Venecia y su particular calendario de fiestas religiosas

A partir del siglo IX, cada 2 de febrero, fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, se celebraba una fiesta para bendecir a las parejas de los futuros novios.

Anteriormente, se elegía a las doce futuras novias más pobres y se las vestía suntuosamente con joyas pertenecientes a las parroquias y familias adineradas de Venecia.

Sin embargo, en 973, unos piratas secuestraron a las jóvenes durante esta ceremonia. Ellas -y sus joyas- fueron afortunadamente rescatadas y, en agradecimiento a la Virgen, se instituyó oficialmente la "Fiesta de las Marías", con numerosos banquetes y ceremonias en el Gran Canal. Durante un tiempo, las pobres mujeres fueron sustituidas por estatuas de madera cuyo nombre "Marione" -las grandes Marías- es el origen de la palabra "marionetas".

La fiesta desapareció definitivamente en el siglo XV, pero fue resucitada por el director Bruno Tosi en 1999. Sin embargo, el significado espiritual original ha desaparecido, y no es más que un concurso de belleza con atuendos medievales, parte de las fiestas turísticas de Carnaval.

En 1296, el Senado de la República de Venecia decidió convertir en festivo el día anterior al Miércoles de Ceniza, última oportunidad para festejar antes de los 40 días de Cuaresma. Aunque esta tradición estaba presente en muchas ciudades cristianas, adquirió una dimensión totalmente nueva en Venecia, donde los vestigios de estas fiestas se remontan al siglo XI.

Este carnaval, momento de catarsis y trastocamiento de los órdenes sociales en la muy burguesa Venecia, se distinguía por sus atracciones malabares y acrobacias, sus representaciones teatrales, en particular la Comedia del arte, y sus disfraces verdaderamente creativos.

El anonimato de los participantes ha estado protegido durante mucho tiempo por las máscaras, a pesar de que las autoridades -y en particular la Iglesia- han intentado prohibirlas durante mucho tiempo, sobre todo a causa de los excesos de los libertinos.

Auténtico contrapunto a la Cuaresma, el Carnaval es ahora mejor percibido por la Iglesia, a pesar de los excesos ligados a su éxito turístico y a su identidad hedonista. De hecho, el patriarcado de Venecia organiza cada año un "Carnaval de los monaguillos".

Cada año, mientras toda Botte celebra la proclamación de la República Italiana, Venecia festeja a su patrón, san Marcos. El evangelista del León, que dio sus brazos a la Serenísima, es especialmente venerado en la Laguna desde que los venecianos robaron sus reliquias a los coptos en el siglo IX.

Para celebrar este santo "local", los venecianos organizaban procesiones con todas las autoridades de la ciudad. Hoy, la procesión la organiza el patriarca en la basílica de san Marcos, donde se conservan las reliquias. También es tradicional ofrecer un capullo de rosa a un ser querido en este día.

La fiesta de la Ascensión reviste especial importancia en Venecia. Se celebra, como en toda Italia, el domingo siguiente al Jueves de la Ascensión (40 días después de Pascua). Llamada "Sensa" en dialecto veneciano, originalmente se celebraba para conmemorar la victoria naval sobre los piratas croatas en 997 y la firma de la Paz de Venecia entre la Santa Sede de Alejandro III y el Sacro Imperio Romano Germánico de Barbarroja en 1177, ambas ocurridas el día en que se conmemoraba la ascensión de Jesús al cielo.

Sobre todo, la ceremonia subraya la grandeza de la República al celebrar sus "nupcias con el mar", un ritual que simboliza el dominio veneciano sobre las aguas. Durante esta ceremonia, en la que participa toda la ciudad, el Dux, soberano de la Serenísima, embarca en su galera personal, la Bucentaure, y abandona la laguna.

Allí lanza un anillo de oro en señal de su unión con el mar. Se dice que el primer anillo fue regalado al dux Ziani por el mismísimo papa Alejandro III. El ritual, signo ostentoso de la riqueza de la ciudad, continuó durante siglos hasta la llegada de las fuerzas de Napoleón y la destitución de los dux. Desde entonces, el alcalde de Venecia, acompañado de una procesión de barcos, arroja cada año un anillo de oro al Adriático.

En 1575-1576, la peste golpeó con fuerza a Venecia, puerto comercial con miras a Oriente y, por tanto, primera ciudad expuesta a esta plaga. El dux Alvise Mocenigo prometió construir una magnífica iglesia si cesaba la peste.

Para agradecer a Dios el fin de la pandemia unos meses más tarde, encargó al famoso arquitecto Andrea Palladio la construcción de una iglesia en la isla de Giudecca, que fue consagrada en 1592. Pero incluso antes de que se terminara la construcción, los habitantes empezaron a instalar un puente provisional de madera para unir la plaza de San Marcos y la iglesia del Redentor.

Este "puente votivo", que aún hoy se construye con las góndolas de la ciudad, permite a los venecianos llegar a pie hasta la iglesia todos los fines de semana con motivo de la "Fiesta del Redentor".

Celebrada actualmente el tercer sábado y domingo de julio, comienza cuando el Patriarca de Venecia pronuncia una bendición en la plaza frente a la iglesia del Redentor mientras la multitud inicia una procesión hacia la Giudecca. Luego, en la iglesia, a las 19:30 horas, el patriarca preside la primera celebración eucarística, seguida de otra a las 12:30 horas y una tercera a las 8:00 de la mañana.

También conocida como Festa Famosissima, la Fiesta del Redentor da lugar hoy a festividades por toda la ciudad, incluidos fuegos artificiales desde la isla de San Giorgio. El domingo se celebran regatas.

En la fiesta de la Presentación de María en el Templo, que recuerda el día en que murieron los padres de María, Ana y Joaquín, Venecia conmemora un segundo episodio de la peste, ocurrido en 1630 y que se cobró 12 mil víctimas solo en noviembre.

Ante la brutalidad de la pandemia, el Patriarca Giovanni Tiepolo ordenó oraciones públicas durante una semana, y luego una procesión durante quince sábados detrás de un precioso icono de la Virgen, conocido como "Maria Nicopeia", que se dice fue pintado por el propio San Lucas.

Venecia perdió 700 mil habitantes en dos años, pero la peste llegó a su fin. Para dar gracias a la Virgen María, se construyó una iglesia al final del Gran Canal, llamada "Nuestra Señora de la Salvación". Cada 21 de noviembre, se construía un puente votivo sobre el Gran Canal para facilitar el acceso a este edificio, donde se celebraban Misas y rosarios durante todo el día. Este día es festivo en Venecia.