La Iglesia del Santísimo Nombre de Jesús, conocida como Iglesia del Gesú, fue la primera iglesia jesuita que se construyó en Roma. El mismo san Ignacio, fundador de la orden, fue quien encargó el primer proyecto en 1551 al arquitecto florentino Nanni di Baccio Biggio.
Primera iglesia barroca
Después de varios diseños fallidos, incluso uno de Miguel Ángel, la iglesia comenzó a construirse en 1568 y se finalizó en 1575, gracias al proyecto de Giacomo Della Porta.
San Ignacio de Loyola había fallecido años antes, en el 1556, así que fue san Francisco de Borja el encargado de dirigir la obra. La iglesia del Gesú fue la primera de estilo barroco construida en Roma y su fachada fue un ejemplo en su época, igual que sus frescos y decoración del interior.
Contemplar la Eucaristía
Pero, además, su construcción tuvo que resolver uno de los problemas más importantes a los que tuvo que hacer frente la Iglesia Católica en esos años: el cisma protestante de Martin Lutero y su manera de entender la Eucaristía.
Por esa razón, está construida con una sola nave central sin naves laterales, -aunque sí que existen capillas a ambos lados-, para que la atención de los fieles se dirigiese directamente al altar mayor desde la entrada.
También se eliminó el coro alto, así que ya no existía, como era costumbre en la época anterior, la separación entre el presbiterio y el lugar de la consagración. De esta forma, clero y laicos estaban a la misma altura para contemplar la Eucaristía.
Máquina de teatro
No obstante, el interior de este templo esconde otra novedad mucho más original: la existencia de una “máquina de teatro barroca”, una especie de precursora de los actuales efectos especiales, pero del siglo XVII.
Para descubrirla hay que dirigirse a la capilla de san Ignacio, situada al lado izquierdo del templo y esperar hasta las 17:30 horas. Todos los días a esa hora suena una cantata, el “kyrie eleison” de Dominico Zipole y la máquina barroca se pone en funcionamiento.
En ese momento, el artefacto hace descender una gran pintura al óleo sobre madera, en la que está representado el santo siendo recibido por Jesús resucitado, quien le entrega a san Ignacio su estandarte.
Como un telón de teatro
Mediante un sistema de balancines el lienzo termina de bajar, como si de un telón teatral se tratara. Es entonces cuando el espectador puede descubrir una hornacina que contiene una imagen de bronce revestida de oro y otras piedras preciosas del fundador de la Compañía de Jesús en la gloria celestial.
Lamentablemente, la estatua original de Pierre Legrós. el Joven. fue fundida durante la ocupación francesa de Napoleón en 1798, así que ahora podemos contemplar una copia del XIX, realizada en estuco y recubierta de plata, realizada por Adamo Tadolin.
La capilla de san Ignacio fue diseñada por el jesuita Andrea Pozzo (1642-1709), pintor, arquitecto y creador de interiores quien ganó un concurso de ideas para rediseñar este espacio.
Bajo el altar, decorado con paneles de bronce dorado, lapislázuli y otros mármoles preciosos, se conserva el cuerpo del santo en una urna de bronce.
Espectáculo retirado
Esta representación en la iglesia del Gesú es un ejemplo de la cultura religiosa de la época barroca, cuando la Iglesia impulsaba el trabajo de los artistas para que fomentaran las emociones de los fieles. Además, a los jesuitas les gustaba usar el teatro y otras disciplinas como herramienta pedagógica.
Sin embargo, a principios del siglo XX, este espectáculo cayó en desuso y los cuidadores de la Iglesia retiraron el retablo de madera y también el aparato mecánico que lo bajaba y subía, para que la estatua de plata de san Ignacio pudiera contemplarse permanentemente.
Restauración y puesta a punto
En 2003, cuando el padre Daniele Libanori fue nombrado rector de la iglesia de Gesú, encontró el lienzo de Andrea Pozzo escondido debajo del altar, todavía enmarcado para que pudiera subir y bajar por las poleas.
Estaba en muy mal estado y enmohecido, pero el nuevo rector emprendió la tarea de restaurar tanto la maquinaria como el cuadro. Así que en 2007 se puso de nuevo en funcionamiento todo el sistema de balancines, tal como había sido concebido en el siglo XVII.
Todas las tardes se vive ese momento mágico, en el que aparece y se oculta de nuevo la estatua de san Ignacio, y va acompañado de música, texto y una inspiradora iluminación.
Puedes verlo en funcionamiento en el siguiente video: