Es papable, cardenal elector y ha sido de una de las figuras más influyentes de la Iglesia católica latinoamericana, con énfasis en su país Venezuela, donde ha debido sortear la compleja situación política y años de duros enfrentamientos con el profundo autoritarismo emanado del poder gubernamental.
El cardenal Baltazar Enrique Porras estuvo al frente de la Arquidiócesis de Caracas, pero bajo la figura de Administrador Apostólico (entre 2018 y 2023), un caso excepcional para la que se considera la Iglesia más importante del país. ¿La razón? Un movimiento diplomático de la Santa Sede para mantener al representante eclesial en el cargo, pese a un directo rechazo del gobierno.
No obstante, tiempo después Porras fue oficialmente nombrado Arzobispo Metropolitano de Caracas. Ocurrió en el marco de una situación también curiosa, porque recibió tal investidura teniendo más de 75 años de edad, la cifra límite que el Código de Derecho Canónico establece como base para presentar al Papa la renuncia.
Aún así, monseñor Porras lideró la Iglesia en Caracas hasta junio de 2024, cuando el Santo Padre designó a monseñor Raúl Biord, hasta ahora obispo de la Guaira, como su sucesor en esta agitada región sudamericana.
Teólogo salesiano, el prelado de 61 años llega en medio de una compleja crisis política tras años de cosechar abundantes frutos espirituales en La Guaira, una diócesis periférica de la gran Caracas que cuenta con más de 500 mil habitantes, 27 parroquias y un seminario.
Sabe bien que la misión es difícil, pero la asume, abrazado a la esperanza en Dios, pues según ha dicho a los medios tras su toma de posesión: “Dios nunca se olvida de nosotros. En los momentos más difíciles, él siempre está allí”.
El mensaje del cardenal Porras para Biord y la Iglesia
Aleteia conversó con el cardenal Baltazar Porras y le pidió un mensaje para su hermano en el episcopado, así como para evaluar, según su óptica, cuáles son los grandes retos y los principales desafíos de la Iglesia Católica en Venezuela, vistos desde Caracas.
“Ante ese dejar y abrir el camino a otros, las normas canónicas nos ponen la edad para ese ejercicio del ministerio episcopal. Monseñor Raul Biord tiene tanto la experiencia como las cualidades para estar en una Iglesia tan importante como es Caracas para el resto del país, con toda la problemática que significan estas megápolis que tienen tanta diversidad de situaciones y de problemas”, sostuvo.
Por otro lado, Porras coincidió con Biord en que “en medio de las duras circunstancias que nos tocan vivir, hay que ser una luz y una esperanza”.
En este aspecto, hizo “un llamado real a que esa fraternidad no sea un simple deseo vacío, sino que permita abrir caminos, los cuales requieren mucha paciencia, mucha constancia y el estar abierto a todos los sectores, porque todos nos necesitamos. Creo que ese es el gran reto que la Iglesia en Caracas tiene para Venezuela y que las iglesias hermanas tienen también: que seamos luz en momentos en que muchos están enfrentados los unos a los otros”.
"El bien común es inmensamente mucho mayor que lo que nos separa”
El cardenal considera “vital la búsqueda de los que une, porque el bien común es inmensamente mucho mayor que lo que nos separa”. Sin embargo, dejó claro que para lograrlo es necesario “dejar de lado ideologías, fanatismos y emociones, para que sean la racionalidad y el sentido cristiano más profundo los que actúen: el seguir a Jesús, quien dio la vida por nosotros, para que tengamos vida plena”.
“Creo que esa es la tarea permanente que como ciudadanos y como cristianos tenemos todos los latinoamericanos, para poder ser una alegría. Y es también lo que desde otros continentes nos señalan: aún en medio de las dificultades de todas las épocas en todos los campos, en lo económico, en lo social y en lo político, nunca ha estado ausente la alegría del pueblo latinoamericano, la solidaridad de los unos con los otros y los tantos ejemplos de servicio mutuo y de devociones que mueven profundamente los resortes de las personas y de las instituciones de bien común que tanta falta nos hace”.
Actual legado pontificio de Francisco…
Baltazar Enrique Porras Cardozo fue ordenado sacerdote el 30 de julio de 1967, ha sido arzobispo de Mérida, administrador apostólico y arzobispo de Caracas. Académico brillante, cronista e historiado, es Doctor en Teología Pastoral. Presidió la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV) y también fue miembro directivo del Episcopado Latinoamericano.
En la Curia del Vaticano, forma parte de la Pontificia Comisión para América Latina; y de los Dicasterios para el Clero; para los Laicos, la Familia y la Vida; así como para la Cultura y la Educación. Además, se le recuerda por su destacada labor en el plano organizativo de la visita de Juan Pablo II a Venezuela y por ser el encargado papal de atender a los periodistas acreditados en Aparecida durante la visita del Papa Benedicto XVI a Brasil en 2007.
En 2019 fue presidente delegado en el Sínodo de la Amazonía en Vaticano. Y el Papa Francisco, quien lo creó cardenal, lo acaba de nombrar su legado pontificio para el 53 Congreso Eucarístico internacional que se realizará próximamente en Quito (Ecuador).
Con una absoluta confianza en Dios…
En cuanto a monseñor Biord, le precede un trabajo brillante en la Guaira, al punto de que, en el pasado, medios de análisis vaticano se apresuraran a publicar que sería el inminente Arzobispo de Caracas, una designación que el marco político local obligó a postergarse hasta ahora.
Como dato curioso, el prelado es sobrino del cardenal Rosalio José Castillo Lara, una de las figuras más prominentes de la Iglesia en Venezuela, y quien fuera presidente de la Administración del patrimonio de la Santa Sede en la década de los años 90. De él habría recibido Biord la primera comunión.
El nuevo arzobispo metropolitano, monseñor Raúl Biord, es mariano y confía profundamente en la providencia divina que le ha dado este encargo. Su posición se resume con claridad en una de las frases que ha dado al tomar oficialmente las riendas de la Iglesia en Caracas: “¡Dios nunca defrauda!”.
