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«Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos».
La famosa frase del papa Francisco, insertada dentro de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del 24 de noviembre de 2013, es una de las motivaciones que monseñor Tulio Luis Ramírez Padilla ha tenido presente a lo largo de los últimos dos años en los que ha ejercido como obispo de la diócesis de Guarenas, en Venezuela.
Fue el 6 de febrero de 2021 cuando tomó posesión. En medio de la pandemia emprendió un «peregrinaje» a lo largo de más de cinco mil kilómetros cuadrados «en visitas permanentes a cada pueblo, caserío, sectores de nuestra extensa diócesis de Guarenas».
Dos objetivos inmediatos, caracterizan su accionar en esta etapa: primero, «la promoción por las vocaciones sacerdotales y religiosas», sabiendo que es «la línea transversal que caracteriza a todas las pastorales» de la iglesia universal. Y segundo, «la misión evangelizadora», una intensa actividad con la que ha recorrido y visitado las periferias de su ámbito diocesano, sus parroquias e instituciones.
Monseñor Tulio quiso «tocar, ver y sentir de cerca a su gente y conocer su gentilicio, sus variadas expresiones culturales y patrimoniales, que por cierto, son muy ricas en la fe y religiosidad popular». Un pastor «con olor a oveja», como pide el Papa.
El Niño Jesús como centro de la espiritualidad
Esas prioridades, y fundamentalmente la segunda, se han traducido en su primera carta pastoral «Cuenten a los pueblos sus acciones», cimentada en el Salmo 105, que dio a conocer el pasado 6 de febrero, en una rueda de prensa a la que asistió Aleteia.
«Se trata de un camino para la evangelización y renovación interna de nuestra jurisdicción eclesiástica, que necesariamente debemos recorrer juntos, pero acompañados de nuestra Madre, la Santísima Virgen María, la Madre de Jesucristo y de la Iglesia», explicó el prelado junto a los sacerdotes José Antonio Barrera Ruiz, vicario general y Beltrán Alcides Sánchez, vicario de pastoral.
La carta está destinada a Barlovento y Guarenas, las dos vicarías que conforman la geografía diocesana. Surge de lo que el obispo ha visto y vivido en sus recorridos, especialmente en Barlovento, la pujante subregión del estado Miranda conformada por montañas, el litoral mirandino y una población mayoritaria afro descendiente.
Se puede decir que Barlovento desde siempre ha sido un pueblo amante de la libertad, valorada en estas tierras desde el período colonial. Su vinculación con las costumbres cristianas se fue enriqueciendo y de ella surgieron varias formas de religiosidad popular. Ahora, con el tiempo, ameritan nuevos métodos y estilos de evangelización.
Gran parte de «la profunda devoción» de Barlovento, se fundamenta especialmente, en la «la espiritualidad de la infancia de Jesús». Por eso, la finalidad es «promover y encauzar esa hermosa devoción», anunció monseñor Tulio Ramírez.
Misa de la esperanza
«Hemos visto con acierto instituir formalmente la Celebración de la Misa de la Esperanza todos los primero de diciembre de cada año, convocando a los devotos y parranderos de las Imágenes del Niños Jesús, sobre todo espiritualidad y devoción popular», destaca en uno de los párrafos de la carta pastoral.
En cada pueblo de Barlovento, la veneración al Niño Jesús es una realidad que motiva el impulso de esta labor misionera enriquecida con otras expresiones de religiosidad popular, acentuadas en esta subregión como en otras poblaciones: Guarenas, Guatire, Araira, Caucagua, etcétera, sin abandonar los festejos propios del calendario litúrgico.
La religiosidad popular
El obispo de Guarenas, con base en el directorio sobre Piedad Popular y Liturgia (2022), afirma: «La religiosidad popular, que se expresa de formas diversas y diferenciadas, tiene como fuente, cuando es genuina, la fe y debe ser, por lo tanto, apreciada y favorecida. En sus manifestaciones más auténticas, no se contrapone a la centralidad de la Sagrada Liturgia, sino que, favoreciendo la fe del pueblo, que la considera como propia y natural expresión religiosa, predispone a la celebración de los Sagrados misterios».
De igual manera, asevera que la experiencia de la religiosidad popular que da origen a esta fe, sencilla y motivadora no es una experiencia privada arbitraria sino una experiencia personal. «La fe humana es nuestra manera de elegir y comprometernos con determinados valores que ejercen una fuerza ordenadora en nuestras vidas».
