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Bakhita, ejemplo de perdón y misericordia por amor a Jesús

Josephine Bakhita
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Mónica Muñoz - publicado el 07/02/24
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Maltratada por todos sus dueños, conoció a Jesús y entendió, por su amor a ella, que habían valido la pena todas las amarguras vividas anteriormente

Muchas historias de santos son incomprensibles para el entendimiento humano. Para quienes no están familiarizados con ellos, puede parecer que se trata de seres elegidos que han llegado a la tierra para predicar y vivir sin penas ni sufrimientos; los pueden ver casi como ángeles que solo se dedican a cantar melodías celestiales y elevar los ojos al Cielo, indiferentes a lo que ocurre a su alrededor.

Nada más lejos de la verdad. Un gran ejemplo de maltrato y padecimientos inhumanos lo tenemos en santa Josefina Bakhita, una mujer nacida en el siglo XIX, cuando aún no se superaba la esclavitud y se usaba a las personas como si se tratara de animales, o peor aún, objetos a los que había que sacarles provecho y agotarlas hasta la muerte.

Vendida como esclava

Ella fue arrebatada de su familia por unos secuestradores árabes cuando tenía entre siete y nueve años años. El impacto fue tan tremendo que se olvidó hasta de sus padres y de su propio nombre. Pasó de mano en mano, sufriendo toda clase de vejaciones, incluso fue marcada como si fuera ganado; hasta que en 1882 la compró un italiano de nombre Calixto Leganini.

Este hombre la trató con amabilidad, algo desconocido para Bakhita. Luego de un tiempo, Calixto regresó a Italia, pero ella se atrevió a pedirle que la llevara con él, lo que le valió ganar su libertad, aunque ella no lo sabía, pues la esclavitud era ilegal en aquel país. Con ello, se convirtió en niñera de Alice, hija del matrimonio Michieli, unos amigos de los Leganini.

Estos tienen que partir a África por negocios en 1888, dejando a Alice y a Bakhita en el convento de las hermanas Canossianas, lo que representa para la santa la oportunidad de conocer a Cristo y recibir los sacramentos. El 9 de enero de 1890 recibió el Bautismo, la Comunión y Confirmación de manos del Patriarca de Venecia, adoptando el nombre de Josefina Magarita Fortunata.

La vocación religiosa y la libertad

Josefina permaneció en el convento y en 1893 ingresa en el noviciado de las Canossianas. Tres años después profesó sus votos y se dedicó a los servicios sencillos de la cocina, de la sacristía y la vigilancia del convento. Su amabilidad y sonrisa le ganó el aprecio de todas las personas que desarrollaron un gran aprecio hacia ella y que lloraron su muerte el 8 de febrero de 1947, a causa de una pulmonía.

Un amor tan profundo como el de santa Josefina por nuestro señor Jesucristo no se puede encontrar más que en las personas que han entendido que su vida y sus acciones son apreciadas por aquel que nos ha creado y que se ha entregado en la misma manera para la redención de todos.

Remains of St. Josephine Bakhita, in the Church of Sacra Famiglia in Schio

Perdón y misericordia por amor a Cristo

Las palabras expresadas por esta gran santa son prueba de la enorme confianza que tuvo en que los planes de Dios son mejores que los nuestros:

"Si encontrara a aquellos traficantes de esclavos que me secuestraron, e incluso a aquellos que me torturaron, me arrodillaría y les besaría las manos porque, si aquello no hubiera sucedido, no sería ahora cristiana ni religiosa".

El Papa Francisco dijo de ella en la audiencia general del 11 de octubre de 2023:

El perdón la hizo libre. El perdón, primero recibido a través del amor misericordioso de Dios y después el perdón dado, la ha hecho una mujer libre, alegre, capaz de amar.

Santa Josefina Bakhita nos enseña que más allá de la maldad humana, el amor de Dios puede vencer todos los obstáculos, odios y desigualdades engendradas en el corazón humano, pero purificadas por la entrega al Salvador.

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