En el pesebre, Jesús no es "el Dios del espectáculo", sino el Dios de la "ternura", dijo el Papa Francisco al celebrar la Misa de Nochebuena la noche del 24 de diciembre de 2023 en la Basílica de San Pedro de Roma. "Esta noche, el amor cambia la historia", dijo ante un mundo "ocupado e indiferente", afectado por "el choque de las armas".
El jefe de la Iglesia católica celebró el nacimiento de Cristo rodeado de miles de fieles, y la multitud se extendió hasta la plaza de San Pedro, donde la Misa fue retransmitida en pantallas gigantes. Al inicio de la celebración, a los pies del baldaquino, ricamente decorado con flores y follaje en tonos dorados y plateados, se descubrió un santón del Niño Jesús delante del altar, al son de las campanadas.
"Nuestro corazón esta tarde está en Belén, donde el Príncipe de la Paz sigue siendo rechazado por la lógica perdedora de la guerra, con el choque de las armas que, aún hoy, le impide encontrar un lugar en el mundo", se entristeció el Papa Francisco al inicio de su homilía, sin mencionar directamente a Israel o Palestina.
Durante su meditación, el pontífice de 87 años se pronunció contra la "obsesión por el rendimiento", criticando la "carrera loca" de un mundo "en busca de poder y fuerza, fama y gloria, donde todo se mide por logros y resultados, cifras y números". Advirtió a los fieles contra "el riesgo de vivir la Navidad con una idea pagana de Dios".
Dios "no es el Dios del rendimiento", insistió, refutando "la falsa imagen de un Dios distante y susceptible, que se porta bien con los buenos y se enfada con los malos" o "un Dios distante y controlador, rígido y poderoso, que ayuda a los suyos a prevalecer sobre los demás". Continuando con su inventario de ideas erróneas sobre Dios, el Papa abordó también un dios "comercial" o "un dios ligado al poder, al éxito mundano y a la idolatría del consumismo".
Esperanza más grande que los problemas
Para Francisco, "la maravilla de la Navidad" no es "una mezcla de afectos sentimentales y comodidades mundanas, sino la ternura inaudita de Dios que salva al mundo". Una salvación, añadió, que no se consigue con una "varita mágica" o "apretando un botón".
Al elegir encarnarse como un niño, subrayó el sucesor de Pedro, Dios "no derriba la injusticia desde arriba por la fuerza, sino desde abajo por el amor". Él "no elimina los problemas de nuestras vidas, sino que les da una esperanza que es mayor que los problemas".
Dios "no espera tu actuación, sino tu corazón abierto y confiado", dijo el 266º Papa, dirigiéndose en particular a quienes están encerrados en "la cárcel de (su) tristeza". A los que viven "mal" la Navidad, que tienen "un sentimiento de inadecuación y de insatisfacción", el Pontífice sugirió entregar sus angustias a Jesús.
Para concluir, el Obispo de Roma citó al escritor británico J.R.R. Tolkien: "Os ofrezco la única gran cosa que amar en la tierra: el Santísimo Sacramento. En él encontraréis encanto, gloria, honor, fidelidad y el verdadero camino hacia todos vuestros amores en la tierra".
La celebración continuó con la lectura de intenciones de oración en chino, francés, portugués y vietnamita, y una súplica en árabe pidiendo a Dios que "ponga fin al ruido de las armas que destruyen". A continuación, fieles de todos los continentes participaron en la procesión de ofrendas, ataviados con trajes tradicionales.
Mañana, 25 de diciembre, como cada año en Navidad, el Papa pronunciará su bendición "Urbi et Orbi" -a la ciudad y al mundo- desde el balcón central de la fachada de la basílica de San Pedro, a mediodía.