«Gracias a su fe una persona puede decirse a sí misma y a los demás que su vida tiene sentido y merece la pena ser vivida. La cuestión del sentido, y por ende la fe en el significado amplio que le estamos dando es expresión de que el ser humano no es un mero hecho natural, sino cultural; es eminentemente cultural. Esta fe es en buena parte implícita y no reflexiva, y es una experiencia compartida por nuestros pueblos».
«Debemos considerar siempre que la libertad frente a los ejercicios de piedad, no debe significar, por lo tanto, escasa consideración ni desprecio de los mismos. La vía a seguir es la de valorar correcta y sabiamente las riquezas de la piedad popular, las potencialidades que encierra, la fuerza de vida cristiana que puede suscitar».
No debe acoger ritos de magia o connotaciones sexuales
Resalta que es válido para la piedad popular cuanto se afirma para la liturgia cristiana que “no puede en absoluto acoger ritos de magia, de superstición, de espiritismo, de venganza o que tengan connotaciones sexuales”.
En tal sentido se comprende que la renovación querida por el Concilio Vaticano II para la actualización de la liturgia pretende, de algún modo, inspirar también la correcta valoración y la renovación de los ejercicios de piedad y las prácticas de devoción.
Inventario de creencias populares
Por solo mencionar parte del largo inventario de devociones existentes en esta diócesis erigida el 30 de noviembre de 1996, en algunos momentos significativos del Año litúrgico se puede encontrar una aplicación válida en las manifestaciones de culto como lo son la devoción al Niño Jesús de Barlovento, advocaciones de la Santísima Virgen María, santos, santas, santos ángeles y beatos en los diferentes pueblos.
Igualmente, se cuenta con una diversidad de expresiones de piedad popular vinculadas a la fe católica que han sido declaradas «Bien de Interés Cultural de la Nación, Patrimonio Cultural del Estado Bolivariano de Miranda», y/o con declaratorias como patrimonios municipales.
Algunos de estos ejemplos son las festividades de los Reyes Magos; la Semana Santa de Guatire y de Tacarigua, que por su tradición fueron declaradas patrimonio cultural del estado Miranda; San Juan Bautista (Curiepe); la peregrinación a la Cruz del cerro “El Banqueo”, en Tacarigua; las fiestas y exaltación a la Santísima Cruz de Mayo en toda la diócesis; San Pedro y San Pablo (Guarenas y Guatire); las Alfombras de Flores (Araira), en honor a la Virgen del Carmen; la peregrinación al santuario de Santo Domingo de Guzmán, en Mamporal: los Santos Inocentes de Caucagua; la devoción al Nazareno en todas las Parroquias de la Diócesis al igual que la tradicional misa con las imágenes del Nazareno en la parroquia de Mamporal; y la Misa de la Esperanza en Barlovento, instituida, como se dijo, el primero de diciembre.
Devoción al beato José Gregorio y vocaciones sacerdotales
En el aspecto vocacional, la carta pastoral «Cuenten a los pueblos sus acciones», destaca: sin sacerdotes no hay Iglesia, sin Iglesia y sin sacerdotes no hay presencia de la Eucaristía en las comunidades. Por ello, para responder a este desafío, el obispo fundó el 8 de julio del año 2020 el centro vocacional Jesús Buen Pastor.
Modestamente dio a conocer que actualmente «se encuentran tres aspirantes al seminario en curso introductorio, cuatro seminaristas en formación académica en Seminario San Pedro Apóstol, uno en el Seminario International Sedes Sapientiae en Roma, cinco seminaristas en año de pastoral». Entre tanto, «han sido ordenados un sacerdote y dos diáconos transitorios para el servicio de nuestra Iglesia de Guarenas».
De igual manera, se destaca el impulso realizado al sueño compartido por todos en la construcción del santuario diocesano en honor al beato «José Gregorio Hernández Cisneros», en la parroquia Inmaculada Concepción de Cúpira.
Agradeció a la red de patrimonio cultural, religioso y piedad popular del municipio Acevedo y de la Gobernación del Estado Miranda, por el acompañamiento de los cultores y expresiones culturales y religiosas de los pueblos en el ámbito diocesano. «La religiosidad popular es también patrimonio de nuestra iglesia, y como madre y maestra, las debemos acompañar», concluyó monseñor Tulio Ramírez.