Los lectores que prestan su servicio en la Misa son un gran apoyo para que la Eucaristía se lleve a cabo con toda propiedad, además se manifiesta claramente la unidad de la Iglesia que se reúne en comunidad para celebrar la Palabra y compartir el cuerpo y la sangre del Señor Jesús.
Derechos y obligaciones de los laicos
El Código Derecho Canónico así lo estipula:
"Por encargo temporal, los laicos pueden desempeñar la función de lector en las ceremonias litúrgicas; así mismo, todos los laicos pueden desempeñar las funciones de comentador, cantor y otras, a tenor de la norma del derecho". (230§ 2)
Por supuesto, los fieles laicos "tienen la obligación general, y gozan del derecho tanto personal como asociadamente, de trabajar para que el mensaje divino de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres en todo el mundo" (CIC 225 § 1.)
¿Qué le toca hacer a los lectores?
Parece obvio, pero los lectores tienen una función muy específica, como lo menciona la Instrucción General del Misal Romano:
El lector se dirige al ambón y, del leccionario, colocado allí antes de la Misa, proclama la primera lectura, que todos escuchan. Al final el lector dice: Palabra de Dios, y todos responden: Te alabamos, Señor.
Entonces, según las circunstancias, se pueden guardar unos momentos de silencio, para que todos mediten brevemente lo que escucharon.
Después, el salmista, o el mismo lector, recita o canta los versos del salmo y el pueblo, como de costumbre, va respondiendo.
Si está prescrita una segunda lectura antes del Evangelio, el lector la proclama desde el ambón, mientras todos escuchan, y al final responden a la aclamación, como se dijo antes. En seguida, según las circunstancias, se pueden guardar unos momentos de silencio. (Números 128-130).
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Algunos consejos
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Proclamar las lecturas durante la santa Misa es un importante servicio porque es la Palabra de Dios. Por eso, es fundamental que el lector tomar en cuenta algunos consejos:
- Prepararse con anticipación, leyendo desde su casa -si es posible- la lectura que le corresponderá proclamar, para entender las palabras y nombres extraños, que puede consultar en un diccionario o con el sacerdote.
- Leer pausadamente, con voz fuerte y clara, respetando todos los signos ortográficos y de puntuación para hacer las pausas necesarias.
- Probar la distancia del micrófono a su boca para evitar que la lectura se escuche ahogada, con eco o que no se entienda.
- Ensayar con los demás lectores las reverencias y genuflexiones que correspondan cuando les toque entrar en procesión con el sacerdote y el servicio del altar.
- Vestir adecuadamente, sin ropa entallada o transparente o demasiado escotada o corta, si es posible, usar uniforme para realzar la importancia de la celebración.
- Confesarse frecuentemente, acudir a Misa entre semana, además del domingo y hacer oración, pues mejorar tu relación con Él será la manera más adecuada leer su Palabra.
- Formarse continuamente para prestar un mejor servicio.
Y, por encima de todo, agradecer a Dios por invitarte a participar de manera activa en la liturgia, privilegio que todos podemos tener, pero que pocos aceptan y atesoran.
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