En varias partes del mundo el 8 de diciembre se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción. Pero en Uruguay el calendario oficial indica que es el «Día de las Playas», una iniciativa que en el espíritu del momento en que fue lanzada buscaba también, de alguna manera, acompañar el inicio de la temporada playera.
Hasta aquí una curiosidad que puede llamar la atención de alguien que vive fuera de Uruguay. Sin embargo, se trata de una denominación que data del año 1919 y vinculada al proceso de separación entre la Iglesia y el Estado. Aquel hecho generó, por ejemplo, que se cambiaran muchas fechas religiosas por otras con concepciones laicas.
Monseñor Tamburini, «la bendición de las aguas»
Es en medio de esta particularidad, propia de Uruguay, uno de los países más laicos de América Latina, donde aparece la figura de monseñor Domingo Tamburini, un cura que dejó una huella indeleble en un barrio de Montevideo y costero conocido actualmente como Pocitos.
Precisamente, quien encabezaba el gesto de la «bendición de las aguas» cada 8 de diciembre en la Playa de los Pocitos (algo que hizo desde que asumió como párroco desde 1925 hasta 1961) era Tamburini, siendo una de sus acciones (como la «Misa de Once» y «Colecta del Peso») más recordadas a través de las diversas generaciones.
El encargado de hacer una descripción de lo que significaba este gesto y cómo se llevaba a cabo fue Miguel Aguirre Bayley a través del libro «Monseñor Domingo Tamburini, el cura gaucho de Pocitos».
Es ahí donde se menciona que sobre el mediodía partía desde la Iglesia de San Juan Bautista la procesión encabezada por Tamburini, quien era asistido por el sacristán que llevaba el agua bendita. El recorrido estaba acompañado también por niños que ese día habían tomado la primera comunión, lo mismo que feligreses, familiares y amigos.
También era habitual que se llevara en andas una estatua de la Virgen María adornada con flores. Una procesión muy singular entre cánticos. Ya en la Playa de los Pocitos Tamburini pronunciaba la bendición en latín y esparcía el agua bendita.
Fueron 37 años de un gesto ininterrumpido. Precisamente, este 8 de diciembre se cumplen 61 años (1961) de la última vez que lo hizo.
Mucho más que la bendición de las playas
«Jesús, María y José, son los tres amores que tengo en el corazón», recuerda otro pasaje del libro de Aguirre Bayley en referencia a una frase que se le oyó decir en alguna ocasión a Tamburini.
Es que más allá de los gestos, que quedaron marcados a fuego en el corazón de los feligreses, Tamburini también era destacado como «cura gaucho» y «sacerdote del Pueblo».
Nacido el 27 de octubre de 1878 en una familia humilde, en 1892 ingresó al Seminario Conciliar dirigido en aquel entonces por los jesuitas. Luego de un pasaje por diversas zonas del interior del país, en 1920 Tamburini regresó a Montevideo como capellán de las Adoratrices.
En 1925 volvió a la catedral de la capital uruguaya hasta que el 12 de abril de ese año fuera designado como cura párroco de San Juan Bautista, el sitio que lo tuvo como director espiritual y estratega durante casi 40 años.
Fue justamente en esa zona donde, además del impulso y vitalidad que le dio a la parroquia, se destacó por su gran preocupación por los niños y adolescentes. Esto llevó también a estar atento al tema de la educación, algo que con el paso del tiempo derivó incluso a tener un rol protagónico en la fundación del Colegio y Liceo San Juan Bautista (1930) a cargo de los Hermanos de la Sagrada Familia.
Prelado Doméstico del Papa
Pero uno de los aspectos tal vez más desconocidos de Tamburini tiene que ver con un nombramiento un tanto especial: Prelado Doméstico del Papa (dignidad muy antigua que tiene el carácter de familiaridad) allá por el año 1954. Esto fue interpretado en aquel entonces como un alto honor no solo para Tamburini, sino también para la Arquidiócesis de Montevideo y la Iglesia en Uruguay.
Es debido a esto que a Tamburini se lo trataba como ilustrísimo y reverendísimo monseñor. Sin embargo, a pesar de esta distinción, tal cual quedó demostrado, lo que imperaba era su espíritu de servicio y cercanía constante.
Querido por todos
Tamburini falleció el 11 de junio de 1962 a la edad de 83 años. Siempre será recordado como una persona apreciada tanto por creyentes como por no creyentes.
Actualmente, sus restos descansan en el baptisterio de la parroquia San Juan Bautista, sitio que en los últimos años hasta fue utilizado como lugar de recreación para los niños que acompañan a sus padres a misa (¿acaso había mejor lugar para su reposo?). Incluso, la calle del costado de la iglesia de San Juan Bautista lleva su nombre.
Es por esto, y mucho más, que valía la pena hacer referencia a una figura que hizo mucho ruido en Uruguay desde su querido barrio Pocitos.