En un encuentro con las autoridades y la sociedad civil de Luxemburgo, el Papa Francisco volvió a defender la causa de los migrantes, advirtiendo que la riqueza es "una responsabilidad". En la primera jornada de su viaje apostólico, que le llevará también a Bélgica, el Papa dedicó la mañana a los dirigentes del Gran Ducado. Primero se reunió con el Gran Duque Enrique en el Palacio Gran Ducal, donde le presentaron a su familia, entre la que se encontraban numerosos niños, y después mantuvo una breve conversación privada con él.
A continuación, el Gran Duque mostró al Pontífice la rosa de oro regalada por el Papa Pío XII a su abuela, la Gran Duquesa Carlota, en 1956, y le obsequió con un grabado del siglo XVIII de la Virgen con el Niño de la catedral de Nuestra Señora de Luxemburgo. Todavía en el Palacio Granducal, en el barrio de Ville Haute -centro histórico de la ciudad y Patrimonio Mundial de la UNESCO-, el Pontífice se reunió en privado con el Primer Ministro Luc Frieden y después se dirigió al Cercle Cité, a unos 500 metros de distancia.
En este centro de congresos Art Déco, adornado con una magnífica lámpara de araña, el jefe de la Iglesia católica pronunció un discurso ante unos 300 políticos, diplomáticos, miembros de la sociedad civil y representantes religiosos, a los que instó a "mostrar […] las ventajas de la paz frente a los horrores de la guerra, de la integración y la promoción de los migrantes frente a su segregación".
Francisco aprovechó su visita a esta "encrucijada" europea -fronteriza con Bélgica, Alemania y Francia- para denunciar la "reaparición, incluso en el continente europeo, de divisiones y enemistades" que podrían desembocar en "hostilidades abiertas, con su estela de destrucción y muerte". El Papa no señaló ningún conflicto en particular y no mencionó explícitamente la guerra en Ucrania.
"Parece que el corazón humano no siempre sabe guardar la memoria y que periódicamente se aleja para volver a los trágicos caminos de la guerra", lamentó el 266º Papa, de uno de los seis países fundadores de la Unión Europea -en cuya capital se encuentran el Tribunal de Justicia de la UE, el Tribunal de Cuentas y el Banco de Inversiones-. "Es muy triste que hoy, en un país europeo, la inversión más rentable sea la fabricación de armas", dijo gravemente el Pontífice al salir de sus apuntes.
En su discurso introductorio, pronunciado poco antes, el Primer Ministro había dicho al Papa que se encontraba en la sala donde hace 70 años se celebraron las primeras audiencias del Tribunal de Justicia de la Comunidad del Carbón y del Acero, precursora de la UE. Entre los presentes para escuchar al Papa se encontraban dos antiguos presidentes de la Comisión Europea y primeros ministros de Luxemburgo: Jacques Santer y Jean-Claude Juncker.
A lo largo de su discurso, Francisco deploró "la locura de la razón y el retorno irresponsable a los mismos errores del pasado, agravados por el mayor poder técnico de que dispone hoy el ser humano". Instó a los líderes a tomar el camino de las "negociaciones honestas para resolver los desacuerdos", insistió, esperando "compromisos honorables que no hagan daño" para evitar "masacres inútiles".
La riqueza es una responsabilidad
Refiriéndose a la marcha hacia el desarrollo integral, el pontífice argentino pidió "relaciones de solidaridad entre los pueblos". "La riqueza -no lo olvidemos- es una responsabilidad", dijo Francisco al país con mayor PIB per cápita del mundo (ranking 2023).
El Papa instó a "no descuidar a las naciones más desfavorecidas" y a ayudarlas a "recuperarse de sus condiciones de empobrecimiento". De este modo, subrayó, se reduciría "el número de los que se ven obligados a emigrar, a menudo en condiciones inhumanas y peligrosas".
Para el Papa, Luxemburgo, donde casi la mitad (47%) de sus 672 mil habitantes son extranjeros, representa "un ejemplo para mostrar el camino a seguir en la acogida e integración de migrantes y refugiados". Alabó el "espíritu de acogida" de este pequeño país.
Defender las libertades fundamentales
En su discurso, el Papa Francisco también elogió la "sólida estructura democrática" de esta democracia parlamentaria bajo una monarquía constitucional.
"Vuestro país […] se toma muy en serio la dignidad de la persona humana y la defensa de las libertades fundamentales", añadió, advirtiendo no obstante que "las ideologías son un enemigo de la democracia".
Animó a "construir pacientemente instituciones y leyes sabias que, al regular la vida de los ciudadanos según criterios de equidad y respeto del Estado de derecho, pongan en el centro a la persona y el bien común". Sin embargo, el Papa no mencionó la eutanasia, legalizada en Luxemburgo desde 2009.
En una breve improvisación, el Papa arrancó una sonrisa de la asamblea cuando pidió a Luxemburgo que tuviera "más hijos". "He visto la tasa de natalidad. Por favor: más hijos… ése es el futuro. No digo 'más hijos y menos cachorros', eso se lo digo a Italia, sino a ustedes: más hijos", dijo el Papa al país, que experimenta un fuerte descenso de la natalidad, con un índice de fecundidad de 1,25 hijos por mujer en 2023.
Finalmente, ante las autoridades luxemburguesas, el Papa se presentó como "el sucesor de Pedro" que había venido a hablar "en nombre de la Iglesia, experta en humanidad". Les aseguró que el Evangelio de Jesucristo era "el único capaz de transformar profundamente el alma humana, haciéndola capaz de hacer el bien, incluso en las situaciones más difíciles".
Durante su visita de un día a Luxemburgo, el Papa Francisco también tiene previsto reunirse con la comunidad católica en la catedral de Notre-Dame, antes de partir hacia Bélgica.