Zuppi se reunió también con el ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, y con la comisaria presidencial para los derechos humanos, Tatyana Moskalkova.
Los debates "permitieron evaluar lo que se ha hecho hasta ahora para la reunificación familiar de los menores y el intercambio de prisioneros, heridos y restos mortales", indica el comunicado de la Santa Sede, en el que no se menciona nunca la palabra "Ucrania"; probablemente por prudencia diplomática.
A diferencia de su visita de junio de 2023, esta vez el cardenal Zuppi no fue recibido directamente por el patriarca Kirill, sino que se reunió con el metropolitano Antonio de Volokolamsk, responsable de las relaciones exteriores del Patriarcado de Moscú, con quien se entrevistó en particular sobre “cuestiones humanitarias”. esta indicado.
En su comunicado de prensa publicado en el sitio web mospat.ru, la Iglesia ortodoxa rusa precisó que este encuentro, celebrado en presencia del nuncio apostólico en Rusia, monseñor Giovanni d'Agnello, permitió abordar "problemas humanitarios relacionados con el conflicto en Ucrania, así como otras cuestiones de interés mutuo”. Estos contactos, tanto religiosos como políticos, pueden constituir así oportunidades para estabilizar la actividad de las parroquias católicas en Rusia y los visados de los misioneros extranjeros.
"La visita, en su conjunto, permitió también examinar ciertas perspectivas para continuar la colaboración humanitaria y abrir caminos hacia la paz tan deseada", señala el comunicado de prensa de la Santa Sede.
Ucrania cuenta con la ayuda de la Santa Sede
La misión del cardenal Zuppi, descrito por el Patriarcado de Moscú como "enviado especial del Papa para una solución pacífica en Ucrania", se centra principalmente en la cuestión de la repatriación de los niños.
En total, según las autoridades ucranianas, más de 20 mil menores ucranianos fueron trasladados por la fuerza a Rusia, lo que le valió al presidente Vladimir Putin, pero también a su comisaria para los derechos del niño, Maria Lvova-Bolova –la interlocutora directa del cardenal Zuppi– ser objeto de órdenes de arresto de la Corte Penal Internacional.
Desde el inicio de la invasión rusa en Ucrania, la Santa Sede se ha ofrecido como mediadora para permitir el diálogo y silenciar las armas, confiando el Papa tanto en su diplomacia oficial como en la experiencia del cardenal Zuppi y sus vínculos con el Sant' Comunidad de Egidio, acostumbrada a los contactos con Rusia. Esta fórmula también puede entenderse como una forma de no exponer directamente la diplomacia papal en caso de fracaso.
La nueva visita del cardenal italiano a Moscú comenzó tres días después del encuentro entre el Papa Francisco y Volodymyr Zelensky en Roma, el 11 de octubre. “La cuestión del regreso de nuestros conciudadanos en cautiverio estuvo en el centro de mi encuentro con el Papa Francisco”, explicó el presidente ucraniano en un tuit enviado poco después de esta entrevista. "Contamos con la ayuda de la Santa Sede para recuperar a los ucranianos que fueron hechos prisioneros por Rusia", añadió.
El pasado mes de septiembre, fue el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, quien habló con Tatiana Moskalkova, comisaria de Derechos Humanos de la Federación Rusa, y abogó por “la asistencia a los prisioneros militares ucranianos en la Federación Rusa y el intercambio mutuo de soldados detenidos en Rusia y Ucrania. Unas semanas antes, el cardenal Parolin había visitado Kyiv y fue recibido por el presidente Zelensky.
Las relaciones entre Ucrania y la Santa Sede han atravesado varias fases de crisis y controversias, dada la línea defendida por el Papa Francisco de mantener abiertos canales de comunicación con Rusia. Sin embargo, el gobierno ucraniano aprecia la mediación asumida desde 2023 por el cardenal Matteo Zuppi, que viajó a Kiev, Moscú, Washington y Beijing para trabajar por la liberación de rehenes y prisioneros.
En junio, tras el regreso de diez prisioneros –incluidos dos sacerdotes católicos– como parte de un intercambio, el presidente Zelensky agradeció personalmente al Vaticano por su papel en esta transacción.
La atención de Moscú por las posiciones del Papa Francisco
Del lado ruso, el Papa es uno de los últimos interlocutores considerados legítimos fuera de la tradicional esfera de influencia de Rusia. “Desde Moscú hay estima por este Papa, que es directo. Se escucha y se lee”, dice una fuente local a I.MEDIA.
Tras el encuentro de Serguéi Lavrov con el cardenal Zuppi, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso habló del "desarrollo constructivo del diálogo entre Rusia y el Vaticano". Desde el inicio de la ofensiva rusa en Ucrania, en febrero de 2022, el jefe de la diplomacia rusa también ha tenido varias oportunidades de entrevistarse con el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin. Se reunieron en particular durante la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, en septiembre de 2022.
Un diplomático de la Santa Sede indica por su parte que una parte significativa del clero ortodoxo ruso está interesada en los documentos del Papa y de la Santa Sede, y considera a la Iglesia católica como un interlocutor esencial. La demonización del “Papa de Roma” ya no es un hito dentro de la ortodoxia rusa como lo fue en la historia, en la era soviética como en la era zarista.
Por lo tanto, el mantenimiento de determinados canales de comunicación, incluso en las peores fases de las tensiones internacionales, puede considerarse en este sentido como una apuesta de futuro: al seguir siendo uno de los pocos organismos que consideran a Rusia como un interlocutor legítimo, la Santa Sede podría convertirse en , a corto, medio o largo plazo, un actor central en el establecimiento de un nuevo equilibrio geopolítico en la región.