A veces resulta tentador pensar que la Misa es una obra de teatro, en la que el sacerdote recrea los acontecimientos de la Última Cena. Sin embargo, eso no es lo que Jesús pretendía ni lo que hicieron los primeros cristianos después de la muerte, resurrección y ascensión al Cielo de Jesús.
"Hagan esto en memoria mía"
El Catecismo de la Iglesia Católica es claro al afirmar que la Misa no es simplemente un recuerdo de acontecimientos pasados:
"El mandato de Jesús de repetir sus acciones y palabras 'hasta que venga' no solo nos pide que recordemos a Jesús y lo que hizo. Se dirige a la celebración litúrgica, por los apóstoles y sus sucesores, del memorial de Cristo, de su vida, de su muerte, de su resurrección y de su intercesión en la presencia del Padre".
El Catecismo explica, además, cómo celebraban la Eucaristía los primeros cristianos:
"Desde el principio, la Iglesia ha sido fiel al mandato del Señor. De la Iglesia de Jerusalén está escrito: Se dedicaban a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones... Día tras día, asistiendo juntos al templo y partiendo el pan en sus casas, compartían la comida con corazones alegres y generosos".
Re-presentación
En lugar de ser una representación, la Iglesia describe la Misa como una "re-presentación" del mismo sacrificio de Jesús en la cruz:
"La Eucaristía es, pues, un sacrificio porque re-presenta (hace presente) el sacrificio de la cruz, porque es su memorial y porque aplica su fruto: [Cristo], nuestro Señor y Dios, debía ofrecerse una vez para siempre a Dios Padre mediante su muerte en el altar de la cruz, para realizar allí una redención eterna. Pero como su sacerdocio no debía terminar con su muerte, en la Última Cena, 'la noche en que fue entregado', [quiso] dejar a su amada esposa la Iglesia un sacrificio visible (como exige la naturaleza del hombre) por el que el sacrificio cruento que debía realizar de una vez para siempre en la cruz se volviera a presentar, su recuerdo se perpetuara hasta el fin del mundo y su fuerza saludable se aplicara al perdón de los pecados que diariamente cometemos".
Uno de los mayores misterios de la Eucaristía es cómo cada Misa re-presenta el sacrificio de Jesús y cómo somos transportados espiritualmente al pie de la cruz.
La Iglesia ha enseñado esta verdad única desde el principio, y es la razón por la que la Misa es una celebración litúrgica y no una obra de teatro que ocurre en un escenario.