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Sacerdote de 101 años: “Todavía puedo trabajar, yo quiero trabajar”

El padre Luis Urriza ha regresado a España, donde nació, este año.

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Jesús V. Picón - publicado el 08/10/22
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Español de origen, don Luis ha bautizado a más de 4.000 niños en Estados Unidos

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Luis Urriza Tres nació en Lerín, Navarra (España), un pueblo muy bonito en la montaña. Vivió 70 años en Estados Unidos como sacerdote y con más de 4.000 bautizos realizados.

Ahora ha regresado a su madre patria, España, después de cumplir 100 de años de vida, pero dejó atrás una nube de amigos y feligreses de Beaumont, Texas.

Hoy en Móstoles (España), no quiere descansar, sigue con deseos de seguir confesando y celebrando la Eucaristía.

Jubilado a su pesar, se podría decir, pasa momentos orando, rezando, mirando la televisión...

-¿A qué edad le llega la vocación sacerdotal?

Era un joven de 12 años.

-¿Cuál es su orden religiosa?

Los Padres Agustinos.

"Mi madre fue quien me dio la vocación"

-¿Desde los 12 años entró con los Agustinos?

Sí, señor. Yo no pensaba en esas cosas, yo pensaba en jugar. Pero un día mi madre por la tarde me dijo: "Luis, mañana vamos al seminario". Y sin decir más me fui con mi madre, un día 14 de septiembre de 1936. Mi madre fue quien me dio la vocación, mi madre que era muy religiosa. Fue de su inspiración.

-¿No fue difícil para usted?

No. Estudiábamos y teníamos rato de juegos.

-¿A partir de qué edad usó el habito?

En el noviciado, a los 15 años.

-Le ha tocado vivir varios hechos históricos.

Así es. Me tocó vivir la guerra civil española (1936-1939) a la que varios compañeros seminaristas fueron llamados. Afortunadamente todos volvieron.

-¿Cuándo lo ordenan sacerdote?

Un día 18 de junio de 1944 en Pamplona. Fue mi madre la que avisó al superior que había ordenaciones en Pamplona y nos llevaron.

-¿Qué significó para usted ese día?

Un día muy grande para mí.

-¿Cuándo se va a Estados Unidos?

Yo no tenía intención de ir a Estados Unidos. En el seminario yo estaba muy cansado y le dije al superior que necesitaba ir al doctor, al especialista. Me dijo que tenía que pedir permiso al padre provincial. Cuando lo vi le dije:

"Yo tengo este problema, tengo que asistir al especialista porque me duele mucho la espalda". Y me dijo: "Sí, hijo, cuando vayas a León".

Finalmente me dijeron que fuera a León (España), que estuviera unos días y que regresara.

Un agujero en el pulmón

Fui al especialista, me miró y me dijo que tenía un agujero en el pulmón y que por ahí se me salía el aire y eso me hacía tener ese dolor tan terrible. Entonces me dieron medicina y hasta hoy no me ha dolido más, y de eso hace más de 60 años.

Dios estaba también ahí, quería curarme, porque después de ir al doctor tuve que ir al servicio militar y me mandaron a Astorga a hacer dos años de servicio militar ya siendo sacerdote. Pero en realidad no hacía nada de instrucción militar. Solo celebraba la misa los domingos y así me pasé dos años.

Para ser organista en Texas

Una vez que terminé, había un padre que estaba empeñado en que yo fuera a Texas a tocar el órgano, porque yo era organista en España.

Me arreglaron todo para ir a Texas a la parroquia de Guadalupe y fueron 15 días en barco para llegar a Nueva York.

En Estados Unidos estuve cerca de 70 años e hice más de 4.000 bautismos.

-¿Por qué regresa a España?

Había cumplido 100 años de vida  y el obispo me dijo que ya era tiempo de retirarme.

-¿Qué significó para usted esa partida?

Mucho dolor porque estaba muy contento ahí. Sigo siendo bueno para trabajar.

-¿Dónde se encuentra?

En la parroquia de la Consolación en Móstoles (España). Yo pensé que era una ciudad pequeña pero no, es una ciudad muy grande que ha crecido muchísimo. Esta ciudad fue la primera que comenzó a luchar contra los franceses.

Aquí estoy sentadito en mi cuarto. Concelebro en la misa.

-¿Confesar?

Sí, cuando voy a la iglesia y me piden que los confiese.

"Quieren que descanse"

-¿Cómo es eso para usted después de tener un ritmo de vida ajetreado?

Es muy duro estar aquí sin hacer nada. Estoy aburrido sin hacer nada y me siento mal. Quieren que descanse, pero yo todavía puedo trabajar, yo quiero trabajar. El día de mi santo vinieron mis sobrinos a estar conmigo y me dijeron que podía celebrar la misa ese día.

-¿Qué sintió cuando volvió a celebrar?

Soy el mismo de antes y puedo hacerlo. Como tengo 100 años, me dicen que tengo que descansar.

-¿Se ha sentido triste y deprimido?

Tanto como eso, no. Solo rezo y miro televisión cuando tengo ganas. No llego a deprimirme, gracias a Dios. 

-¿A lo largo de sus cien años ha tenido la presencia del demonio?

¿Quién a sus cien años no ha hecho algo malo?

-¿Cómo podemos prepararnos para vivir una vida tan larga?

Dios es el que hace las cosas y Dios es el que me da esta salud. Él es el que da estas bendiciones y hay que dárselo todo a Dios.

-¿Cómo resumiría su vida en cuatro palabras?

Porque Dios lo quiere. La vida viene de Dios y bendito sea Dios, y estoy listo para lo que Dios quiera y seguir ayudando en lo que pueda.

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