Al ver al ángel, los pastorcitos de Fátima empezaron a experimentar sensaciones que nunca habían tenido: una sensación de aniquilamiento, de contemplación, de éxtasis, que los transportaba a una dimensión no terrenal. Este estado de ánimo fue analizado por Madalena Fontoura en el libro I pastorelli di Fatima (Ediciones Ares, en italiano. Aún no publicado en español).
Madalena Fontoura, psicóloga y escritora portuguesa, lleva desde los años 80 analizando la personalidad de los pastorcitos de Fátima.
Era el año 1917. Las tres apariciones del ángel a los pastorcitos ocurrieron antes que las de la Virgen. Era como prepararlos para el "impacto" con la Virgen.
"Ya no puedo hablar"
Con respecto a las apariciones del Ángel, la pastorcita Jacinta confesó:
"No sé lo que siento. Ya no puedo hablar; ni para cantar ni para tocar, no tengo fuerzas para hacer nada".
"Yo tampoco", añadió Francisco, "pero ¿qué importa? El ángel es más hermoso que todo esto. Pensemos en él".
"Colapso físico"
Unos años más tarde, cuando la tercera pastora, Lucía, recordó y anotó todo lo sucedido, describió el efecto que les produjo la aparición del Ángel:
"La fuerza de la presencia de Dios fue tan intensa que nos absorbió y nos aniquiló casi por completo.
Incluso parecía privarnos del uso de los sentidos corporales durante un gran período de tiempo.
En aquellos días, realizábamos acciones materiales llevadas por este ser sobrenatural que nos empujaba hacia ellas.
Era grande la paz y la alegría que sentíamos, pero sólo interiormente: el alma estaba completamente concentrada en Dios. Incluso era grande el abatimiento físico que nos postraba".
El cambio lento
Lentamente comenzó el cambio. El cielo se apoderó de la energía exuberante y la alegría sonora tan propias del temperamento y la edad de Jacinta. Lo atesoraría más tarde para una misión que ella desconocía en ese momento.
Por ahora, se trataba de crecer más rápido, con apenas seis años, no a la fuerza, sino en virtud de una gran y profunda atracción que aún no lograba explicar.
Contemplación de Francisco
El cielo empezaba a atraer hacia sí la contemplación de Francisco: quería saberlo todo, no por mera curiosidad, sino para conocerlo mejor, para saborearlo más a fondo. Si primero se entretuviera, se entretendría con Dios de ahora en adelante.
El dócil espíritu de observación
Después de las apariciones del ángel, Lucía tocó el espíritu dócil de observación y la conciencia que la harían una misionera del siglo XX: acogió, respondió, evaluó, reconoció, testificó e indicó el camino. Al principio sólo a sus primas, después a la Iglesia y al mundo.
Amor por el sacrificio
Con las apariciones del ángel, los Pastorcitos de Fátima descubrieron el amor al sacrificio: es decir, descubrieron más profundamente el amor de Dios por ellos y sintieron el deseo de responder a las peticiones de oración y sacrificio transmitidas por el Ángel. Comenzaron a ofrecer a Dios todo lo que les costaba esfuerzo.
En el suelo durante horas
Se postraron en el suelo durante horas, repitiendo la oración que el Ángel les había enseñado.
Francisco no tuvo dificultad para orar. Pero, a diferencia de sus primos, no podía permanecer postrado con la cabeza en el suelo y rezar durante muchas horas. Los acompañaba humildemente de rodillas o sentado.