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Fue después de 50 días en coma que Nathanael Alberione, de 33 años, fue ordenado sacerdote.
El hasta entonces diácono fue ordenado en la Patagonia, en la diócesis de Comodoro Rivadavia, ubicada en el sur de Argentina, el 21 de noviembre.
La noticia de esta ordenación causó gran alegría en la comunidad católica local, que oró mucho por la recuperación del joven sacerdote.
En abril de 2021, su estado de salud se había deteriorado repentinamente debido al Covid-19, hasta que el punto de estar en coma durante cincuenta días.
La misa de ordenación fue presidida por el obispo de Comodoro Rivadavia, monseñor Joaquín Gimeno Lahoz, en presencia de un gran número de fieles.
¡La ordenación incluso tuvo que llevarse a cabo en un estadio, ya que las iglesias locales no eran lo suficientemente grandes para acomodar a los fieles que querían ir allí!
El Padre Alberione habló durante una entrevista para una radio local. "La palabra gracias es insuficiente en una situación como esta", dijo.
El padre describió con realismo y honestidad las etapas de su recuperación, explicando que primero pasó por una etapa difícil de cuestionamiento y rebelión sobre su debilidad: "Al principio estaba como postrado, tuve que volver a aprender a caminar, hablar. Entonces me dije que esta situación no era nada comparada con otras."
Pidiendo a Dios ser sacerdote
La historia de este sacerdote traspasó las fronteras de América del Sur para llegar hasta Roma, tocando a un compatriota emigrado que no es otro que… el papa Francisco.
En particular, el Santo Padre le envió una carta en la que lo invitaba a ser un "sacerdote de las periferias argentinas". "No olvide sus raíces ni la mirada de Jesús que lo llamó", instó Francisco en su carta.
"Le pido a Nuestra Señora que lo proteja, que lo cuide con mucho cuidado y cariño, y por favor no se olvide de orar por mí", concluyó el Papa Francisco.
Una gran victoria para este sacerdote cuya vocación estaba tan fuertemente anclada que confesó haber pedido a Dios que le concediera la muerte antes que no ser sacerdote:
"Antes de caer en coma, rezaba y le pedí a Dios que me muriera si no podía ser sacerdote".
Después de 50 días en el "desierto", a la edad de 33 años, la edad en que Cristo murió, Nathanael Alberione fue finalmente ordenado para servir a Dios. No era su momento.