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En el Evangelio de Juan, Jesús responde a una pregunta de santo Tomás sobre cómo encontrar "el camino".
Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas; ¿cómo podemos saber el camino?". Jesús le dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieras, conocerías también a mi Padre; desde ahora le conoces y le has visto" .
El camino y el destino
Santo Tomás de Aquino reflexionó sobre este pasaje en su Exposición sobre Juan, examinando cómo Jesús puede ser a la vez camino y meta o destino:
Cristo mismo es el camino, y por eso dice: Yo soy el camino. Esto es ciertamente eminentemente correcto, pues a través de Él tenemos acceso al Padre.
Puesto que este camino no está separado de su fin, sino unido a él, añade la verdad y la vida; de este modo, Él mismo es a la vez camino y meta. En su naturaleza humana es el camino, y en su naturaleza divina es la meta. Por eso, hablando como hombre dice: Yo soy el camino; y hablando como Dios añade: la verdad y la vida. Estas dos palabras describen bien esta meta.
Santo Tomás de Aquino prosigue su reflexión ampliando esta idea:
Pues esta meta es el objeto del deseo humano, y el hombre desea ante todo dos cosas. En primer lugar quiere conocer la verdad, que le es peculiar; y en segundo lugar quiere seguir existiendo, que es común a todas las cosas. Cristo es el camino por el que llegamos a conocer la verdad, aunque él es también esa verdad: Guíame, Señor, en la verdad, y entraré en tu camino. Cristo es también el camino para llegar a la vida, aunque Él es también esa vida: Tú has dado a conocer los caminos de la vida: Tú has dado a conocer los caminos de la vida.
En la mente de santo Tomás, tiene sentido que Jesús sea a la vez el camino y la meta, pues él "es" la verdad y la vida mismas:
Si buscas una meta, aférrate a Cristo, porque Él mismo es la verdad, donde deseamos estar. Mi boca reflejará la verdad. Si buscas un lugar de descanso, aférrate a Cristo, porque él mismo es la vida. Quien me encuentra, encuentra la vida, y recibe del Señor la salvación.
Jesús es tanto el camino como la meta final. Si deseamos llegar a Dios, debemos hacerlo a través de Jesús.