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Cuando pecamos, cometemos un acto contra Dios, y a menudo pensamos que estamos solos y que nadie nos ve. Por eso pecamos con frecuencia de noche, al amparo de la oscuridad. Sin embargo, la realidad es que nuestro ángel de la guarda siempre está con nosotros, intentando protegernos de tomar malas decisiones.
Siempre allí
En sentido estricto, los ángeles no poseen cuerpo físico; por eso no solemos fijarnos en ellos. Son espíritus puros, pero pueden adoptar una apariencia física cuando es necesario. La forma visible de la que se habla a menudo en las Escrituras o en las noticias populares es una fachada, una máscara que se ponen para que podamos verlos con nuestros ojos. Por lo demás, son criaturas invisibles por naturaleza.
A veces nuestro ángel de la guarda se "revela" a nosotros es a través de una acción invisible o "voz". Sor María Antonia escribió un famoso relato de su amistad de toda la vida con su ángel de la guarda en Bajo las alas de un ángel, y explica un incidente de este tipo en su infancia, cuando su ángel de la guarda la preservó de cometer un pecado:
"'¿Por qué no puedo tomar melocotones como los demás niños?' Extendí la mano para agarrar un melocotón, y mis dedos ya habían tocado este gran melocotón aterciopelado, cuando recibí la más dulce y tranquila advertencia de mi Nuevo Amigo. Mi brazo, suspendido en el aire, fue bajado suavemente por una 'mano invisible', que sentí tan realmente como si me hubiera tocado una de las personas que podía ver. Pues comprendía mejor y más claramente la voz de mi Nuevo Amigo que las palabras de la Madre Rafaela, de la Hermana Paulina o de la Hermana Irene, a quienes podía ver cuando me hablaban".
La realidad del ángel de la guarda
San Ambrosio también afirma la realidad de que nuestro ángel de la guarda está ahí y puede ver incluso cuando nosotros no podemos ver con nuestros ojos:
El noble guardián de cada uno de nosotros no duerme, ni puede ser engañado. Cierra tu puerta, y haz la oscuridad de la noche; pero recuerda, nunca estás solo; él no tiene necesidad de la luz del día para ver tus acciones.
La próxima vez que sientas la tentación de pecar, recuerda que tu ángel de la guarda está a tu lado y te ayudará con gusto, pero tu corazón debe estar abierto a esa ayuda.