La sagrada Misa es la celebración más sublime que puede existir en el mundo y su infinita importancia no depende de ningún humano.
El único y definitivo sacrificio
Sabemos que se trata de la actualización del sacrificio de Cristo en la cruz, en la que nos ganó la salvación de una vez y para siempre, sellando el pacto de amor con Dios de manera definitiva.
También que los sacrificios ofrecidos a Dios en el Antiguo Testamento eran imagen del único sacrificio que nos alcanzaría la redención de todos los pecados cometidos por la humanidad de todos los tiempos.
El documento "La Eucaristía: fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia" del XI Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos dice
"..., a raíz del amor sacrificial del Señor 'la Misa hace presente el sacrificio de la cruz, no se le añade y no lo multiplica'. Por ello, el acto prioritario es el sacrificio. Luego viene el convivio en el cual recibimos como alimento el Cordero inmolado en la Cruz".
Compuesta a lo largo de los siglos
La Instrucción General del Misal Romano destaca lo siguiente:
La Iglesia ha considerado siempre que a ella le corresponde el mandato de establecer las normas relativas a la disposición de las personas, de los lugares, de los ritos y de los textos para la celebración de la Eucaristía (No. 1).
Lo cual ha hecho desde que el Señor celebró la última cena y que seguirá cumpliéndose hasta que Él vuelva, como dice la Instrucción:
Y es el mismo sacrificio que Cristo, el Señor, instituyó en la última cena y que mandó celebrar a los apóstoles en conmemoración suya, por lo cual la Misa es al mismo tiempo sacrificio de alabanza, de acción de gracias, propiciatorio y satisfactorio (No. 2).
Por eso, cada fórmula, cada oración, cada respuesta, nos preparan para el momento en el que el Señor se hace presente en las especies del pan y del vino, y nos disponen a recibir la sagrada Comunión.
Atender con devoción y con el corazón
Es necesario que cada vez que asistamos a Misa participemos activamente y escuchemos atentamente cada frase dicha por el sacerdote.
Todo cobrará sentido cuando descubramos la inmensa belleza de las oraciones, las posturas, las procesiones, las lecturas, los ornamentos, los vasos sagrados y todo lo que compone la celebración de la sagrada Eucaristía.
Y si lo hacemos con devoción, poniendo todo nuestro corazón en lo que estamos viviendo, la Misa nos parecerá cortita, sobre todo porque nuestro amor por el Señor estará aumentando.