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«Fátima es inseparable de la identidad de los católicos portugueses»

Estátua de Nossa Senhora de Fátima sob o céu azul com nuvens

Virgen de Fátima

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I.Media - publicado el 21/07/23
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La periodista portuguesa, Aura Miguel, afirma que hay una especie de cordón umbilical silencioso que une a los portugueses con Fátima; y del mismo modo, es inseparable del Papa.

Durante su viaje a Portugal, del 2 al 6 de agosto, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, el Papa Francisco visitará el 5 de agosto el santuario de Nuestra Señora de Fátima, a un centenar de kilómetros de la capital. Aura Miguel, periodista portuguesa que cubre la Iglesia desde hace más de 35 años para Radio Renascença —de la Conferencia Episcopal Portuguesa— y autora de un libro sobre Fátima, explica a I.MEDIA el papel que desempeña este santuario para los católicos portugueses y su estrecha relación con los Papas y su misión.

Según la tradición, la Virgen María se apareció seis veces entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917 a Francisco y Jacinta Marto y a su prima Lucía dos Santos, tres niños pastores, en el lugar donde está construido el santuario. Los niños contaron que la Virgen María les había confiado tres secretos, algunos de los cuales fueron revelados en 1941 y otros en el año 2000. La Madre de Dios les pidió que rezaran por la paz en el mundo y alentó la devoción a su Inmaculado Corazón.

¿Qué significa el santuario de Fátima para los portugueses?

Es el corazón de la madre que está allí, y esta presencia maternal es esencial para los católicos portugueses. Hay un fenómeno muy interesante: mucha gente que no es muy religiosa no se perdería las celebraciones de Fátima. Hay una especie de cordón umbilical silencioso que une a los portugueses con Fátima. Y no solo en los momentos de gran celebración, como es el caso de los días 13 de cada mes entre mayo y octubre —los seis meses de las apariciones—. También hay muchas personas que van allí solas por la noche, por ejemplo. Es un lugar de gran paz, incluso fuera de los momentos especiales.

Santuário de Fátima

Fátima es absolutamente inseparable de la identidad de los católicos portugueses. Cuando el Papa Benedicto XVI llegó a Lisboa en 2010, dijo que en Portugal, en 1917, se había abierto una ventana de esperanza sobre Fátima, y esta es una gran lectura de aquel acontecimiento. Esta ventana brota de este mensaje, tan fuerte y tan sencillo, con un gran potencial para la paz en el mundo, porque fue confiado a tres niños sencillos y analfabetos y, por tanto, es accesible a todos. Es algo hermoso de presenciar.

¿Has sido testigo de ello?

Estuve allí como periodista para las celebraciones del 13 de mayo de este año. Las misas son muy largas y siempre a pleno sol, sin sombra. Al final, durante la bendición para todos los fieles, que habían llenado especialmente el santuario tras los años de la pandemia, se hizo un silencio total. Se oían los pájaros, pero era como si no hubiera nadie.

Fátima es una fuerza silenciosa que, creo, revela la fe que aún existe en el corazón de los portugueses y que no aparece en los titulares. Pero en el fondo, creo que es este potencial el que ayuda al Papa a ser Papa, y también nos ayuda a todos y cada uno de nosotros a afrontar las dificultades que surgen en la vida cotidiana. Nos ayuda a tener esta esperanza de que Dios nunca abandona a su Iglesia, sean cuales sean los problemas que soporte y atraviese.

¿Qué significa la visita del Papa al santuario de Fátima?

Creo que Fátima es inseparable del Papa, sea quien sea. En las apariciones del 13 de julio de 1917, la Virgen María reveló un secreto a los pastorcitos, profetizando que el Santo Padre tendría que sufrir mucho. El mensaje de Fátima siempre ha estado vinculado al Papa, como hemos visto desde el principio, especialmente desde Pío XII. Siempre se ha sentido muy cercano a él, porque fue ordenado obispo el 13 de mayo de 1917, exactamente en la fecha de la primera aparición. Mantuvo correspondencia con Sor Lucía y era conocido como «el Papa de Fátima». Pío XII no visitó Fátima porque los papas no viajaban en aquella época. Pablo VI vino a Fátima para el 50 aniversario de las apariciones en 1967, en el momento de los trastornos del Concilio, para una visita rápida de un día.

Luego vino el intento de asesinato de Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981. Superó a Pío XII como Papa de Fátima. Él mismo dijo que su pontificado duró solo 3 años, de 1978 a 1981, hasta el día del atentado, y que el resto fue un milagro de Nuestra Señora de Fátima, con todo lo que ello implicaba. Después, Juan Pablo II vino a Fátima tres veces, al año siguiente del atentado, en 1982, diez años después del atentado, en 1991, y en el 2000, en pleno Jubileo, para beatificar a los pastorcitos. Luego vino el Papa Benedicto XVI en 2010. El Papa Francisco vino para el centenario de las apariciones en 2017 (y la canonización de los Pastorcitos). Es un pontífice muy mariano. Durante la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, también visitó el santuario de Nuestra Señora de Aparecida.

¿Por qué el santuario de Fátima sigue siendo relevante hoy en día?

Benedicto XVI dio la clave cuando visitó la Iglesia en 2010. En el avión a Lisboa, recordó que gran parte del tercer secreto estaba relacionado con el atentado contra Juan Pablo II, pero que también había otra parte. Ésta se dirige siempre a todos y se refiere al sufrimiento de la Iglesia y del Papa, inherente a su vocación de Pedro. Aquí es donde se hizo famosa la frase del Papa Benedicto XVI: «Los ataques al Papa y a la Iglesia no vienen solo de fuera, sino que el sufrimiento de la Iglesia viene propiamente de dentro de la Iglesia».

A su llegada a Fátima, también recordó que se equivocan quienes piensan que Fátima ya no es relevante, porque la cuestión de la conversión es permanente y exigente, y cada vez más urgente. Incluso subrayó que el apoyo de los pastorcitos, que dijeron sí a las peticiones de Nuestra Señora, era necesario para salvar al mundo. Como ya había señalado en la explicación teológica que acompañó a la publicación del secreto en el año 2000, cuando aún era Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, explicó que quien se adhiere a Fátima, quien dice sí a las peticiones que Nuestra Señora hizo, genera una fuerza para el bien. Fátima es, por tanto, una fuerza generadora de paz, y Benedicto XVI dijo que esto también le ayudó a ser Papa.

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