La Iglesia no sigue las tendencias del mundo. A menudo prefiere proceder de forma discreta, tal vez solo susurrando. En el caso de la siguiente historia, la banda sonora es precisamente el silencio, el silencio de un claustro.
El escenario es el Monasterio de Santa Rita de Casia, donde una de las santas más queridas fue acogida como monja, después de sufrir inmensas pruebas e incluso ser rechazada por la superiora. Santa Rita es la santa de las causas imposibles, la santa de las rosas y de la obediencia total y confiada.
Entre las muchas flores y frutos que siguen brotando de su carisma y devoción centenaria, hay uno que está destinado a hacer felices a muchas personas: el regalo de vestidos de novia para las futuras esposas que no pueden permitirse uno nuevo a precio completo. Los vestidos traídos aquí se recogen con mimo y delicadeza y se catalogan con cariño y profesionalidad.
La costumbre de que las mujeres donen su vestido de novia al monasterio una vez finalizada su boda comenzó en la década de 1950 y continúa hasta el día de hoy.
Caridad y encomienda a Santa Rita
Sor María Laura, que trabajaba en la sastrería de su familia antes de entrar en el monasterio, está a cargo del Atelier de Santa Rita. Ella explica que las esposas que vienen a dejar sus vestidos de novia, junto con el gesto práctico, también están haciendo un acto espiritual de confianza y súplica. Están confiando al cuidado de Santa Rita –que fue esposa, madre y mujer consagrada– el viaje aventurero ya veces difícil de su vocación al matrimonio.
Bajo costo, alto rendimiento
No se trata solo de un caso de reciclaje, sostenibilidad y bajo costo. Es una verdadera inversión a largo plazo. Estas mujeres no son como las usuarias de esas aplicaciones de moda que nos animan a revender cualquier cosa, incluso recuerdos de amores pasados, para ganar dinero (y gastar dinero en otras compras no esenciales). Lo que están haciendo es mucho más duradero: ejercer la caridad, el desapego de los bienes materiales y el amor fraterno, además de elegir poderosos aliados para los momentos difíciles.
Las hermanas prestan los vestidos a las futuras novias sin pedir dinero, pero si la novia decide quedárselo después, suele dejar una ofrenda.
La oferta inusual del taller Santa Rita es bastante importante: cada mes llegan al menos 10 vestidos de forma anónima, de toda Italia, y no solo de particulares, sino también de talleres de costura, por lo que son nuevos. Se envían o se dejan frente a la puerta de forma anónima, se recogen y la Hna. María Laura las clasifica por tamaño, color y patrón. Cuando las novias llegan para hacer su elección, pueden probárselos en un acogedor salón.
La "economía circular" puede ser una tendencia moderna, pero la caridad y el dar de lo que tenemos para ayudar a los demás son conceptos antiguos que la Iglesia siempre ha defendido.
Hacerlo mientras nos encomendamos a nosotros mismos y nuestras vidas a los santos es una forma adicional de dar una dimensión sobrenatural a nuestras acciones. Puede que no todos tengamos comunidades religiosas cerca para actuar como intermediarios, pero hay personas necesitadas en todas partes. ¿Estamos abiertos a dar cosas que nos han dado alegría a otras personas, para que puedan tener la misma experiencia?
N. de la Edición española: en muchos países, Caritas también ofrece este servicio a mujeres que no disponen de recursos económicos para comprarse un vestido de novia. Puedes consultar a través de la web de Caritas o en tu parroquia.